GAMBAS DE PALAMÓS

La pesca de arrastre desertiza los fondos marinos

Un estudio confirma que remover los sedimentos diezma la base de la cadena trófica y afecta a los depredadores

Un nemátodo, uno de los constituyentes más habituales de la meiofauna, observado al microscopio

Un nemátodo, uno de los constituyentes más habituales de la meiofauna, observado al microscopio / periodico

ANTONIO MADRIDEJOS / Barcelona

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La pesca intensiva de arrastre no solo afecta a las poblaciones de peces, moluscos o crustáceos de interés comercial, como las gambas o las cigalas, sino también a los pequeños seres vivos que les sirven de sustento y que forman la base de la cadena trófica. La acción de remover el suelo y alterar los sedimentos, en definitiva, modifica el ecosistema al completo y las posibilidades de recuperación son más difíciles. Así lo ha confirmado un estudio realizado por investigadores españoles e italianos que ha analizado los fondos marinos del cañón de La Fonera, cerca de Palamós.

"Sin la meiofauna, pequeños organismos que miden entre 30 y 500 micras, las gambas se quedan sin alimento y desaparecen", pone como ejemplo uno de los autores del trabajo, Pere Puig, investigador del Instituto de Ciencias del Mar (ICM), centro del CSIC en Barcelona. La actividad del arrastre afecta a la cantidad de meiofauna y a su biodiversidad, la cantidad de especies diferentes.

En el trabajo, cuyos resultados se han publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), han participado también investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la UAB (ICTA) y de la Universidad de las Marcas, en Ancona (Italia).

Cada vez más fondo

"La pesca de arrastre es uno de los métodos extractivos de recursos vivos más utilizados en todo el mundo, pero, a la vez, también es una de las principales causas de la degradación de los fondos marinos", subrayan los autores del trabajo. Esta modalidad de pesca se remonta a la segunda mitad del siglo XIV, aunque en los últimos 30 años su uso ha crecido de manera exponencial y se practica cada vez a mayor profundidad. Las gambas, por ejemplo, se llegan a pescar actualmente a 600 metros.

Remover reiteradamente los sedimentos blandos del lecho marino, como consecuencia del paso de las redes de arrastre, ha reducido en un 80% la meiofauna y en un 50% su biodiversidad. "Los efectos negativos de la pesca de arrastre -prosiguen los científicos- también son evidentes en la disminución (hasta un 25%) del número de especies de gusanos nematodos (el componente dominante de la meiofauna a estas profundidades)". Además, el estudio también revela que los sedimentos empobrecen de forma importante (más del 50%) su contenido en materia orgánica, fuente de alimento de los organismos que viven a estas profundidades.

¿Por qué Palamós?

La elección de Palamós no es casual. Por una parte, es una zona particularmente afectada que ya había sido analizada en anteriores estudios -"ahora vemos los efectos de la superindustrialización de décadas pasadas", considera Puig-; por otra, la cofradía de pescadores muestra una gran preocupación al respecto y colabora con los científicos. "Si se recupera la gamba, ganan todos", prosigue el investigador del ICM-CSIC. Por este motivo, los pescadores se están planteando redes que pesen menos y se claven menos en los sedimentos.

La acción de remover, añade Jacobo Martín, investigador del ICM-CSIC que actualmente trabaja en el Centro Austral de Investigaciones Científicas en Ushuaia (Argentina), «provoca a la larga una pérdida constante de sedimentos finos, blandos y ricos en materia orgánica, dejando un lecho marino que es más difícil que sea colonizado de nuevo».

Necesidad de 'barbecho'

Las redes no atrapan los seres que constituyen la meiofauna, pero sí provocan una suspensión de los sedimentos y modifican la estructura del suelo. Un símil, como dice Puig, son los terrenos agrícolas que, a base de pasar el arado una y otra vez, pierden el suelo fértil, las plantas tienen más dificultades para enraizar y los gusanos no pueden crear galerías. Y el problema es que no hay manera de volver a fertilizar los fondos. "Antes se pensaba que remover los sedimentos no era un problema, pero sí lo es", insiste Puig.

Anteriormente ya se habían descrito efectos de la pesca de arrastre en otros seres que viven en el suelo marino, como esponjas y corales, pero faltaba cuantificar las consecuencias sobre la base de la cadena trófica. "A base de pasar las redes por el fondo, ya no queda nada donde una vez hubo un bosque", resume Puig. "Los fondos pueden acabar volviéndose yermos si la pérdida constante de sedimento superficial perdura en el tiempo», añade Pere Masqué, investigador del ICTA-UAB.

Como se hacía antiguamente en agricultura, la mejor manera de recuperar los fondos sería someter ciertas áreas a una especie de barbecho, una temporada sin actividad pesquera, concluye Puig.