EL PARQUE TECNOLÓGICO ACOGE 120 EMPRESAS Y 3500 ESTUDIANTES

Josep Lluís Checa: "El Tecnocampus no tiene que ser una universidad de excelencia sino un centro de ciencias aplicadas"

Medio año más tarde de relevar a Jaume Teodoro en el máximo cargo técnico del parque tecnológico, el nuevo director general apunta sus ideas de futuro

Josep Lluís Checa, actual director general del Tecnocampus Mataró-Maresme.

Josep Lluís Checa, actual director general del Tecnocampus Mataró-Maresme. / POL ALFAGEME

Joan Salicrú

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Josep Lluís Checa cumple ocho meses al frente de la dirección general de Tecnocampuscargo en el que sustituyó a Jaume Teodoro, quien lo ostentaba desde 2012. A pesar de mantener una línea continuista con su antecesor, Checa anuncia un cierto viraje en la ampliación del parque tecnológico, no focalizando la ampliación en sus alrededores actuales sino esparciendo el concepto Tecnocampus por el conjunto de la ciudad y de la comarca. También apuesta por ser más proactivos en el ámbito de las empresas locales y en el campo estudiantil llama a consolidar la estructura académica después de unos años de crecimiento vertiginoso, durante los cuales la institución ha llegado a albergar 3.500 alumnos. Checa es ingeniero técnico industrial y PDG (Programa de Dirección General) por el IESE y máster en 'business research'.


Usted llega a la dirección general del Tecnocampus en un momento aparentemente dulce para la institución, puesto que las cifras de ocupación de las empresas (hay 120) y el número de estudiantes son espectaculares. ¿Usted que vienen “de fuera”: cuál cree que es la visión que se tiene del proyecto desde el exterior? 

Las organizaciones, vistas desde fuera, siempre son diferentes a como las encuentras. Toda organización tiene su dinámica, su cultura… o culturas; en el caso del Tecnocampus éste no deja de ser un sumatorio de distintas culturas, provenientes de distintos orígenes. Y de eso te das cuenta cuando estás dentro, cuando lo vives. Visto desde fuera es una institución absolutamente respetada pero poco conocida, aunque también es verdad que cuando la gente la conoce hay un gran reconocimiento de lo que se hace aquí. En realidad hay poco conocimiento del proyecto no ya fuera de Catalunya sino incluso desde Mataró y en este sentido, una de nuestras grandes tareas es proyectar lo que en un principio fue una idea, después un proyecto en crecimiento y que ahora es una realidad. Tampoco es suficientemente conocida su realidad diferencial, porque yo a veces digo que el Tecnocampus es una ‘rara avis’ cuando lo comparas con la academia tradicional: el componente de ciencias aplicadas, de transferencia, de emprendimiento… no era un eje tradicional en el ámbito universitario y aquí sí. Esto nos convierte en una especie de ‘college’ muy distinto incluso cuando nos comparamos con otros centros de toda Europa, no ya de Catalunya o de España.

O sea que no es habitual que exista un espacio universitario yuxtapuesto con un parque de empresas. Lo digo porque aquí en Mataró esto está muy asumido…

Claro, por eso lo digo, porque desde la visión de Mataró cuesta mucho situar este factor diferencial. La mayoría de universidades, en todo el mundo –algunas con más éxito, otras con menos- están intentando -o han intentado- tener parques empresariales que de alguna forma manifiesten este factor de transferencia, este factor de creación de empresa y también de proyección del talento que uno mismo está formando.

Josep Lluís Checa, director general de Tecnocampus: "El Tecnocampus no tiene que ser una universidad de excelencia sino un centro de ciencias aplicadas"

Josep Lluís Checa, director general de Tecnocampus: "El Tecnocampus no tiene que ser una universidad de excelencia sino un centro de ciencias aplicadas" / POL ALFAGEME / JOAN SALICRÚ

De todos modos, un hándicap que muchas veces identificamos es que el Tecnocampus –que es un éxito en cifras y en imagen- no está cumpliendo el objetivo para el que fue creado, que era “transformar las bases productivas de la ciudad en un momento de cambio de modelo económico”. ¿O es que esto pasó a ser un objetivo caduco, por la propia evolución del mundo industrial en Mataró, y ya es normal que los proyectos evolucionen?

