EL ÚLTIMO ESLABÓN DE UNA ESTIRPE DE GENIOS

Bebo, Chucho y Chuchito

El pianista cubano, tercera generación de los Valdés, actúa esta noche en Luz de Gas

NÚRIA MARTORELL
BARCELONA

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Chuchito Valdés tiene el talento, la inspiración y el sabor cubano trenzado en su ADN. Es lo que tiene ser nieto del inmenso Bebo Valdés e hijo del no menos grande Chucho Valdés. El pianista, que hace ocho años visitó por primera y última vez Barcelona con el mítico grupo Irakere, actúa hoy en Luz de Gas, donde estrenará piezas inéditas como la que ha interpretado en exclusiva para EL PERIÓDICO, en la misma sala donde tocará esta noche. El tema en cuestión no tiene nada que ver con su repertorio habitual de latin-jazz. Y su parto es tan reciente, que no ha pensado todavía en el título.

"Es una pieza con otro concepto musical. No sé si le puedo llamar romántico, bolero, balada. La compuse hace solo dos meses y formará parte de mi próximo disco, que irá más en esta línea", adelanta el músico. Este giro "definitivo" a su estilo es algo, advierte, que siempre quiso hacer. "Melodías que siempre quise escribir y que cuando me pongo a tocar, las siento así".

La herencia de la disciplina

El pianista reside en Cancún (México), donde ha sido el director del festival de jazz de esta localidad. "Pero viajo a Cuba siempre que quiero y sin problemas", asegura. Eso sí, pide no pronunciarse sobre temas políticos. Su madre siempre le advirtió de que ser pianista formaría parte de su proceso natural. ¿No temió nunca las comparaciones con sus antecesores? "No. Me limito a tocar tal cual lo siento".

Ha compartido escenario con su padre. Pero jamás ha subido a la tarima con su progenitor y su abuelo. ¿Cómo es posible? "Es la gran pregunta -responde-. ¿Sabes? Somos tres generaciones de primogénitos. Pero mejor no seguir hablando de esto", pide mientras se le nubla la mirada (Bebo suma ya 94 años). De ellos dice haber heredado "la disciplina, el ser humilde, el darlo todo en los conciertos. Y, sobre todo, el amor por la música". Relata que su padre le insistió siempre en que "estudiara clásica, la técnica. Y lo que he podido aprender de mi abuelo es ese sabor, esa maestría... El espíritu de Dios. No hay palabras..."

Otro mentor que quiere reivindicar es Bobby Carcassés (gurú del jazz cubano). Y recuerda una crisis vocacional que le sobrevino a los 12 años. «Les dije a mis padres que quería jugar a béisbol. Con un cuerpo así...», dice levantándose del taburete [Chuchito, pese a su nombre, es un tipo grande y fornido]. Pero a los dos años volvió al redil. "E ingresé de nuevo en la escuela de música Ignacio Cervantes. El problema -ríe- es que con este tipo la gente lo que no se cree es que sea pianista".

Dentro de tres semanas, Luis Jesús Valdés (su nombre real) viajará a Chicago para entrar en el estudio de grabación. Y para diciembre quiere tener el disco listo. Precisamente su último trabajo se titula Live in Chicago. Y le granjeó una nueva nominación a los Grammy. "De los nueve trabajos que he publicado, cinco han sido candidatos al mejor disco latin-jazz", se congratula.

La improvisación siempre ha sido su fuerte. Por esto se siente especialmente orgulloso de este álbum en directo, donde pudo exhibirse a sus anchas. "Soy cien por cien improvisador. Y por esto quiero hacer ahora estas melodías que me permiten mostrarme más a mí mismo, al piano solo. Otro concepto de Chuchito", insiste el músico, al que hoy arroparán Ramsés Colón (al bajo) y Rafael Monteagudo (batería). "Quiero demostrar a la gente que la música tiene espíritu".