El éxito de medidas que se saben negativas

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LUIS MIRAVITLLES. IQS EXECUTIVE EDUCATION. UNIVERSITAT RAMON LLULL

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Estas primeras semanas de septiembre una de las noticias que más espacio a ocupado en los medios internacionales es la amenaza de Donald Trump a la OMC de limitar las importaciones de productos provenientes de terceros países, especialmente de China. Es posible que cuando este artículo vea la luz, la medida ya se haya hecho efectiva, aunque también es posible que no. Entre lo que anuncia y luego hace Trump suele haber siempre una distancia considerable. Este sería el segundo tipo de medidas de Trump orientadas al proteccionismo de sus fronteras, después de las relacionadas con las limitaciones a la inmigración que, hay que decir que, de momento, han sido menos drásticas de lo que anunció.

La amenaza ha sido condenada de forma general, esgrimiendo las dos principales repercusiones que tales medidas podrían tener, el aumento de la inflación en el país y el encarecimiento de las exportaciones con las consiguientes pérdidas para las empresas exportadoras americanas. Sin embargo, dado que sobre esto ya se ha escrito mucho y por profesionales muy competentes, a mí me gustaría dar otro enfoque a este artículo, matizando un poco el tema y después, llamando la atención sobre las causas que han provocado que se llegue a la situación actual de tensión.

Cuando hablo de matizar, me gustaría destacar dos aspectos: el primero de alguna forma ya lo he comentado, un poco más arriba. Los anuncios que hace Trump hay que interpretarlos como lo que son, es decir, al menos en parte, mensajes para el consumo interno dirigidos a mantener su imagen entre el electorado americano. El segundo aspecto está relacionado con el peso de comercio con EEUU. El último estudio publicado, elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), dice que las exportaciones en España alcanzaron en el 2017 un peso del 21,6% sobre el PIB. Del total de exportaciones, aproximadamente el 35% se produjeron a países de fuera de la UE y, de estas, poco más del 10% fueron a EEUU. En conjunto, las exportaciones a EEUU representan menos del 1% del comercio total en España. El problema sería más importante si la posición de Trump generara una escalada de tensión en todo el mundo y las medidas se generalizaran, pero eso es un poco más complicado que suceda.

El problema de fondo

Una vez matizado el tema, me gustaría acabar este artículo llamando la atención sobre lo que a mi me parece el problema más de fondo, ¿por qué este tipo de medidas, que parece que todos los analistas están de acuerdo que son negativas, tienen tanto éxito entre el electorado? Creo que hay tres razones para ello. La primera, tiene que ver con una interesante leyenda de origen anónimo y que les resumo brevemente aquí: “Cuenta la leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron y, después de conversar durante unos minutos cerca de un lago, decidieron desprenderse de sus ropas y darse un baño. Un rato después salió la mentira del lago, se vistió con las ropas de la verdad y se fue. La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropa y todos se horrorizaron al verla. Es así como aún hoy en día, la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad que la verdad al desnudo”. Dicho de otra forma, en esta sociedad actual de la posverdad, el ciudadano prefiere ser engañado con una versión edulcorada de la realidad que con la verdad, lo cual es un excelente caldo de cultivo para el populismo.

La segunda razón es la falta de perspectiva. Aunque a algunos les pueda extrañar, es más que probable que las medidas proteccionistas de Trump, a muy corto plazo, den resultados positivos para sus ciudadanos. Si se encarecen las importaciones, la primera reacción del consumidor será empezar a comprar más producto local y eso generará un efecto positivo sobre las empresas americanas, y sobre el empleo. Por supuesto, a medio-largo plazo la falta de competencia hará que los precios suban, generando una espiral de inflación, pero para cuando el ciudadano americano empiece a notar los efectos, es más que posible que Trump haya ganado ya las siguientes elecciones. Y, si no lo hace, lo más probable es que las culpas se las lleve el siguiente presidente.

Aprender la lección

Por último, la tercera razón tiene que ver con el hecho de que, en los últimos años, las corrientes que han dominado el mundo desarrollado, tanto la claramente socialdemócrata, como la liberal con tintes sociales, han fracasado en su enfoque de los dos grandes retos que afronta el mundo, la globalización económica y los movimientos migratorios, y tienen que asumir sus errores. Está muy bien defender que las economías en desarrollo tengan las máximas facilidades para acceder a los mercados desarrollados y de esta forma, introducir competitividad en el mercado interior, al tiempo que progresan las economías en esos países. Pero esto no puede, ni debería haberse hecho mirando hacia otro lado, mientras esa competitividad se consigue a costa de flagrantes violaciones de los más elementales derechos humanos y con un desprecio total por el medioambiente, al tiempo que en los países desarrollados se incrementa exponencialmente el nivel de exigencia en estos mismos temas. En esa combinación está el origen del crecimiento de la desigualdad en occidente y la precarización de una parte de su sociedad y eso es lo que ha propiciado el resurgimiento de los populismos. Deberíamos aprender la lección.