Hay un factor coyuntural vinculado a un momento en que el país vivió una crisis importante. Fue en aquel momento en el cual el Tecnocampus, a pesar de esta situación de crisis, mantuvo sus cifras de crecimiento, unas cifras que le han permitido llegar al día de hoy de una forma saneada. Cuando evaluamos en clave coyuntural el efecto que esperábamos que fuera estructural… cuesta ver dónde está el peso de este factor de transformación, ciertamente. Al final la crisis ha sido un proceso de transformación que Mataró empieza ya en los años 90 y que la dinámica inmobiliaria generó una sensación de que se había transformado el sector productivo cuando, ‘de facto’, lo que se hizo es un maquillaje de una situación estructural de bajada de la actividad industrial. Visto así, aún sería peor si no tuvieras el Tecnocampus porque entonces la devastación habría sido mucho más grande. Sí estoy de acuerdo en que aún tenemos mucho recorrido en el impacto de ciudad a la hora de transferir todo este valor creando valor social a través de más ocupación y más empresa. Y aquí tenemos un reto y un deber, que nos hacemos nuestro. Esto tiene que ver con como proyectamos el Tecnocampus en toda la ciudad, incluso al propio Maresme, a través de más actividad empresarial.

"Aún tenemos mucho recorrido en el impacto de ciudad a la hora de transferir todo este valor"

Josep Lluís Checa

— Director General de Tecnocampus

-De hecho el Tecnocampus es una institución promovida por el Ayuntamiento de Mataró, que generó una fundación para hacerlo posible. ¿El ente promotor necesitaría más volumen y agrupar por ejemplo varias instituciones de la comarca?

No sé si desde la gobernanza de la institución es necesario o no ampliar los actores involucrados, en clave territorial. De entrada lo que tenemos que hacer es salir de la zona de El Rengle, donde está el parque. Esto entra dentro de la idea de “estar” en otros lugares de Mataró, con otras iniciativas, y en este sentido estamos prospectando distintas opciones. Pero trasladándolo al Maresme también pensamos que tenemos esta oportunidad. De hecho ya estamos teniendo actividad universitaria de Tecnocampus en otras ubicaciones, sobre todo desde el punto de vista deportivo –en Alella, Llavaneres o el propio Puerto de Mataró-.      

La reflexión de que el Tecnocampus esté físicamente en otros lugares además del emplazamiento del parque tecnológico es algo que en varias ocasiones se ha sugerido desde el Ayuntamiento. ¿Vuelven ahora a considerar esta propuesta?

Sí. El momento de poner en valor esta infraestructura, donde había aulas y empresas para rellenar, ya pasó y creo que se ha hecho con éxito. Ahora viene un momento, desde una cierta consolidación, de volver a ser ambiciosos y tener otras opciones de crecimiento, porque estamos jugando a una liga de la que a veces no somos conscientes, una liga de un arco que envuelve a Barcelona –e incluso de la propia Barcelona- donde se nos considera una ubicación privilegiada. Y aquí estamos compitiendo con espacios como Rubí, Sant Cugat, Terrassa… el Vallès Nord… tenemos que poner en valor otros elementos del Maresme y el Tecnocampus, en este sentido, es un gran artífice, un catalizador… de todas esas oportunidades que pueden surgir y que de hecho están ya surgiendo.

O sea que hay dos marcos de ampliación: el distrito Tecnocampus, la zona que queda al otro lado de la avenida Ernest Lluch hasta la estación de tren, y después varios espacios que salpicarían toda la ciudad.

Sí, estamos prospectando muchas opciones que no se pueden hacer públicas. Hay muchas decisiones a tomar en los próximos meses que esperamos poder ir comunicando. Si bien en la cifra de estudiantes no vamos a crecer –consideramos que ya hemos llegado a un nivel suficiente, sobre todo vinculándolo a la universidad a la que estamos adscritos, la UPF, porque es una universidad de gran calidad y nosotros queremos estar al nivel que se nos exige-, pero en desarrollo empresarial no tenemos que ponernos un límite. Tenemos que ser capaces de poner en valor esta transferencia a puestos de trabajo del territorio.

