El 'regreso' del tigre de Tasmania

tilacino / periodico

Antonio Madridejos
Antonio MadridejosPeriodista
ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA
Los tilacinos, también conocidos como tigres o lobos marsupiales de Tasmania, se extinguieron cuando Benjamin, un macho que vivía recluido en el zoo de la ciudad de Hobart, falleció de frío en 1936. Había sido capturado por un agricultor tres años atrás. Era el último superviviente de una aspecie que hasta el siglo XIX había sido relativamente habitual en Tasmania y que en tiempos históricos había vivido también en Australia y Nueva Guinea. Los tilacinos son ahora un conocido y paradigmático ejemplo de cómo el acoso humano puede acabar con una especie en cuestión de décadas. Si alguien quiere saber cómo eran realmente, aún tiene la oportunidad de observar varios ejemplares disecados (o partes) en museos de varios países, incluido uno completo en Madrid.
Oficialmente, tras medio siglo sin observaciones, la especie fue declarada extinta en 1986. Sin embargo, dos recientes avistamientos de animales cuadrúpedos de un tamaño similar han reanimado la esperanza de que algunos tigres de Tasmania hubieran resistido a la extinción y siguieran campando en algún paraje recóndito. Y lo más sorprendente del caso es que los supuestos tilacinos no han sido observados en Tasmania, sino en la vecina Australia, donde no se ha documentado ninguna evidencia de la especie en los últimos 2.000 años.
Hay que ser prudentes porque las leyendas sobre los tilacinos se iniciaron desde el mismo momento de la muerte de Benjamin. De hecho, desde entonces se ha informado de al menos 5.000 supuestas pistas, incluyendo pisadas, excrementos, avistamientos y fotografías siempre borrosas, que en buena parte acabaron siendo de perros salvajes o dingos (lobos australianos).
Sin embargo, algo ha cambiado en esta ocasión. Los dos avistamientos se han producido en la misma zona, la península de Cape York, un vasto territorio apenas poblado -solo algunas comunidades aborígenes- en el extremo nororiental de Australia. Y sus autores han sido un veterano empleado del servicio de parques nacionales del estado de Queensland y un excursionista con experiencia en la zona. En uno de los casos se vieron cuatro ejemplares juntos a poca distancia del observador. Aunque ambos avistamientos tuvieron lugar de noche, las dos personas ofrecieron descripciones detalladas y plausibles.
Por la información suministrada -tamaño, color de los ojos, comportamientos y otros atributos-, "no podían ser ni perros ni dingos ni cerdos asilvestrados", ha destacado en un comunicado la Universidad James Cook, en Townsville, una de las pocas ciudades próximas a Cape York. Así que el profesor Bill Laurence y otros investigadores de la misma universidad han decidido iniciar una búsqueda sistemática en la zona -aunque la ubicación exacta de los avistamientos no se ha revelado- con la instalación de 50 cámaras de activación automática. El rastreo se iniciará este mes cuando concluya la temporada de lluvias.
NUEVOS INDICIOS
A raíz del anuncio, además, se han recibido nuevos indicios, ha explicado la investigadora Sandra Abell, que supervisará la investigación. "Hay pocas posibilidades de que encontremos tilacinos -ha asumido Abell-. Pero como mínimo servirá para recopilar datos sobre los depredadores actuales de la región, y esto es beneficioso para nuestra investigación en general". Aunque no probable, el descubrimiento de tigres de Tasmania "no es imposible", añade la investigadora. Eso sí, en caso de que hubiera algún animal en Cape York, que posara ante la cámara sería sin dudas "un golpe de suerte".
La extinción de los tilacinos en Tasmania fue debida en gran medida a la persecución implacable por parte de los ganaderos, furibundos por los ataques que sufrían sus rebaños de ovejas, aunque en fechas más recientes se comprobó que eso era imposible porque los animales se alimentaban principalmente de animales más pequeños, como el wallabí, otro marsupial emparentado con los canguros. Al declive también contribuyeron la llegada de enfermedades foráneas y la colonización de la isla por perros salvajes, como recuerda Cameron Campbell en la excelente web del Thylacine Museum.
La ley australiana que declaró la especie protegida se aprobó en 1936. Evidentemente, demasiado tarde.
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