'REHABILITACIÓN' DE UN YIHADISTA

Morten Storm: así me hice terrorista

Un antiguo yihadista explica cómo se enroló con Al Qaeda y descubrió que la causa era "un engaño"

MORTEN STORM

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Después de convertirme al islam, en mi corazón solo sentía paz y gratitud. El azar, o Alá, como yo pensaba entonces, había querido que cayera en mis manos un libro sobre la vida de Mahoma en la biblioteca pública de mi pueblo, Korsor, situado en la isla que separa Dinamarca de Suecia, y aquella lectura me había alejado de todos los años de palizas a manos de mi padrastro, peleas con bandas juveniles, drogas, reformatorios y cárceles que había conocido hasta ese momento.

Pero sobre todo estaba agradecido a aquella comunidad musulmana que me acogió como un miembro más de su familia. Ese era yo en 1997: un joven de 21 años que de pronto descubría una religión que le permitía perdonarse a sí mismo los pecados de su vida anterior y le aportaba una nueva identidad. Con gran alegría dejé de ser Morten para empezar a llamarme Murad y abracé a aquellos hermanos musulmanes que me daban el cariño que nadie hasta entonces me había ofrecido.

"SE APROVECHARON DE MI DEBILIDAD"

Ahora lo pienso y veo que se aprovecharon de mi debilidad. Yo era el candidato perfecto para ser captado por aquellos tipos con barba que hablaban del paraíso que me esperaba en la otra vida si me comportaba como un buen creyente. Ni tenía arraigo con la cultura de mi país, ni sentía que nadie de mi entorno me quisiera. Tampoco arrastraba un pasado digno de orgullo. En cambio, el islam daba un sentido a mi vida, me permitía lavar mi conciencia y mis hermanos se preocupaban por mí y hacían que me sintiera importante.

En esa situación, no es difícil entender que a los pocos meses me mudara a una comunidad islamista integrista de Inglaterra para seguir profundizando en mi fe religiosa y poco después me fuera a vivir a Yemen para seguir acercándome a Alá. Me movía la fe de los conversos, un fuego difícil de apagar cuando ha sido encendido.

Cuando vine a darme cuenta era un yihadista radical y me codeaba con los mayores líderes de Al Qaeda en la península arábiga. Sentía un intenso odio contra todo el que no fuera musulmán, incluida mi propia familia, pues eso es lo que me enseñaron. La yihad no tiene más meta que imponerse en todo el planeta como única religión verdadera. Para cumplir esa misión, yo estaba dispuesto a matar y morir por Alá.

"LA FRUSTRACIÓN ME ABRIÓ LOS OJOS"

Al final no me dejaron ser un mártir, y esa prohibición me causó una frustración que me abrió los ojos y descubrí que todo lo que me habían contado era un engaño. Dolido, decidí convertirme en espía para el servicio secreto danés. Pero sé que mi caso es inusual. Para el que abraza el islam como yo lo abracé, que es como están abrazando tantos jóvenes europeos hoy en día, no es fácil salir.

Veo más fácil evitar la entrada en el islamismo que promover su abandono. Para que no haya más Morten Storm, es necesario que en Europa recuperemos nuestra identidad y volvamos a dar importancia a valores como la familia y la atención a las personas con problemas, que es de quienes se aprovechan los extremistas. Si a mí me hubieran cuidado, si me hubieran escuchado, nunca habría dado el paso de hacerme un yihadista. 

Transcripción: Juan Fernández