Cita tecnológica en Barcelona
El Mobile más singular
J. M. BERENGUERAS / S. GUTIÉRREZ
L'HOSPITALET DE LLOBREGAT
Cuatro días (más uno) de feria de móviles dan para mucho, y más cuando las jornadas son interminables. El Mobile World Congress (MWC) acabó el jueves, pero las anécdotas que allí suceden son de las que duran hasta el año siguiente. Y en esta edición pasó de todo...
Periodistas, directivos, azafatos... A todo el mundo le suceden cosas curiosas en el MWC. Y si no que se lo pregunten al consejero delegado de la taiwanesa HTC, Peter Chou: el lunes, se subió a un taxi para ir al recinto de Gran Via, donde tenía una importante reunión. Pero se encontró atrapado en el atasco diario de turno. Al lado de su taxi pasó una Honda Scoopy amarilla, y Chou vio la luz: se bajó del taxi y preguntó al motorista si le podía llevar a la Fira. El motorista aceptó, y lo dejó además en la puerta más cercana al lugar de la reunión. HTC busca ahora a ese motorista para recompensarle, pues no aceptó el dinero de Chou.
Premio al peor inglés
Los idiomas son también otro de los grandes protagonistas de anécdotas del MWC. El inglés es la lengua oficial de la feria, aunque no todos lo hablan a la perfección. Los periodistas se las suelen apañar, pero bien es sabido que algunos asiáticos tienen algunos problemas de pronunciación. El problema llega cuando se está ante un auditorio de unas 1.000 personas: es lo que pasó en la conferencia de Huawei, donde el consejero delegado de la firma, Richard Yu, se ganó sin duda el premio al inglés más difícil de entender del salón. También sobre idiomas, Sony tuvo el detalle de usar el catalán en toda su cartelería. La estación de Europa/Fira de FGC estaba llena de anuncios de la firma japonesa solo en inglés y catalán.
Durante la celebración del congreso se produjeron 92 hechos delictivos (la mayoría robos), lo que representa un 30% menos que en el 2013.
Mientras, la foto más buscada del salón fue la de las Google Glass. Por el recinto se pudo ver a una decena de personas que se movían a sus anchas con este complemento. También había estands donde las tenían, y a la que corrió la voz, multitud de personas se acercaban a probarlas (en el mejor de lo casos, pues muchos solo iban a hacerse la foto de rigor para Twitter/Facebook). El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, fue de los que se las puso y experimentó con ellas en el espacio de Nostrum.
Los curiosos Androids (disfrazados) que se paseaban por el salón también se llevaron muchas fotos. De hecho, incluso se les pudo ver bailar al ritmo de Baby Baby, de Eight Wonder, en el estand de Intel... Otro espacio donde había bailarines (con vestimenta española) era el de la china ZTE. En este caso con música latina.
Las caras de los visitantes foráneos reflejaban a primera hora las largas cenas y copas del día anterior. Aunque hay quien prefirió montarse la fiesta dentro del MWC: el miércoles por la tarde, en el estand de la asociación griega de apps en el pabellón 8 (ese mismo que solo los más suertudos llegaban a pisar por ser el más lejano), corrieron unos cuantos litros de licor. Y si el cansancio aprieta, cabezadita en China Mobile, no problem.
¿Y cuál fue la estrella del salón? ¿Un móvil? ¿Una tableta? ¿Un wearable? No, uno de los artículos de alta tecnología más buscados fue una jarra de cerveza (de plástico) con luces de colores (made in China). Será por la bebida (se regalaba llena) o por la originalidad, pero el dispositivo hortera provocó incluso colas... Aunque no tantas como las que hubo que hacer para ver a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook.
- Las tres enfermedades que la manzanilla ayuda a combatir
- Pensionistas, solo cobraréis una parte de la paga extra en junio: esta es la razón
- Los Mossos alertan de este método de robo: "Antiguo pero recurrente
- Quién es Laura Menoyo y por qué era la visita más esperada para Daniel Sancho
- Mezcla aceite de coco y vinagre, te sorprenderá el resultado | Vídeo
- Yolanda Díaz insta a la patronal a pactar la reducción de la jornada "antes de verano" o legislará sin ella
- La Guardia Urbana rescata 14 gatos de un piso de Sant Martí
- Barcelona descarta replicar el modelo de ejes verdes al costar su mantenimiento diez veces más que en otras calles