Y sobre el Distrito Tecnocampus físico, entendido como la ampliación hasta el Puerto. ¿Cómo está esta cuestión? Había un momento en que todo esto parecía inminente…

Yo no lo calificaría de forma taxativa como distrito Tecnocampus. El distrito Tecnocampus tiene que ser más un concepto que una ubicación física. Es un espacio a ir creando, hacia Vilassar por un lado y hacia el polígono Balançó i Boter y la zona de Iveco-Pegaso por el otro, sin una delimitación determinada. Siempre teniendo en consideración a los privados; la colaboración público-privada es fundamental para el desarrollo del Tecnocampus. Intentaremos que esta participación de la ciudad en el proyecto también venga por aquí, por privados que quieran trabajar en la ampliación del Tecnocampus. De hecho el Barcelona Maresme Businees Club  acaba de presentar un manifiesto en este sentido, de desarrollo de ciudad, y nosotros queremos estar a la altura porque se nos invocaba como el instrumento para hacer esta articulación.

¿Pero cuando empezaremos a ver la construcción de nuevos edificios? Lo deja un poco en el aire, usted…

De momento estamos prospectando espacios que ya existen y sobre todo intentando alinear necesidades concretas de hoy para tener soluciones para mañana mismo.  No proyectar elementos de construcción a largo plazo sino de momento identificar espacios cerca del Tecnocampus, como el edificio de PUMSA en El Renge donde implementamos la escuela de salud y que ahora mismo estamos a punto de saturar en gran medida con otras iniciativas empresariales. Es por eso que queremos ir viendo espacios que estén construidos o en construcción, y que en algún caso pueden pasar por la participación con privados, que también puedan aprovecharse de la rentabilidad que surja.

Porque el nivel de demanda, ahora mismo, por parte de las empresas, ¿cómo está? ¿Hay peticiones como para doblar el número de empresas albergadas en Tecnocampus?

Ahora mismo tenemos alojadas 122 empresas en el parque y podríamos llenar el doble de espacios a partir de la demanda existente, sí. Hemos tenido un gran efecto llamada, desde el punto de vista incluso de visualización, que hace que Mataró sea un elemento atractivo, que se esté volviendo a ver como un lugar interesante para venir. Las empresas no vienen aquí por un tema de precio, porque sea más barato que en Barcelona, sino que valoran mucho el concepto institucional, por ejemplo; no es lo mismo un ‘business center’ que un Tecnocampus. También el componente ‘plug & play’, es decir, esta idea de poder instalarse de forma muy automática por parte de las nuevas empresas, porque ya está todo preparado. Más cosas: el ecosistema relacional que se establece con otras empresas, el puente que creamos entre academia y empresa, la capacidad de captar talento (cada vez para las empresas es más difícil captar talento) y el tener un instrumento académico como el nuestro es muy bien valorado.  

"Ahora mismo tenemos 122 empresas alojadas en el parque y a partir de la demanda podríamos llenar el doble de espacios"

Josep Lluís Checa

— Director General de Tecnocampus

Por la parte de la universidad, ¿cuál es su diseño como nuevo director general? ¿Hacia dónde tienen que caminar estos estudios universitarios? 

Tenemos tres escuelas que son tres ecosistemas y cada una tiene sus oportunidades de desarrollo. En general hay un tema transversal que es la mejora de la calidad, fortalecer aún más nuestra huella en términos de calidad. Desde el punto de visto de oferta académica, he dicho que no creceremos en estudiantes pero me refería a estudiantes de grado, el universo que viene del segundo ciclo de Formación Profesional o de Bachillerato. En cambio vamos a dirigirnos más a ciclos de posgrado, a formación continuada, a formación “a la carta” para empresas que tengan requerimientos específicos… debemos tender a muchos másteres que tenemos que ubicarlos bien en el mercado. Algunos de ellos están muy ‘targetizados’ y tenemos que insistir en ello, porque son masters muy profesionalizantes. Es la línea en que vemos que tenemos que trabajar, de forma genérica. Después, en función de cada una de las escuelas, hay planteamientos distintos. Por ejemplo, en la Escola Politècnica tenemos un reto –que es general de toda la academia- que es la bajada de vocaciones en las ingenierías, en la informática… es un reto que debemos afrontar porque si nos creemos el reto de la cuarta revolución industrial -la tecnología como un elemento clave dentro de la industria que tiene que transformar Europa- no nos podemos quedar sin generar ese talento, que además en estos momentos es terriblemente escaso y que provoca oportunidades laborales muy claras y muy rotundas.

