EL DEBATE SOBRE EL ACCESO A INTERNET DE LOS MÁS PEQUEÑOS

Guadalupe Romero: «Si no se hace mal uso, el móvil me parece una buena herramienta»

Guadalupe Romero y su hija Paula, en su domicilio de una urbanización del Baix Llobregat.

Guadalupe Romero y su hija Paula, en su domicilio de una urbanización del Baix Llobregat.

EVA MELÚS

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El móvil de Paula fue el gran y esperado regalo de cumpleaños de los 10. «Fue en febrero del año pasado. Íbamos a esperarnos a la comunión, pero las circunstancias hicieron que lo adelantáramos un poco», explica su madre, Guadalupe Romero. Básicamente, las circunstancias son que su madre vive en una urbanización de un pueblo a 20 kilómetros de Barcelona y que su hermana pequeña, Martina, no pudo matricularse en el mismo colegio que ella, lo que implicaba pasar 10 minutos sola todos los días al salir de clase. Unos meses después, sus padres se separaron y el móvil se convirtió en la vía directa de los padres para hablar con ella cuando está con el otro progenitor.

Los padres podrían haber optado por un teléfono normal, sin conexión a internet. «Pero que el teléfono sea una ayuda para mí y para mi tranquilidad no significa que Paula no pueda comunicarse con sus amigas por Whatsapp o incluso por Instagram. Si no se hace un mal uso, el móvil me parece una buena herramienta para niños», opina la madre.

Paula pasa muchos veranos en un pueblo de Extremadura. Allí, explica su madre, los niños disfrutan de más libertad que en la ciudad y el móvil, un regalo típico de comunión, es la forma que tienen las madres de saber en todo momento dónde están sus hijos. «Cuando estaba allí, Paula me llamaba desde el móvil de su prima, dos años mayor. Le gustaba mucho», recuerda su madre.

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Los padres de Paula buscaron un 'smartphone' con un precio de algo más de 100 euros y que hiciera buenas fotos. «Tenía claro que no sería un móvil de alta gama», asegura Romero. Contrataron llamadas ilimitadas a los números de su padre y de su madre, más 500 Mb de internet. «No es mucho, pero es suficiente para que ella pueda comunicarse», añade.

Los padres de Paula conocen su contraseña. «Sus wasaps son privados y no los miro, pero hemos pactado que si percibe algo raro, que me lo diga», explica la madre, quien hace un año se dio de alta en Instagram para poder ver lo que cuelga su hija. «La verdad es que ella ya ha dejado de colgar y yo ya no miro, porque estoy tranquila. Ahora está más por los videos musicales de Ricky MartinSebastián Yatra o los 40 Principales. También busca experimentos de ciencia caseros», revela.

Paula es una buena estudiante, con una media de calificaciones de excelente. Su madre asegura que ni su rendimiento ha bajado ni se ha enganchado al móvil. «No está demasiado con él, pero a veces se emboba. No hay que olvidar que tiene 10 años y hay que estar encima, pero tanto su padre como yo le decimos que con media hora es suficiente. En casa ya tenía ordenador y acceso a internet, así que el 'smartphone' no ha sido una gran novedad», explica Guadalupe Romero.

En el colegio de Paula está prohibido usar el móvil, incluso a la hora del patio y a la del comedor. «Ella lo apaga y lo vuelve a encender cuando sale», cuenta la madre. De su grupo de quinto, aproximadamente la mitad de la clase tiene un 'smartphone'. «Sólo las niñas. Los niños están por otras cosas. Están más por la Play», revela Paula. 

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