Extracciones industriales

Minería submarina: la nueva amenaza

Ya hay 30 licencias de sondeos concedidas para la explotación de metales críticos y otros recursos en el fondo del mar

Maquinaria de minería submarina, lista para entrar en acción

Maquinaria de minería submarina, lista para entrar en acción / Nautilus minerals

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Los

fondos marinos

son una fuente de conocimiento, pero los investigadores no son los únicos que se pelean por descender miles de kilómetros bajo el nivel del mar. Empresas de todo tipo llevan años trabajando intensamente para convencer a las autoridades de las bondades de la minería submarina. Afirman que se podría convertir en un recurso clave para luchar contra el cambio climático, ya que las emisiones de gases contaminantes derivadas de su actividad serían prácticamente nulas y su impacto en el ser humano, mínimo. Esos minerales son necesarios para construir baterías de coches eléctricos o paneles solares, así como algunos medicamentos. En cambio, las organizaciones ecologistas se esfuerzan para concienciar del daño que podría provocar en los ecosistemas marinos.

Pese a las diferencias, si en algo se ha llegado a un consenso es en afirmar que aún falta mucha información para tomar decisiones acertadas. «La minería submarina puede destruir ecosistemas enteros antes de que nos demos cuenta de que existen», reza un informe de la Fundación Heinrich Böll, muy vinculada al partido alemán Los Verdes. Biólogos y geólogos trabajan a contrarreloj para suplir estas lagunas.

Funcionamiento de la minería submarina

Funcionamiento de la minería submarina / Agencias

La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, el organismo que tiene las competencias de legislar en aguas internacionales, lleva años preparando un código que regule esta práctica. Tras muchas demoras, y según anunció su secretario general, Michael Lodge, esperan tenerlo listo en 2025. Hasta ahora se han emitido unas 30 licencias de exploración (la mayoría, para China), pero ninguna de explotación.

«Es muy probable que las explotaciones empiecen en aguas jurisdiccionales de los países. Ahora mismo, Noruega está en una consulta pública sobre eso. Lo mismo pasa en las Islas Cook o en Nauru. Todo indica que la minería en las profundidades podría comenzar en un periodo relativamente corto de tiempo, probablemente esta misma década». Es el análisis que hace Francisco Javier González Sanz, experto en Geología Aplicada a los Recursos Marinos y de Medios Extremos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC).

Avances tecnológicos y amenazas

González afirma que se han producido «grandes avances tecnológicos para explotar minerales» en las llanuras abisales (ubicadas a unos 7.000 metros por debajo de la superficie) y que ya se han hecho ensayos en unas áreas pequeñas, tanto para probar el equipamiento técnico como para evaluar el impacto sobre el medio.

Aunque no se sabe con detalle hasta qué punto afectaría a las especies que viven en estas zonas, no hay duda de que esta actividad cambiaría el modo de vida de las comunidades más antiguas de las que se tiene constancia. No en vano, los fondos marinos figuran entre las últimas fronteras vírgenes del planeta. Aunque cada vez lo son menos. La ONG Oceana afirma que, si llegasen las máquinas mineras, las consecuencias serían catastróficas, y enumera alguno de los posibles escenarios: la destrucción de ecosistemas, la proliferación de sedimentos que podrían asfixiar a los organismos que se encuentran alrededor en un radio de kilómetros, la generación de ruidos superiores a 120 decibelios que generen estrés e interfieran en la comunicación de los animales, el aumento de la toxicidad del agua por las micropartículas de minerales que se quedarían en suspensión y los conflictos con el sector pesquero. Pero, si hay algo claro, es que sus efectos serían irreversibles.

Los ecologistas alertan de los impactos

Los ecologistas alertan de los impactos / Greenpeace

Fondos ricos en minerales preciados para la industria

Pese a que aún queda mucho camino por recorrer, lo que sí es conocido es el listado de materiales que duermen en las profundidades. «Se dividen en tres grandes grupos: nódulos de manganeso, costras ricas en cobalto y sulfuros hidrotermales polimetálicos. Entre esos metales están tierras raras, níquel, telurio, platino… Son elementos imprescindibles para la fabricación de coches eléctricos, baterías, paneles solares o turbinas eólicas para aerogeneradores», subraya González Sanz, que recuerda que las industrias tecnológicas necesitan «muchísima cantidad de estos metales». «Y estos depósitos que se encuentran en los fondos marinos tienen la característica de ser polimetálicos. Es decir, su contenido tiene porcentajes anómalamente altos, son una reserva muy interesante». Por poner un ejemplo, de acuerdo a datos difundidos por la Agencia Internacional de la Energía, la demanda de litio se triplicó entre 2017 y 2022.

