EL DETERIORO DE LA CAPITAL DE CUBA

La Habana, en la UVI

La ciudad se derrumba. Desde los años 70 no se ha ejecutado ningún plan de rehabilitación. Hasta los expertos consideran un milagro que algunos edificios sigan en pie. Y, en este tiempo, los habaneros ya se han acostumbrado a vivir entre ruinas.

EDIFICIOS CON ANDAMIOS. La Habana también es un estado de ánimo, el de sus habitantes, que se han tenido que adaptar a una  ciudad en derribo.

EDIFICIOS CON ANDAMIOS. La Habana también es un estado de ánimo, el de sus habitantes, que se han tenido que adaptar a una ciudad en derribo.

HUGO L. SÁNCHEZ

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Deambula por el malecón, así lo aseguran, un mítico vendedor de cucuruchos de maní tostado que advierte, a cada uno de sus clientes, de la urgencia de abandonar La Habana antes del cañonazo que anuncia, desde el siglo XVIII al anochecer, el cierre de las puertas de la muralla porque -dice- con el solo retumbar lejano de ese cañón colonial la ciudad se va a derrumbar de a cuajo.

Es una exageración más en esta isla exagerada, a estilo de los cubanos que disfrazan de bromas aquello que más los atormenta porque piensan que la risa es el mejor amuleto para espantar la adversidad. A veces tienen razón.

También Silvio Rodríguez, en 'Te doy una canción', una de sus composiciones más versionadas, se refiere por igual a que «Si miro un poco afuera, me detengo:/ la ciudad se derrumba…» mientras él canta. Es un texto de febrero o marzo de 1970, alude al amor, pero ya desde entonces de alguna manera el autor en su simbología infería que todo se venía abajo aunque luego él cambiara de parecer y no el destino de La Habana.

BRAMIDOS Y DESPLOMES

Desde entonces y cada día más, en la medida en que el deterioro crece, los habaneros le ruegan a San Isidro Labrador que quite el agua y ponga el sol; le imploran a Santa Bárbara bendita que no truene y a la Caridad del Cobre, patrona del país, que por lo más que ella quiera espante de aquí a los ciclones que, después de la desidia de las autoridades, es lo peor que les pudiera ocurrir dado que aquí no hay terremotos y sí soplidos bestiales de huracanes y las aguas reblandecen las casas y vienen los desplomes, precedidos de bramidos.

Sería ingenuo pensar que el derrumbe en que se halla la capital, fundada alrededor de una ceiba el 16 de noviembre de 1519, no se debe a un roñoso plan de las autoridades nacionales contra la ciudad, a una desidia programada, un odio visceral.

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A inicios de los años 60, recién estrenada la revolución, el Gobierno hizo dos planes para embellecer arterias comerciales. Se llamaron 'Belimbo(Belascoaín Limpio y Bonito) y 'Montelimbo', que quería decir lo mismo, pero aplicado a la calle del Monte.

Se ejecutaron, tuvieron éxito -un brillo aquí, otro allá-, y se olvidaron para siempre al punto de que la única solución que existe hoy para la calle del Monte consiste en entrar con un buldócer por una punta y no parar hasta salir por la otra. Ya no tiene rescate posible.

AÑOS 70: ÚLTIMO PLAN DE REHABILITACIÓN

Unos 10 años después, en los años 70, se realizó hasta el presente el último plan de reanimación urbanística que mejorara la imagen de la ciudad. Quienes nacieron entonces ya pasan de los 40.

Los bomberos definen algunos edificios como en «estática milagrosa». Es decir, que desconocen por qué no se han desplomado y solo lo pueden atribuir a un milagro.

Y como los habaneros viven en las ruinas, ya sabemos que por mecanismo de defensa se burlan de su situación. Dicen que La Habana es la ciudad del mundo donde más arqueólogos viven. "Si algo sobra en la ciudad son los derrumbes", escribió el novelista cubano Abilio Estévez, en 'Los palacios distantes', una de sus más recientes obras.

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Ocurre además que ni toda la producción de la Sherwin- Williams, compañía estadounidense que tiene por logotipo una cascada de pintura cubriendo el planeta, va a bastar para colorear las descascaradas fachadas de la ciudad y que invitan al ejercicio de pensar cuándo fue la última vez que pintaron este edificio, cuál fue su color original…, dado que ahora carece de todos, es un arco iris huérfano.

Para transitar en vehículo por las calles en lugar de neumáticos lo recomendable son esteras metálicas, como las de los blindados de guerra, a fin de poder cruzar sobre los huecos, esas hermosa furnias, profundas e históricas por la cantidad de años que llevan creciendo y creciendo.