De hecho, este es el motivo por el cual surgió la Escola Universitària Politècnica de Mataró en los años 80: estimular las vocaciones en este campo, teniendo en cuenta la base industrial que tenía la ciudad años atrás y la necesidad que tenían las empresas de estos nuevos perfiles. Volvemos a lo de antes: tenemos unas cifras espectaculares pero no hemos conseguido que el Tecnocampus sirva para lo que se diseñó…

Bueno, estamos llevando a cabo varias iniciativas para remediarlo. Para fomentar la inclusión de la mujer, por ejemplo, en las carreras técnicas; en la medida que decimos que son carreras de futuro no podemos dejar fuera la figura de la mujer porque decimos que “no es dada a incorporarse a carreras técnicas”. Tenemos que hacer cosas, y tenemos programas específicos como el TecnoGirl, para promover vocaciones científico-técnicas. También estamos estudiando becas muy específicas en este sentido, dentro del programa general de becas que estamos rediseñando ahora mismo.

De todos modos, en relación a lo que insistías en preguntar, sobre el impacto en el territorio, no es solo un problema del Tecnocampus ni de Mataró, sino que viene del efecto deslocalizador que provoca la globalización, al promover que el empresario se vaya a producir allá donde le fuera más beneficioso. Esto ha producido una ruptura en el tejido industrial tradicional –Mataró, como ciudad industrial, ha sido una de las que más lo ha notado- y ahora las corrientes de pensamiento, en relación a producción y sistemas de producción están apostando por un retorno; hablo de Europa, como mínimo. El concepto de industria 4.0 de Alemania ya piensa en este retorno del liderazgo industrial a Europa. Y nosotros, como ciudad industrial, tenemos también que auspiciar este retorno generando nuevo talento desde el Tecnocampus.

Ha hablado usted de las becas y aquí también hay una paradoja puesto el Tecnocampus es un proyecto público pero el coste de las carreras es de universidad privada, aunque los centros estén adscritos a la UPF, que es una universidad pública. En una universidad pública los estudiantes del Tecnocampus pagarían una cuarta parte de lo que pagan aquí. ¿No chirría un poco, este modelo?

Llevar lo que pagan los estudiantes a un precio público implicaría cambiar el modelo de relación actual; significaría tener unas transferencias desde la administración que sirven para compensar la estructura global. Es difícil que encontremos este encaje; acabaríamos siendo algo distinto a lo que somos ahora. La pregunta que tenemos que hacernos es si tenemos que cambiar solo para poder bajar el precio de las matrículas. A fecha de hoy, para poder demostrar que estos precios también tienen una reversión en el territorio, debo decir que el año pasado dedicamos 890.000 euros a becas, del fondo propio de Tecnocampus. ¿Podríamos hacerlo si no fuéramos lo que somos? No, no podríamos hacerlo; no tendríamos esta capacidad económica.

