Si Honda no invierte ¡ya! en ingenieros talentosos, perderá a Marc Márquez

La delicadísima situación que vive Honda en el Mundial de MotoGP, siendo, junto a Yamaha, el peor constructor del campeonato, podría sufrir una hecatombe, en los próximos días, en caso de perder al campeonísimo Marc Márquez, que medita cumplir el contrato que le queda (2024), siempre y cuando la firma japonesa se refuerce con varios ingenieros talentosos del 'paddock'

MMarquez

MMarquez / REPSOL MEDIA

Emilio Pérez de Rozas

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El silencio es absoluto. Ni Marc Márquez, ocho veces campeón del mundo y toda una vida en Honda (triunfadora, revolucionaria, ejemplar), abre la boca. Tampoco Jimmy Martínez, el nuevo manager del joven de Cervera (Lleida), cree oportuno mover ficha aunque, según ha podido saber El Periódico, podría haber apalabrado ¡ya! una solución futura con Gresini Racing MotoGP (Ducati).

Los japoneses de la firma alada que están en el ‘paddock’ de MotoGP siguen, como siempre, mudos. Se diría que son los representantes del silencio y la impotencia que emana de Japón. Ya ni les cuento los responsables del equipo Repsol Honda, liderado por el excampeón Alberto Puig, que vive desesperado, mordiéndose la lengua todo el día, reprimiéndose comentar lo que piensa.

Fichaje frustrado

Puig está cansado, harto, de clamar en el desierto. El excampeón español, puro nervio, es quien más desesperado se muestra ante, no solo la incapacidad de Honda para ponerse a la altura tecnológica, en talento, de las fábricas europeas (Ducati, Aprilia y KTM) que lideran la parrilla de MotoGP, sino por su tozudez en no comprarlo.

Puig pudo iniciar la revolución hace mucho, pues tuvo en sus manos la posibilidad de contratar al ‘gurú’ del ‘paddock’, al creador de la insuperable Ducati ‘Desmosedici’, el ingeniero italiano Gigi Dall’Ignia, pero Japón se asustó en el último momento. Por altivez, por arrogancia, pues, aún ahora, metidos en el barrizal, piensan que nadie les puede enseñar nada, cuando ostentan el privilegio de ser el último fabricante en el Mundial de constructores, empatados a puntos con sus compatriotas de Yamaha, pero a años luz del líder, Ducati, que les saca 261 puntos. Aún peor: el equipo Repsol Honda es ¡el último! de las 11 escuderías del Mundial.

Para saber qué ocurrirá con el campeón catalán, que, tras 300 días, logró puntuar en un GP, el de Austria, de forma discreta (12º), hay que mirar a Japón. Y Japón, como todo el mundo sabe, no solo está muy lejos de la manera de pensar europea, sino que, además, tiene su propio estilo de contar el tiempo. Japón tiene un reloj distinto al de Europa. El reloj de Honda no corre tan rápido como el de Márquez o el equipo Repsol.

Marc Márquez, ejercitándos en el Centro de Alto Rendimiento de Red Bull.

Marc Márquez, ejercitándos en el Centro de Alto Rendimiento de Red Bull. / RED BULL MEDIA

Eso sí, hay un punto de partida muy importante, que ha permitido a El Periódico extraer sus conclusiones a lo largo del GP de Austria, ganado, cómo no, con una mano por el actual campeón ‘Pecco’ Bagnaia. Honda, como acaba de reconocer Koji Watanabe, presidente de HRC, departamento de competición de Honda (F-1 y MotoGP, juntos), al medio japonés ‘Shueisha Shinsho’, debe cambiar “la manera de aproximarse a MotoGP y construir sus motos”.

El Periódico está en condiciones de afirmar que Watanabe y otros dos altísimos ejecutivos de Honda le han asegurado a la compañía Dorna Sports que no abandonarán MotoGP. La frase utilizada por estos dirigentes ha sido: “Honda jamás se va de los sitios perdiendo. Nunca”. Síntoma, cuentan, muy japonés: Suzuki dejó el Mundial (2022) tras conquistar el título de la mano de Joan Mir (2020).

La firma japonesa solo tiene una solución: contratar a los mejores ingenieros, a los grandes innovadores del ‘paddock’

Pero hay quien piensa, principalmente dentro del equipo de competición de la firma japonesa, el que comprueba, gran premio a gran premio, que su moto es obsoleta, que u Honda se refuerza con talento europeo, innovador, líderes en ideas y tecnología desconocida por Honda Racing Corporation (HRC), ingenio procedente de las fábricas europeas que ganan, o su capacidad de reacción y, por tanto, lo que haga que Márquez se quede (“estamos cansados de palabras, necesitamos pruebas, hechos”, dicen en el entorno del campeón catalán) o, más pronto de lo que ellos creen, perderán al hombre que les ha mantenido en la cresta de la ola durante toda una década.