ZIKA SALVADOR

La reciente alerta sanitaria ante la posibilidad de una epidemia del virus zika fue una bendición para La Habana, sumida ante una situación de insalubridad no vista desde inicios del siglo pasado, cuando el país concluyó su guerra de independencia y vino la república.

Después de años y años sepultada bajo lomas de basura de todo tipo, siempre malolientes; de nubes de moscas inmisericordes y de escuchar a las autoridades argumentar que no contaban con recursos para adecentar la capital, de la noche a la mañana y por arte de magia, los tanques de basura se vaciaron. Se sospecha que alguien miente.

«La Habana podría terminar, en una visión dantesca, como un gran anillo de basura consolidada o como un cráter vacío, que en el centro alguna vez tuvo una ciudad». Así lo vaticinó en una entrevista a 'CubAhora' el arquitecto Mario Coyula, quien fue director de Arquitectura y Urbanismo de La Habana, y uno de los hombres que más amó y sufrió por esta capital. Y añadió: «La Habana cuesta 3.000 millones (dólares) [2.700, de euros] arreglarla. Yo creo que es mucho más; pero de todas maneras, mi respuesta es que La Habana cuesta, pero vale».

La Habana es un estado de ánimo, asombrosa, ecléctica; que regala a todos y sin miramientos un desparpajo de azules, todos los azules, incluso la noche más cerrada es azul; a la vez está llena de luz, nadie logra sustraerse a tanta claridad, pero al caer la noche se apaga de una sola vez, cae el telón, como si hubiera toque de queda, en caso de que no lo haya. Es que casi carece de alumbrado público.

ESTADO JURÁSICO

Es la ciudad más española de todas las urbes coloniales iberoamericanas y ya hacia los años 20 del siglo pasado empezó a tomar el aspecto majestuoso que hoy se esconde, puede que con poco éxito, tras la fealdad.

Y aunque se señala a La Habana Vieja, el segmento colonial de la ciudad, como el sitio más indicado para caracterizar a la capital, lo que verdaderamente le da su toque diferente es la barriada de El Vedado, un monumento al esplendor de la clase media cubana.

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El estado jurásico de la capital, ese congelamiento en el pasado, hasta hoy ha evitado que se empiece a llenar y llenar de edificios, de torres iguales a los de cualquier parte .

Lo que viene puede que no sea muy diferente al plan maestro de Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener, de 1956, que proyectaba una gran capital de cuatro millones de habitantes, distanciada del resto de las urbes de la isla, taponada por automóviles, con un malecón bloqueado por una pared casi continua de edificios altos, una ínsula artificial al frente, y donde solo hubiera quedado de identidad patrimonial unos cuantos edificios antiguos.

Hubiera sido una ciudad todavía más estadounidense que en los años 50, con grandes corporaciones y cadenas comerciales transnacionales; los 'malls' mayores de América hubieran estado aquí, en cada esquina un monumento a la comida chatarra y repleta de carteles lumínicos indicándonos qué comprar.

Eso es lo que viene pero hoy, para tratar de entender también dónde radica el encanto de la ciudad quizá se requiere distanciarse un poco, superar la tristeza y darle rienda sueltas a los juegos de la imaginación, de ahí que millones de personas votaran 'online' a favor de incluirla en la lista la fundación suiza New 7 Wonders como una de las siete ciudades maravilla del mundo, el pasado día 7 de junio.

También la capital es uno de los sitios más fotogénicos del mundo. Malthew Carnahan, director de la serie 'House of lies', que rodó un capítulo de la misma en La Habana, declaró a AP News que «cualquier punto en el que enfoques la cámara es el lugar más fotogénico que hayas visto jamás». Tanto es así que quienes no logran venir buscan copias que se le parezcan.

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PLATÓ DE CINE

Tenemos por caso los videoclips de Enrique Iglesias con su 'Bailando'; o el de Marc Anthony en 'La Gozadera'. Ambos fueron rodados en Santo Domingo con localizaciones simulando ambientes habaneros.

Hace años, debido el embargo estadounidense contra la isla, 'El Padrino 2', de Francis Ford Coppola, y 'Habana', de Sydney Pollack, se filmaron también parcialmente en la República Dominicana. Y Cádiz hizo de ciudad doble de la capital cubana -con resultados muy aparentes- en las entregas de James Bond 'Goldeneye' y 'Muere otro día'.

La Habana emerge de una guerra contra ella de medio siglo que por terquedad, persistencia y orgullo ganó; luego vendrá otra batalla de la que seguro resurgirá, con su ángel, triunfadora.