La psoriasis mina la autoestima de uno de cada tres afectados

Cuando a Ángeles Díaz le diagnosticaron psoriasis, a los 30 años -ahora tiene 47-, «no conocía ni tan solo la palabra», recuerda. «El primer médico al que fui me dijo que me podía curar, pero luego supe que no era cierto», añade. «Esto no se cura», afirma.

La psoriasis es una enfermedad de la piel, crónica, no contagiosa, caracterizada por la aparición, en cualquier parte del cuerpo, de zonas de inflamación rojas con escamas blanquecinas sobre ellas. Es precisamente su visibilidad en la piel uno de los factores que agudiza el impacto de esta enfermedad en quienes la padecen. Un reciente estudio de la Asociación de Pacientes Acción Psoriasis, con el apoyo de Novartis, desvela que el 36% de los pacientes presentan falta de autoestima y el 24% sufren tristeza a causa de la psoriasis. En el caso de Ángeles Díaz, además de la dificultad para hallar una medicación cuyo efecto perdure en su organismo contra su artrosis psoriásica, pues padece taquifilaxia -su cuerpo se acostumbra al medicamento y, pasado un tiempo, este ya no le hace efecto-, como sucede en muchas enfermedades crónicas, también pasó «por una primera etapa de rebeldía, en la que no aceptaba tener la enfermedad», afirma quien hoy preside la Asociación Acción Psoriasis.

Realizar ciertas actividades en las que hay que dejar a la vista zonas de la piel afectadas por las señales psoriásicas, como el simple hecho de ir a la playa o al gimnasio, pueden suponer un mal trago para los pacientes. «En cuanto alguien te invita a acompañarle a hacer algo de este tipo ya empiezas a imaginar lo mal que lo pasarás cuando llegue el momento. Y, muchas veces, acabas anulándolo», explica Díaz.

Según se desprende del estudio de Acción Psoriasis, los síntomas de la psoriasis afectan a la vida diaria del 70% de los pacientes. El 61% de los encuestados afirman que la psoriasis ha interferido en mayor o menor grado en su nivel de actividad social y el 50% aseguran que su carrera profesional está afectada por la psoriasis.

La visibilidad de las lesiones cutáneas fruto de la enfermedad puede generar rechazo en otras personas y eso genera afectaciones en ámbitos como las relaciones íntimas.

TERAPIA PSICOLÓGICA / Trabajar cada punto débil de esa afectación, expresando las emociones y adquiriendo estrategias para enfrentarse al día a día, son parte de la terapia que, acompañada por un profesional de la psicología, contribuye a superar los obstáculos de la psoriasis en la cotidianidad de quienes la padecen. «Uno de los problemas que nos encontramos es que la comunidad médica está muy parcelada. Es evidente que la ayuda psicológica debería formar parte del tratamiento, pero dermatólogos, neurólogos o los servicios de enfermería a los que se acude no siempre están coordinados con el profesional de la psicología, que es quien en realidad puede ayudarte a vencer todas esas dificultades, miedos y baja autoestima a las que en un momento u otro nos enfrentamos», explica Ángeles Díaz. «También es cierto que no todo el mundo está preparado para hablar con un psicólogo», añade.

Entre las pautas que la terapia psicológica comprende están acciones como «escuchar mensajes positivos cada día; premiarse cuando se logran vencer temores como quedarse en bikini en la playa o vestir un pantalón corto; realizar deporte y actividades que mejoran la autoestima y otros ejercicios de gran ayuda, como aprender a diferenciar cuándo una mirada ajena muestra rechazo o miedo -de contagio, cuando no hay suficiente información por parte del que mira-, o bien si es una mirada simplemente de curiosidad», detalla la psicóloga de Acción Psoriasis, Susana Cantalejo.

Las dificultades para dormir y la afectación en las relaciones sexuales también son definidas por los pacientes de psoriasis como importantes alteradores de sus vidas. «Cómo gestionar el estrés, que es uno de los desencadenantes de las crisis de psoriasis, es otra de las técnicas que trabajamos», señala la psicóloga.

La psoriasis afecta en torno al 2% de la población mundial. En España hay en torno a 1.300.000 de personas diagnosticadas.