Naturaleza urbana

Barcelona despliega sus azoteas verdes

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Michele Catanzaro

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Desde la planta 21 de un bloque de pisos, Mercè Armelles ve una Barcelona yerma. "Tochos, cemento, chimeneas…", describe. Cuando se encargó de la presidencia de su comunidad – tres edificios en la calle de Aragó esquina con Casanova, –propuso a los vecinos crear un jardín en el gran terrado entre los tres bloques.

Armelles se enteró de una convocatoria de ayudas del Ayuntamiento de Barcelona para la creación de 10 cubiertas verdes en edificios privados. En lo que va de año se han estrenado cinco y las otras están en construcción.

El terrado de Aragón con Casanova es una de las primeras. A partir de abril, el alicatado ha dado paso a plantas grasas, matas floridas, caminos de gravilla, dos bancos y una casita llena de palitos (un hotel de insectos). "Este espacio no tenía ninguna utilidad. Ahora vienen abuelos, familias con niños y trabajadores a la hora de comer", relata Armelles.

Contra el cambio climático

"La cubiertas verdes son una manera para adaptarse al cambio climático", afirma Lidia Calvo, directora de Eixverd, la empresa que ha ajardinado el terrado. "Retienen el agua, refrigeran el edificio, mejoran la calidad del aire, ayudan la biodiversidad e incluso pueden producir alimentos", reza Calvo.

"De las cuarenta hectáreas de verde público creadas desde 2016, una es de cubiertas verdes: las privadas del concurso - unos 4000 o 5000 metros cuadrados - y algunas públicas", explica Frederic Ximeno, generente de Medio Ambiente del Ayuntamiento.

Ya en 2014, Xavier Trias empezó a subvencionar los terrados vegetales. En 2015, se formó Cobertes Mosaic, un grupo de investigadores, colegios profesionales y empresas nacido para impulsar esta solución. Pero la idea despegó con el concurso de 2017, bajo Ada Colau, que subió la subvención al 75% del coste y le dio publicidad. Se presentaron 45 propuestas.

"En el Norte de Europa y en Estados Unidos entendieron ya hace años que el medio ambiente no es sólo una cuestión de la administración, sino también de los privados. El concurso normaliza estas actuaciones", afirma Calvo.

Armelles no tardó en convencer a sus vecinos. Los 150.000 euros del coste del proyecto se habrían gastado igualmente para en impermeabilizar el terrado y sin las tres cuartas partes cubiertas por la subvención. Los vecinos también asumieron el coste de la manutención, de varios miles de euros al año. "Un espacio verde en el centro de Barcelona revaloriza la propiedad", observa Armelles.

Suspicacias

Sin embargo, esta reacción no es habitual. ·Antes de encontrar un edificio dispuesto a esto, tuve la negativa de muchos otros", dice Jaume Ferret, comercial de la empresa Et Posem Verda, que ha trabajado en dos de las nuevas cubiertas verdes. "Que el techo no aguantará, que habrá que regar las plantas, que habrá humedad y mosquitos… hay muchos mitos sobre problemas resueltos desde hace años", afirma.

Finalmente Ferret dio con un sitio imprevisto: la azotea de las enormes cámaras frigoríficas de la empresa Frimercat, en Mercabarna. Desde Mayo, en medio de los techos grises del polígono, hay un jardín de 700 metros cuadrados con suaves ondulaciones y placas solares.

"No teníamos la más remota idea de hacer nada parecido", afirma Antonio Manzano, director general de Frimercat. "Aceptamos la propuesta por responsabilidad social y porque es algo innovador", explica.

Los fabricantes han aprovechado la escarcha que se forma alrededor de los tubos frigoríficos (más de 6000 litros de agua al mes) para regar la cubierta. La construcción costó 165.000 euros.

"Sin derribar edificios ni comprar suelo, el concurso ha generado miles de metros cuadrados de espacios verdes en Barcelona. Los privados aportan parte del coste de construcción y la manutención. Hay beneficios para todo el mundo con mantenimiento privado", observa Ferret.

Uso comunitario

Una de las condiciones del concurso es que los terrados sean de uso comunitario. Esa función sobresale en la terraza de la residencia de mayores Gran Vía Parc. Desde esta primavera, la ocupan una franja de tierra y un conjunto de mesas de cultivo.

"Una vez por semana, la ensalada de los 170 residentes se hace con productos de este huerto", afirma Eva Torralaba, educadora de la residencia. Los mayores colaboran en el cultivo. "Es algo que les divierte y les haces sentir útiles", explica Torralba.

"Cuando vi a los abuelos disfrutando mientras cortaban las hortalizas, me emocioné", dice Fernando García, de Germina, la empresa que construyó el huerto, una obra de 130.000 euros.

Otra comunidad que disfruta de una cubierta verde son los estudiantes de los salesianos de Sarrià. Una pasarela metálica que cruza el patio se ha convertido desde noviembre de 2018 en una alfombra vegetal de 200 metros cuadrados. Aquí los alumnos montan placas solares y un aerogenerador, en el marco de su curso de energías renovables.

"Se ve un poco de verde desde las ventanas de la escuela: en una ciudad con mucha contaminación y pocos espacios verdes, es muy importante", afirma el director del instituto José Abascal. La obra costó 60.000 euros.

Ordenanza de cubiertas

A principios de Julio el grupo Cobertes Mosaic publicó unas recomendaciones, pidiendo un marco normativo específico que incluya una ordenanza de cubiertas verde. “La ordenanza está a punto: el nuevo gobierno municipal deberá abordarla a partir de septiembre”, replica Ximeno.

El gerente no prevé otra convocatoria antes de 2020 pero espera que la actual sirva para romper prejuicios. Armelles coincide con él. “Me gustaría que los vecinos de Barcelona tuvieran la posibilidad de seguir nuestro ejemplo”, concluye.