Descubrir que deben cambiar su sistema de trabajo y, sobre todo, utilizar para esa transformación cerebros ‘no japoneses’ y confirmar que no abandonarán MotoGP, coloca a Honda, potencia mundial en el mundo de las dos ruedas, en un complicadísimo escenario: fichar talento al precio que sea, construir una moto potencialmente ganadora, que no tenga nada que ver con la actual RC213V y convencer a MM93 para que la evolucione en el 2024 e intentar volver a ganar en el 2025. Ese es el plan o perderán al mejor.

Los japoneses, que siguen pensando que nadie puede enseñarles a construir motos de carreras, se resisten, por altivez, a contratar ingenieros europeos

Márquez parece dispuesto a seguir. El piloto catalán, un profesional que no cesa de reconocer que Honda es su casa, no olvida que la firma japonesa le renovó, en febrero del 2020, por cuatro años y millones de euros “cuando nadie, ¡nadie!, extendía un contrato de esta envergadura a piloto alguno”, señala el entorno de MM93. Pero para seguir, Márquez necesita ver que Honda se mueve.

Cuando El Periódico le preguntó, el domingo, a las 16.50 horas, minutos antes de abandonar Spielberg en el jet que suele alquilar para desplazarse con su familia y equipo asesor, si tenía esperanza de que Honda le llevase al test de Misano (11 de septiembre) algo nuevo, una moto distinta, Márquez respondió: “Yo siempre tengo esperanza, pero, ahora, lo que quiero ver es una reacción. Algo a lo que agarrarnos. No espero un cohete, espero una reacción”.

No habrá 'cohete'

Todo el mundo en el 'paddock' intuye que no habrá ‘cohete’ en Misano. Y no lo habrá porque Honda ya ha demostrado lo que es capaz de hacer con el talento que tiene, es decir, una moto que no tiene nada de futurista, de innovadora, de revolucionaria. Es por ello que, ante la ausencia de un ‘cohete’, lo único que puede retener a Márquez en Honda es la aparición de un proyecto revolucionario de la mano de talento europeo. Porque, si algo tiene Honda, es dinero, mucho dinero, para adquirir ese talento. Otra cosa es que su orgullo no se lo permita. Si es así, perderán a Márquez y su travesía del desierto se hará eterna.

Jimmy Martínez, manager de Marc Márquez, en el boxe del equipo Repsol Honda.

Jimmy Martínez, manager de Marc Márquez, en el boxe del equipo Repsol Honda. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Otro dato importantísimo para ofrecer algo de luz a la difícil y complicada situación que vive Honda, Márquez y, por descontado, el Mundial de MotoGP, es que, según ha podido saber El Periódico, si la fábrica japonesa no afronta esa auténtica revolución que reclaman desde su ‘boxe’ y, por tanto, se queda sin argumentos para retener a MM93, la cúspide nipona no pondrá obstáculo alguno para que su campeón se vaya libre. Honda, por lo que ha podido saber este diario, no piensa retener a Márquez porque, en la línea del pensamiento de Johan Cruyff cuando dirigía el Barça, “no queremos a nadie en nuestro equipo, que no quiera estar”.

Es evidente que, visto lo visto, Márquez tiene muchas dudas en la capacidad de reacción de Honda, siempre y cuando no se coma su orgullo, saque la chequera y compre talento competitivo y tecnológico europeo. Que su primer pálpito sea quedarse, no quiere decir que lo tenga decidido, ni mucho menos. Si no ve una reacción real, auténtica, como sería la llegada de auténticos genios, gurús, al proyecto alado, se irá. Pese a tener 30 años, Márquez observa que Aleix Espargaró (Aprilia) ha empezado a ganar carreras a los 34 años, tras correr más de 300 grandes premios (311).

"Jamás nos iremos del Mundial, perdiendo", asegura Honda, que dejará libre a Márquez, pese a tener contrato en el 2024, si el piloto decide abandonar la firma

“Honda ha tenido casi todo un año para trabajar”, comentó Márquez a El Periódico antes de regresar, el domingo, a Madrid. “El pasado noviembre, en Valencia, cuando probé la moto que, en teoría, debía ser el primer prototipo 2023, ya dije que era idéntica a la de ese año, es decir, cero mejoras. Y dije que estaba muy descontento. Luego, en el primer test del 2024, en febrero, en Malasia, afirmé, de nuevo, que con esa moto no pelearíamos, no ya por la victoria, ni siquiera por el podio o por meternos entre los 10 primeros, como así ha ocurrido. Han pasado seis meses y seguimos en el mismo sitio: moto poco competitiva, inestable en la frenada y cero agarre, nula aceleración”.

Hay quien piensa, insisto, que la solución al galimatías en el que se ha metido Honda por su incapacidad de reacción, por su orgullo inexplicable en un mundo tan globalizado y competitivo como ‘motorsport’, donde el trasiego de talento es continuo, sin mirar nacionalidades, puede llegar más pronto que tarde.

Una cosa está clara: a Honda se le acaba el tiempo…en el reloj europeo, que es el reloj de MotoGP. “¿Esperanza?, reacción, eso es lo que quiero ver”, sentenció Márquez antes de subirse, en Spielberg, al jet que había alquilado para regresar a casa.