Eso es, precisamente, a lo que se aferran las empresas mineras. En concreto, el área más codiciada es la llamada zona Clarion-Clipperton, entre Hawái y México, una enorme extensión cercana a los cinco millones de kilómetros cuadrados (el doble de lo que ocupa India). Se estima que allí habitan más de 5.500 especies diferentes, de las que en torno al 90% son desconocidas para los científicos. De hecho, solo seis se han localizado en otros lugares el globo.

Distribución de yacimientos submarinos

Distribución de yacimientos submarinos / World Resources Institute

Pero el impacto sobre las especies no es la única amenaza que preocupa a la comunidad científica. Según un informe de la ONG Fauna & Flora International, «uno de los impactos que más preocupa tiene que ver con las implicaciones en el cambio climático por la reducción de la capacidad de los océanos para reciclar el carbono». En la misma línea, Greenpeace recuerda que los fondos marinos son una gigantesca despensa de carbono azul almacenado en forma de biomasa y sedimentos. Y tiene una función vital para frenar el calentamiento global: contrarrestar las emisiones de CO2. «Las máquinas que llevarían al fondo liberarían ese carbono», lamentan.

El papel de España

España es uno de los 20 países que se han posicionado en contra de esta actividad y que han pedido expresamente que se prohíba. Ahora bien, esta postura no está reñida con el hecho de que el país podría ser clave en el caso de que finalmente se aprobase. «Tenemos una buena cantera de astilleros donde se hacen buques para la explotación marina en todos los sentidos, tanto para la preservación como para una potencial explotación», afirma González Sanz, que en su día fue una parte indispensable del proyecto MINDeSEA, una iniciativa cuyo objetivo era mapear los mares europeos para descubrir su verdadero potencial. Una de sus conclusiones principales es que hay dos áreas de especial interés: la Macaronesia (Canarias, las Azores, Cabo Verde, Madeira y las Islas Salvajes) y el entorno del Ártico y márgenes de Noruega.

Al sur de Canarias existen varias zonas de interés

Al sur de Canarias existen varias zonas de interés / Agencias

«No estamos diciendo que donde hemos visto algo haya que abrir una mina. Simplemente estamos poniendo en alerta a las autoridades de dónde hay un potencial cierto, de dónde hay que invertir más. También revelamos en qué zonas hay carencia de datos», aclara. Para completar esas lagunas de conocimiento, en el IGME-CSIC tienen actualmente en marcha dos investigaciones más que han convertido al archipiélago español en un «laboratorio vivo de experimentación y de conocimiento geológico». «No solo buscamos conocer los minerales, sino cómo interaccionan la geología y la biología en los fondos marinos», concluye.

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ENTREVISTA. Erik Simon Lledó, biólogo marino

“A nivel local, el daño resulta irreversible”

"Sabemos más de la Luna que del fondo del mar», afirma este experto del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido"

Erik Simón Lledó

Erik Simón Lledó / Agencias

El científico aclara que no se posiciona ni a favor ni en contra de la minería submarina, sino que trabaja para que las administraciones tengan el mayor conocimiento posible para decidir si aprueban o no esta controvertida actividad 

-¿Sería más sostenible esta minería que la terrestre? 

Las minas terrestres, si se manejan de una forma mínimamente sostenible (no se vierten contaminantes, se mantienen los niveles de tóxicos y después, se limpian), se cierran y a los 50 años ya hay un bosque encima. En el caso de la minería submarina, los sitios por los que pasan las máquinas no se van a recuperar. Los campos de nódulos tardan dos millones de años en formarse y son imprescindibles para la vida de muchas especies, porque son el único sustrato duro en los fondos de toda la región del Pacífico abisal.

-¿Por qué son tan valiosos los fondos marinos?

Son zonas que han estado fuera de nuestro alcance durante milenios. Son la última frontera, sabemos más de la Luna que del fondo del mar. Por ejemplo, con flora, tejidos y esponjas que se encuentran allí se fabrican antibióticos. Las llanuras abisales ocupan el 60 por ciento de todo el planeta, 20 veces más que la selva amazónica. Y si no fuera por la minería y por iniciativas de algunos centros de investigación, seguiríamos pensando que solo hay fango. 

-¿Cómo se exploran zonas tan remotas?

Con robots. Algunos los programamos para que saquen fotos o muestreen el agua. Otros funcionan con un cable que nos permite tener en todo momento imágenes en directo. Además de cámaras, tienen unos brazos para capturar animales. Lo primero, y lo más importante, es saber qué vive ahí.

-¿Cuál es el objetivo de las investigaciones?

Depende del proyecto. Por ejemplo, en temas de minería tenemos los estudios de impacto. Alemanes y americanos hicieron test en los 80 y en los 70 y ahora estamos viendo cómo están ahora esas zonas. Las marcas que dejaron las máquinas siguen ahí. A nivel local, el daño es irreversible. ¿Hasta llegar a extinguir especies? Lo veo relativo. Pero las funciones del ecosistema nunca volverán a ser las mismas.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es