Ser más competitivas y a prueba de crisis

Tras la crisis, toca recuperar el tejido productivo en cantidad, pero también en calidad. Nuestras pymes deben ser más fuertes, más competitivas y más resistentes a nuevas crisis

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JOSEP GONZÁLEZ. PRESIDENTE DE PIMEC

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Tenemos un gran reto para los próximos años. Durante la crisis han desaparecido unas 85.000 empresas que daban empleo a 250.000 trabajadores. Ahora nos toca no solo recuperar el tejido productivo en cantidad, sino también en calidad. Debemos conseguir que las pymes sean más fuertes, más competitivas y hacerlas más resistentes a nuevas crisis. Tenemos que conseguir que ganen en dimensión.

Desde PIMEC hace años que alertamos de que la pyme catalana es más pequeña que la del conjunto europeo. Concretamente tiene una dimensión media de 3,5 trabajadores, por debajo de la media de la UE-28, que es de 4,2, y ligeramente por encima del conjunto español, que es de 3,4. Frente a estos registros, en Alemania, uno de los países con un tejido empresarial más competitivo del mundo, la dimensión media de las pymes es de 7,6 trabajadores. En el Reino Unido es de 5,6; en Dinamarca, de 4,9; y en los Países Bajos de 4,4, por poner algunos ejemplos.

Esto es así, especialmente, porque el entorno no lo ha favorecido, e incluso me atrevería a decir que lo ha impedido. Hace ya más de medio año que el Gobierno central identificó más de 100 leyes que frenan el crecimiento empresarial. En concreto, especificó 130 obstáculos regulatorios relacionados con las materias laboral y fiscal.

Desde entonces, el ministro de Economía y Competitividad ha expresado su buena voluntad y le hemos oído diferentes anuncios que van en esta línea. Celebramos, por ejemplo, reducir la representatividad sindical de las pequeñas y medianas empresas como una de las palancas para que puedan ser más grandes, o modificar los umbrales para la calificación de una empresa como media y, consecuentemente, sus obligaciones y cargas fiscales y laborales. Sin embargo, todo esto, que valoramos y que hace muchos años que reclamamos, desgraciadamente sigue pendiente de ejecución.

La guinda del pastel

Asimismo, echo en falta otros anuncios encaminados a hacer una verdadera apuesta para acabar con la lacra de la morosidad. Desde la aprobación de la ley contra la morosidad, y gracias a nuestra insistencia, se ha reducido el plazo de cobro medio de las pymes de 93 días en el 2009 a 79 en el 2015. Esto implica una mejora muy importante de los recursos financieros disponibles para las pymes, que no deberían endeudarse tanto a corto plazo para poder hacer frente a sus necesidades de tesorería. Hemos avanzado pero falta la guinda del pastel: aplicar de una vez por todas el prometido régimen sancionador para las empresas morosas que, casualmente, siempre suelen ser grandes. Es inadmisible que las grandes empresas se continúen financiando a través de las pymes y, por tanto, la solución de la morosidad es clave para mejorar la estructura financiera y patrimonial de las pequeñas y medianas empresas.

También hay que tener en cuenta la productividad. La devaluación interior de los últimos años ha supuesto una ganancia de productividad del trabajo. Entre el 2011 y el 2105, los gastos de personal solo aumentaron un 1,4% en las pymes, mientras que el valor añadido por trabajador subió un 10,1%. Esta ganancia de productividad es, sin embargo, un espejismo, porque es posible a costa de mantener artificialmente bajas las rentas del trabajo. No podemos defender una subida radical y automática de los salarios, pero sí es hora de poner en marcha un debate serio sobre esta cuestión, que también afecte a temas como las cotizaciones sociales y las contribuciones que los empresarios hacemos en ámbitos como la formación o la prevención de los riesgos laborales, la gestión de los cuales en beneficio de trabajadores y pymes es muy cuestionable.

Es fundamental para la competitividad del país mirar hacia el exterior. Las pymes tienen un grado de internacionalización inferior al de las grandes empresas. Nuestros anuarios muestran como solo un tercio de las pymes manufactureras son exportadoras, una cifra que baja más en el caso de las microempresas. En cambio, el 42% de las empresas medianas exportan y el 87% de las grandes, también. Es decir, existe una estrecha relación entre tamaño empresarial y exportación. Las pymes tienen más dificultades para acceder a la información sobre mercados exteriores, así como para contratar personal cualificado y afrontar el riesgo de vender productos y servicios a mercados lejanos y desconocidos. El entorno internacional es cada vez más proclive al proteccionismo, con la mayoría de procesos de integración comercial parados o en retroceso, empezando por la propia UE con el Brexit. Esto aún complicará más el proceso de internacionalización de nuestras empresas en los próximos años.

La innovación es rentable

Por otra parte, las pymes catalanas también deben mejorar su grado de innovación. Es la única manera de hacer crecer la productividad de manera real, sin devaluar los salarios. Los anuarios de PIMEC demuestran como las pymes con más innovación y tecnología exportan más, son más rentables y productivas. Si antes veíamos que, en promedio, solo un tercio de las pymes son exportadoras, esta cifra asciende al 42% en el caso de las pymes con una alta intensidad tecnológica.

La rentabilidad de las pymes con más tecnología es dos veces más alta que la media de las pymes catalanas. También gastan un 25% más en personal, pero, en cambio, tienen un 45% más de productividad del trabajo. Por lo tanto, la innovación es un instrumento clave no solo para mejorar la competitividad de nuestras empresas, sino también para alcanzar los objetivos sociales de mejores salarios y calidad de vida que todos compartimos.