El Barça logra el resultado del PSG

El equipo azulgrana aplasta al Celta con el caudal de goles y fútbol que necesitará el miércoles en la Champions

Umtiti celebra el cuarto gol azulgrana contra el Celta.

Umtiti celebra el cuarto gol azulgrana contra el Celta. / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Los culés que querían soñar con la eliminación del PSG ya tienen motivos que sustenten sus anhelos: en el último partido antes de la visita del campeón francés en la Champions del miércoles, el Barça se demostró capaz de meter los cinco goles que necesita. La utopía pasa por Messi, y el genio de la lámpara ensayó los milagros imprescindibles de la gesta. Marcó dos goles y dio las asistencias de otros dos en los preparativos de un partido que empezó a jugarse cinco días antes con la grada cantando «Remuntarem».

El equipo marcó los goles necesarios y jugó para merecerlos, que era algo más importante por la necesidad de llenar el depósito de confianza. Seguramente el vapuleo al Celta ayudará a reventar el Camp Nou con casi cien mil personas que acudirán ilusas a ver otro episodio inolvidable. El ensayo liguero cumplió el ‘timing’ ideal, aunque no importa nada la cadencia de los goles. Messi y Neymar encarrilaron el triunfo para seguir detentando el liderato de la Liga y luego Rakitic, Umtiti y Messi dibujaron el boceto del festival.

Los triunfalistas podrán decir que al Barça le sobró media hora (Messi cerró la cuenta en el minuto 65) y los pesimistas apuntaarán que el PSG no dará las mismas facilidades que el Celta, el único equipo que le había metido cuatro goles a Ter Stegen. Al Barça le sobraron ocasiones pero el Celta tuvo un par que si el PSG aprovecha se acabará pronto la fiesta.

LOS TRES DEFENSAS DE NUEVO

Luis Enrique repitió el 3-3-4 por tercera vez consecutiva. Si se trata de un ensayo continuado para el PSG se verá en cinco días. La prueba va pasando satisfactoriamente todos los controles de calidad y va mejorando con el paso de los partidos.

Originariamente el dibujo pasa por ser un 3-4-3, entendiendo que el cuarto hombre del centro del campo es el más adelantado de la línea y teóricamente dibuja un rombo.

El Bakero de hace 25 años es Messi, y más que cuarto centrocampista es el primer delantero. Nada de retroceder, nada de presionar el avance del defensa rival y nada de pasar el balón hacia atrás, las añejas funciones que caracterizaban al 'seis'. El 'diez' está por encima de trabajos mundanos. Lo suyo es dejar obras de arte allí por donde va. El inventario dice que suma 38 goles en 37 partidos. Pero todo lo que deja es mucho más valioso que los malditos números.

LA ALEGRÍA DEL CELTA

Seguramente ayudó a la felicidad del Barça que el Celta compareciera con tanta alegría, como si le hubiera sobrevenido un arrebato de grandeza. La presión que tanto temía Luis Enrique no se vio por ningún lado.

Los azulgranas jugaron con una comodidad inesperada en comparación con la prudencia que había proyectado el entrenador, y el 1-0 de Messi fue un ejemplo diáfano: arrancó en el centro del campo y avanzó en perpendicular hacia la portería. Salvó obstáculos con la sencillez propia de un videojuego y mientras avanzaba iba pensando hacia donde dispararía a Sergio. El 2-0, obra de Neymar, tras una delicada asistencia de Leo, ya fue producto del ingenio de los astros. Sergi Roberto repitió la jugada de Messi partiendo desde más lejos, pero el cansancio, la aparición de Hugo Mallo y una menor perspicacia le impidieron culminar la galopada.

CENTRALES INSUFICIENTES

Mientras el Barça vació la defensa, el Celta la pobló. Empezó con cuatro y tras la primera escapada de Neymar pasaron a ser cinco con el retroceso de Hugo Mallo al lateral. Estaba tan mal plantado el once vigués que la abundancia de centrales era insuficiente. Pareció incluso contraproducente: uno por el otro permitieron que Messi jugara a sus anchas, sin nadie que lo fijara. Sus colegas azulgranas, que apenas eran tres, no se permitieron una alegría. Las restringieron a subir en las jugadas de estrategia y pescar en río revuelto. Piqué se recreó, pero Umtiti, que es pobre, alargó la pierna para pillar un caramelo de Messi.

Preocupados como estaban los celestes en cerrar las vías de agua –nunca lo consiguieron- nunca atacaron  al trío que formaron Piqué, Umtiti y Alba, que difícilmente tendrán una noche tan plácida el miércoles. Hasta Busquets se lo pasó bomba, con quiebros y adornos que le volvieron a salir, prueba de que ya ha salido del desierto. Él y todo el equipo. 

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