"Es incompatible mantenir nuestra singularidad y ser más UPF. No tenemos que perder nuestro ADN"

Josep Lluís Checa

— Director General del Tecnocampus

Y por otra parte, ¿no tendría sentido ir un paso más allá en la integración a la UPF y pasar a ser un campus más, después que las tres escuelas del Tecnocampus pasaran a ser centros adscritos en 2014? ¿No es posible mantener la singularidad del proyecto y a su vez ser más UPF? Ustedes representan ya una cuarte parte de los estudiantes de la UPF…

Yo creo que sí, que es incompatible. Por trayectoria, por cultura y por vocación. No tenemos que querer ser lo que no somos ni lo que no queríamos ser. Tenemos la suerte de estar adscritos a una universidad que nos da un nivel de calidad educativa y de estándares de primer nivel, reconocido en los rankings internacionales. A partir de aquí, debemos poner en valor las capacidades propias y diferenciales que tiene el Tecnocampus, una estructura de emprendimiento que permite a los estudiantes pasar de las aulas a las empresas. Tenemos muchos casos de éxito, donde hemos demostrado que esto pasa. Los premios Creatic, con 18 ediciones, lo atestiguan, también. No tenemos que perder nuestro ADN ni querer ser una universidad de excelencia -en el sentido de centrada en la investigación básica- sino un centro de ciencias aplicadas, un ‘college’ que mira más a la transferencia directa; incluso en el ámbito de los investigadores se nos está reconociendo que es un modelo a seguir. Esto enlaza con el nuevo programa marco de la Unión  Europea de políticas de investigación, que confirma un giro hacia el elemento de transferencia a las empresas. En este contexto nosotros aún nos visualizaremos mejor.        

O sea que los tiempos van dando la razón a la orientación del proyecto, aunque al principio esta apuesta costara un poco de entender a todo el mundo.

Sí, por ejemplo el Ministerio de Educación ha anunciado la creación de un sexenio de investigación orientado no a la investigación básica sino a la investigación de transferencia e innovación. Había mucha investigación básica y poca investigación aplicada. Este nuevo sexenio que lanza el Ministerio nos posiciona –y a las personas que hacen investigación aquí aún más-. Probablemente el modelo público de excelencia deberá acercarse a lo que nosotros representamos y empezar a hacer esta mirada a la transferencia aplicada, a la incidencia en empresa.

Ahora que hablaba de otras administraciones, otro déficit histórico del Tecnocampus es que no ha conseguido que la Generalitat sea un actor que participe del financiamiento del proyecto. De hecho no participó en nada más que en la construcción del edificio de Cetemmsa, ahora Eurecat, yuxtapuesto al parque tecnológico. ¿Qué le pide usted a la Generalitat, ahora?

Precisamente hace poco estuvo aquí la ‘consellera’ Chacón, de Industria y Universidades, y estuvimos debatiendo de esto, sobre qué instrumentos podíamos tener, sin perder nuestro ADN, considerando –y así nos lo dijo- que éramos algo “no solo bueno” sino incluso “necesario”. El mensaje sería como tener más Tecnocampus en toda Catalunya con esta visión de incidencia en el territorio. Y estamos prospectando varias fórmulas que pasan no por devenir una universidad pública pero si por reconocer nuestra vocación pública y la incidencia territorial. Debemos encontrar instrumentos y lo haremos, por ejemplo a través del financiamiento de proyectos, programas y de actividades concretas.       

"La Generalitat reconoce que somos algo 'no solo bueno' sino incluso necesario. Estamos mirando como colaborar"

Josep Lluís Checa

— Director General de Tecnocampus

Todo lo que ha dicho no es demasiado rompedor respecto la línea de Jaume Teodoro cuando éste ostentaba la dirección general del proyecto. ¿En qué se notará su mirada, en qué pondrá el acento Josep Lluís Checa?   

No es un objetivo personal sino grupal, el que tenemos que conseguir. Yo tengo la sensación que debemos consolidar ciertos aspectos de la academia, que ha crecido muy rápidamente; ahora toca consolidar estructuralmente. Son cosas que no lucen, que no se ven, pero que son necesarias. Tengo también la vocación de conseguir albergar más actividad industrial en este ecosistema, a mejorar el valor que estamos aportando a las empresas, a crear un puente más fuerte entre universidad y empresa, y no solo con empresas nuevas e innovadoras sino empresas del tejido productivo del Maresme que ya existen y que deberían sentir la frase de “¿En qué podemos ayudarte?” en boca nuestra. Esto lo he echado en falta, el haber ido a las empresas a ofrecernos. A partir de ahora debemos ser más proactivos. 

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