ENTREVISTA AL 'ROOKIE' DE HONDA

Alex Márquez: "Yo también echo mucho de menos a Marc"

Alex Márquez (Honda), en su gimnasio de Cervera (Lleida).

Alex Márquez (Honda), en su gimnasio de Cervera (Lleida). / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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La serenidad personificada. La sensatez sobre la moto. La simpatía en el boxe. La profesionalidad convertida en excelencia. Como dice su jefe, Alberto Puig, lo mejor de los Márquez, lo mejor de Alex y la dulzura y sonrisa de mamá Alentá. Es, sí, Alex Márquez Alentá (Cervera, Lleida, 23 de abril de 1996), 24 años, casi enteros, de pura adrenalina (controlada, muy controlada) en el cuerpo y sobre la moto.

Unas ganas de aprender (sin prisas, a lo diesel) y, por supuesto, la doctrina de que no todo vale para llegar a la cima. Muy pocas veces han llovido tantos comentarios politicamente incorrectos, injustos, desafortunados, sobre el fichaje de todo un bicampeón por el mejor equipo de la parrilla de MotoGP. El ‘hermanísimo’ jamás ha abierto la boca, ni siquiera ha permitido que otros hablasen por él. Su actuación, dos podios en su año de debut, ha cerrado esas bocas.

Usted siempre ha dicho, no por sobradez, por costumbre, que no suele leer casi nada de los que escriben sobre usted. Leo muy poco, sí. Si lo dice por todo lo que se ha escrito desde el día que se anunció mi fichaje por el equipo Repsol Honda, le diré que no presto, ciertamente, demasiada atención. Sé lo que se ha escrito y dicho, pero ¿sabe que me ocurre?, que no hay nadie más crítico que yo conmigo mismo. Yo soy tan autocrítico que soy capaz de hacerme daño a mí mismo tras una mala actuación o cuando las cosas no me salen bien. Me exijo demasiado y, por tanto, no necesito leer opiniones ajenas o críticas, que son muy respetables, desde luego, para saber que lo he hecho mal o que las cosas no van como debe ser. Y, sí, así fue al inicio de mi andadura en MotoGP por eso le dije a Alberto (Puig, ‘team manager’) y Ramon (Aurin, su ingeniero de pista) que no tocasen nada de la moto, ni la mejorasen, hasta que no fuese yo mismo y me la acabase. Una vez ya fue mía, trabajamos en tratar de que fuese más competitiva. Pero, en los inicios, era yo quien fallaba y por eso les decía «tranquilos, la moto está bien, el lento soy yo». Confiaron en mí y por eso, al final, empezaron a salir los resultados y los podios soñados por todos.

"No leo casi nada. No necesito conocer la opinión de los demás. Soy tan autocrítico que hasta soy capaz de hacerme daño a mí mismo cuando sé que no lo hago bien"

Alex Márquez

— Piloto oficial del equipo Repsol Honda

Al final tuvieron paciencia con usted, confiaron en su método. Al final, no, ¡desde el inicio!, desde siempre. Tanto Alberto como Ramon y, por supuesto, los jefes e ingenieros japoneses me dieron todo el tiempo del mundo. Recuerdo que Alberto, el primer día, me dijo «tranquilo que no te va a faltar de nada, tómate tu tiempo». Bueno, me dijo más, me dijo «mira, Alex, yo duermo muy poco, así que si algo te inquieta a las tres de la mañana, me llamas y lo hablamos». Muchos creen que Alberto es un ogro, pero no es así, es muy cercano, pero, claro, tú también tienes que saber cómo conectar con la gente de tu alrededor. Me he sentido muy cómodo, muy protegido y he de reconocer que, desde el primer día, vi que me querían y que mi ‘tarannà’ les encantaba, tal vez porque venían de un año de sufrimiento muy duro con Jorge (Lorenzo), al que no le salió nada bien.

Y, encima, no ha podido contar con su hermano Marc al lado para poder echar mano de él. Pues sí, yo también echo mucho de menos a Marc en los circuitos. Seguimos juntos, él trabajando duro para volver cuanto antes, pero no es lo mismo vernos en casa, donde tratamos de desconectar y no hablar de motos, carreras, circuitos, puesta a punto y demás, que tenerlo en el otro lado del boxe, donde es fácil echar mano de él en cualquier momento o de sus datos. Ha habido momentos de duda que él hubiese resuelto en un plis plas porque esta moto es creación suya y, por tanto, en esos momentos de duda ni yo, ni ‘Taka’ (Takaaki Nakagami) ni siquiera Cal (Crutchlow) sabíamos qué ocurría y si era culpa nuestra o de la moto. Y, ahí, Marc hubiese sido vital para todos nosotros y para Honda, claro. No digo que mi adaptación hubiese sido más rápido, digo que me hubiese ido muy bien tenerlo al lado.

"La Honda, cuando vas lento, te da muchos problemas; cuando la llevas al límite, que es lo que ella pide, te puede llevar al podio"

Viniendo de Moto2, ¿qué es lo más bestia de estas motos? Todo, todo, todo (enorme carcajada vía zoom). La potencia, la aceleación, la velocidad punta, en circuitos pequeños, es una bestialidad; lo que frenan los discos de carbono da hasta pánico, eso de negociar la curva, tumbado, con el freno cogido, es de vértigo, entrar a toda leche en la curva y frenar dentro del ápice, impresiona. Y, sobre todo, los neumáticos son de chicle, ¡Dios como se agarra la moto!

Alberto Puig dice que para pilotar a tope esta Honda hay que pasar la prueba del algodón, la de ‘ay, ay, ay que me caigo’. Con esta moto hay algo que no parece real, que, cuando lo cuentas, la gente no te cree: cuando vas lento, la moto se rebela, protesta, te genera un montón de problemas. Así que, poco a poco, debes llevarla a su límite, que, en principio, piensas que no es el tuyo pero, sí, cuando pasas esa frontera del ‘ay, ay, ay, que me caigo’, y la haces tuya, ella te recompensa con el podio. Es evidente, y yo lo puedo decir con más conocimiento de causa que ningún otro piloto, que llegar a la excelencia que Marc consigue con esta moto es casi imposible. En la primera carrera de Aragón (2º tras Alex Rins), tuve la sensación de que me acercaba a esa excelencia, pero enseguida pensé que Marc aún podía sacarle mucho más partido a la moto, sí.

¿Es verdad que está muy feliz de ir, el año que viene, al equipo de ‘satélite’ de Honda del italiano Lucio Cecchinello? Vuelvo al discurso de su primera pregunta: me da absolutamente igual lo que diga y escriba la gente. Estoy más que feliz. No es un paso atrás, es un paso al lado, tengo contrato como piloto oficial de Honda, voy a un equipo más familiar, menos presión, están locos con que vaya allí y allí podré crecer, seguir aprendiendo y ser feliz. Y punto.

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