EL PARTIDO DE MESTALLA

Un Barça cansado aguanta la presión del Valencia (1-1)

El equipo de Roura solo se ha acercado a su mejor versión con la entrada de Villa pero aleja al Madrid a 16 puntos

JOAN DOMÈNECH / Valencia

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En tres jornadas de la segunda vuelta, el Barça ha perdido más puntos que en toda la primera. Solo cedió un empate ante el Madrid en la mitad inicial y ahora, traspasado el ecuador del campeonato, acumula una derrota (Anoeta) y el empate de Mestalla. ¿Crisis? En absoluto. La ventaja del Barça no se ha reducido un ápice, al contrario, porque sus rivales también fallan. Más aún. Sobre todo, el más directo, que bordeó el ridículo en Granada. El once azulgrana, también cansado del Bernabéu, escaso de ideas, ha sobrevivido a la presión del Valencia y ha ampliado su renta sobre el Madrid hasta los 16 puntos.

Uno más de ventaja. No está mal salir así de Mestalla, de donde nunca suele marcharse feliz. Con el mismo resultado de la Copa (1-1), este domingo ha tenido motivos para sonreír con el empate. El equipo no ha dado para más. Apenas se ha asemejado a su mejor versión un ratito en el segundo tiempo, cuando se ha desplegado con dos extremos tras la salida de Villa, con Xavi e Iniesta al mano de la nave. En cambio, ha sido Valdés el salvavidas con dos paradas a bocajarro tras un grave error de Piqué, que se ha dejado arrebatar una pelota por Cissokho.

Messi no falla

Del mismo modo que no ha faltado el golito en contra y la necesidad de remontar en uno de los peores escenarios, tampoco ha faltado el de Messi, que ha sumado su 12ª jornada marcando, estirando un récord tanto como el Barça alarga su ventaja sobre el Madrid. El astro argentino ha sido uno de los muchos al que se ha visto saturado. Tras el obús del penalti, no ha enfilado más a Guaita, que si estaba pasando un examen de méritos para ocupar el vacío que dejará Valdés, lo ha suspendido. Una torpeza con los pies ha afeado su expediente.

Valverde ha optado por exigir al Barça desde el primer minuto para acelerar el cansancio ajeno, sobre todo tras conocer la alineación, sin apenas rotaciones. Roura solo cambió a Puyol por Mascherano (aparte del consabido regreso de Valdés por Pinto) del once del Bernabéu. Encima, Puyol fue el primer cambio por un Mascherano amonestado y que caminaba por el alambre con los espacios que debían cubrir él y Piqué.

Pesadez de piernas

Ha habido indicios, en efecto, de mayor pesadez en las filas barcelonistas. Tampoco las cabezas han discurrido con la velocidad habitual ¿no digamos ya el balón, en lo que parecía una playa con hierba decorativa- en un estadio que obliga a la máximas prestaciones y ante un Valencia en vías de regeneración con Valverde. La jornada demandaba la chispa de jugadores como Adriano, Thiago, Villa o Alexis, con muchos menos kilómetros y tantas ganas, como mínimo, que los titulares. Hasta Mestalla ha aplaudido cuando ha visto a Villa. También ha aplaudido la entrada de Puyol, vayan a saber por qué, después de haber vejado a Messi.

Villa ha imprimido ilusión. Racionalidad en un equipo al que le faltaba profundidad. Demasiadas combinaciones en la franja central morían sin que el balón se acercara siquiera al área. Con dos extremos, el Barça ha estirado al Valencia; Iniesta se ha acercado a Xavi al marcharse Cesc, uno de los que reclamaba el cambio, y el fútbol ha empezado a fluir.

Demasiado tarde

No ha sido hasta entonces cuando se ha visto un Barça más próximo a lo habitual. Demasiado tarde, hizo lo de siempre: jugar en la mitad de campo del rival. Le ha bastado con un par de combinaciones marca de la casa para asustar al Valencia. Busquets, el único que ha estado en pie desde el primer minuto junto a un Alba desbordante en su regreso a Valencia, se ha reencontrado con sus socios de siempre, que le han eximido de hacer más cosas de las necesarias. Les ha entregado a ellos la pelota y ha recuperado su función de guardián.

Xavi e Iniesta han visto a los costados a Pedro y Villa y estos a su vez han recibido las llegadas de Alves y Alba y la avalancha ha acabado sepultando al Valencia, que se ha dedicado a aguantar el techo para que no se le cayera encima. Aun así, Valdés ha sido el mejor colchón del Barça, amortiguando la caída y propulsándolo más arriba.