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"Yo no tenía experiencia en relaciones y al principio pensé que el amor era eso: celos y control"

Laia, con tan solo 15 años, una relación marcada por los celos y el control

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Mireia Recasens

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Los celos y el control son el denominador común de muchas situaciones de violencia machista. Laia lo vivió con tan solo 15 años. Ni siquiera se imaginaba que este tipo de violencia no entiende de edades. Aquí nos cuenta su historia y como lo superó.

-¿Cómo empezó la relación?

-Nos conocimos a través de una red social hace dos años, cuando tenía 15. Él tenía dos años más que yo. Hablábamos a todas horas hasta que un día me dijo de quedar después de clase y yo le dije que sí. Estuvimos tres semanas viéndonos mucho y todo iba muy bien, nos gustábamos y él era muy atento conmigo.

-¿Cuándo viste que lo que hacía no estaba bien?

-A partir del mes noté que se enfadaba muy a menudo. Cualquier tontería era motivo de enfado y nada de lo que yo hacía le parecía bien. Me hacía comentarios tipo “eres muy mala novia”, “quieres más a tus amigos que a mí”, “no haces nada de lo que yo te digo”. Empezó a hablar mal de mis amigos, decía que todos eran unos críos y que prefería quedar conmigo a solas. También empezó a criticar mi forma de vestir, que los pantalones eran demasiado apretados, que enseñaba demasiado, que lo único que quería era provocar a otros chicos, etc.

-¿Cómo te sentías?

-Me hacía sentir mal porque yo no creía que me lo mereciese y además me hacía sentir culpable de que las cosas no fueran bien entre nosotros. Consiguió que me separase poco a poco de mis amigos y al final solo le tenía a él.

-¿Cómo lo paraste?    

-A los cuatro meses le llamé por teléfono y le dije que necesitaba tiempo ya que no parábamos de discutir y yo lo estaba pasando muy mal. Él me rogó que quedásemos para hablarlo en persona y acabé accediendo. Cuando nos vimos empezó a insultarme y a agarrarme con fuerza. No sé cómo se lo hacía, pero me gustaba tanto que siempre acababa volviendo con él por muy saturada que estuviera. Hasta que fui consciente que esto era maltrato psicológico y que tenía que decir basta. Un día me levanté y le bloqueé de todas las redes sociales y del móvil.

-¿Acabó aquí?

-No. Después de bloquearle empezó a acecharme. Casi cada tarde me esperaba a la salida del instituto. No se acercaba a hablarme solo me miraba a lo lejos para que yo supiera que él estaba allí vigilándome.  

-¿Pediste ayuda?

-Al principio pensé que se cansaría y además yo no quería contarlo en casa para no preocupar a mis padres, pero al cabo de dos semanas no aguanté más y les expliqué toda la historia.

-¿Cómo reaccionaron?

-Estaban en 'shock', tristes y sorprendidos porque no se podían ni imaginar que hubiera pasado por todo esto. Pero en seguida buscamos soluciones. Fuimos a la policía a poner una denuncia. La denuncia no llegó nunca a juicio porque la policía habló con los padres del chico y desde entonces no hemos tenido ningún otro contacto. Alguna vez nos hemos cruzado por la calle, pero ni nos miramos.

"Perdí la confianza. Me infravaloraba. Además, consiguió apartarme de todos mis amigos"

Laia

-¿Cómo te afectó haber vivido esto?

Perdí la confianza conmigo misma, me infravaloraba, no me creía capaz de nada. Además, consiguió apartarme de todos mis amigos y estando así me costaba mucho volver a acercarme a ellos. La adolescencia ya es complicada de por sí, si además le sumas haber vivido este maltrato psicológico aún es más difícil. Fui al psicólogo - aún voy de vez en cuando - y esto me ayudó a hablar sin tapujos de lo que había sufrido y poco a poco volver a confiar en mí y, sobre todo, aceptar que lo que pasó no fue culpa mía.

-¿Creías que esto podía pasarte a ti?

-La verdad es que ni me lo había planteado. Con 15 años no tenía experiencia en relaciones y al principio pensé que el amor era eso: celos y control. Que actuaba así porque yo era importante para él. No me imaginaba que la violencia machista también pasase en la adolescencia, pero pasa en todas las edades porque aún vivimos en una sociedad muy machista.

-¿Qué crees que debe cambiar?

-La tolerancia que aún hay frente a la violencia contra las mujeres. Los comportamientos sexistas y machistas tienen que acabar porque ya no vivimos en la época de nuestros abuelos. Si estamos tan avanzados en ciertos ámbitos también tenemos que avanzar en esto. Necesitamos que desde pequeños nos enseñen que todos somos iguales y que tenemos que respetarnos, seamos hombres o mujeres.