El Barça, al borde del abismo (de nuevo)

La Juventus propina otra bofetada a un débil y desastroso Barça que no aprende de los graves errores de París

MARCOS LÓPEZ / TURÍN

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Paulo Dybala ha colocado a la 'Vecchia Signora' en el centro del paraíso, mientras el Barça, desnudo, débil, caótico e impotente, caía, de nuevo, en el infierno. No tuvo la grandeza que se le suponía. Ni tampoco entendió lo que le demandaba un partido de esta magnitud, tirando balonazos, transformado su estilo en algo tan terrenal que cualquiera, el sábado fue el Málaga y esta vez la Juventus, lo desnuda en un santiamén. Turín pareció París. Bueno, lo fue. No es cuestión de ir invocando milagros que solo suceden una vez en la vida porque, en realidad, el verdadero milagro es que el Barça sea el Barça, derrumbándose de catástrofe en catástrofe hasta, tal vez, la derrota final.

No parece digno que un equipo como el de Luis Enrique, avisado como estaba (o debía estar) después del desastre del Parque de los Príncipes, compareciera al norte de Italia con la lección sin aprender. A los siete minutos ya perdía por un gol que retrató la indolencia defensiva de un Barça que se supone campeón. Higuaín alzó la vista, sin que nadie le incomodara, detectó a Cuadrado en la banda derecha. El colombiano  estaba allí solo, defendido con la mirada por un pasivo Mathieu.

DEFENDER CON LOS OJOS

Pero no era el único zaguero del Barça que acompañaba las jugadas con simples movimientos de sus ojos. El colombiano, que hurgó, una y otra vez, en el agujero negro azulgrana, tuvo todo el tiempo del mundo para encontrar a Dybala. Otro que estaba solo. El disparo, envenenado y hermoso de la nueva joya argentina, desnudó el entramado táctico de Luis Enrique, quien apostó por un asimétrico y, a la vez, caótico 3-4-3. Ese gol juventino nació en el flanco diestro. El segundo tanto, también de Dybala, llegó tras una carrera de Mandzukic, quien también encontró a Dybala. Todos sabían donde estaba, excepto el Barça, claro.

Parecía que lo peor ya había sacudido a Luis Enrique, quien intentó remover el equipo con la entrada de André Gomes por Mathieu, asumiendo así su error inicial. A los 10 minutos de la segunda parte, más de lo mismo. O peor aún porque el primer aviso de Higuaín sobre Ter Stegen no sirvió de nada ya que un posterior saque de esquina servido por Pjanic denunció el desequilibrio azulgrana. Chiellini, como era obvio, ganó el duelo a Mascherano en el juego aéreo y causó el 3-0. El caos se coló de nuevo en el alma del Barça, incapaz de hallar recursos tácticos para descerrajar a la Juventus.

LOS DOS ‘GOLES’ DE BUFFON

Cuando tuvo alguna opción (Iniesta en la primera mitad y Luis Suárez en la segunda) topó con un descomunal Buffon. Descomunal con las manos y fastuoso con su inacabable cuerpo. Valieron tantos los tres goles como las dos majestuosas paradas de Gigi, un portero que lleva años, décadas esperando esa Champions que no tiene. Y no puede olvidar que cuando más cerca estuvo, fue en Berlín-2015, se la quitó el Barça del tridente. Jamás podrá olvidarlo, como se notó en cada una de esas inolvidables paradas para frustrar a los azulgranas. Entonces, la Juve, acostumbrada a vivir en la agonía defensiva, se parapetó.

No había circulación de balón, Messi estaba enjaulado en ese plan perfecto que tramó Allegri, Neymar no aprovechaba que Alves tenía una tarjeta amarilla ya desde la primera media hora, y el Barcelona se enredaba en su angustia, sintiendo que los fantasmas de París se le reprodujeron, de nuevo, en Turín. Luis Enrique ni miró siquiera al banquillo. ¿Para qué? Un cambio y lo hizo en el descanso. En los 20 minutos finales, el tridente se quedó seco, protestando (y con razón) un penalti no pitado de Chiellini. Pero eso son coartadas que no justifican tan lamentable e irreconocible juego, incapaz de intimidar a esa Juve que se instaló en el paraíso desde antes incluso de comenzar su noche más grande en los últimos tiempos. 

Diríase incluso que Allegri, feliz con ese 3-0 cuando no se llegó a la hora de partido, tenía más que suficiente con tanto tesoro. Si hubiera atacado más al Barça, quizá no habría ni partido de vuelta.

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