ENTREVISTA

Alvaro Salvat (Lime): "La movilidad es un derecho, más allá del negocio"

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Lime es una de las compañías de la nueva era de la movilidad urbana. El cerco al automóvil en las ciudades ha hecho crecer la oferta de nuevas plataformas que luchan por hacerse un hueco en un segmento del transporta que empieza a ser muy competido. Álvaro Salvat, CEO de la compañía en España y Portugal desde el pasado año, asume el reto para un 2020 en el que la micromovilidad seguirá jugando un papel esencial en ciudades como Madrid, Sevilla y Málaga, pero también en Barcelona donde abrirán en breve.

¿Qué ofrece Lime para BCN?

La propuesta de Lime es para una ciudad que está acostumbrada a la movilidad urbana y que, a día de hoy, no conozco otra que pueda tener más aceptación por el patinete privado que BCN. Tiene unas posibilidades infinitas, no tanto a nivel económico sino a nivel social. Barcelona ha hecho muchos intentos para mejorar la movilidad y el tráfico en la ciudad y a día de hoy es la ciudad con más congestiones de España. Consideramos que modelos como el de Lime pueden ayudar a descongestionar las ciudades. Lime tiene un recorrido por más de 120 ciudades y eso aporta un background, una experiencia contrastada en este tipo de actividad. Llevamos más de 100 millones de desplazamientos en menos de dos años, somos una empresa con un departamento propio en el que diseñamos y desarrollamos nuestros propios patinetes, tenemos un buen laboratorio de ciudades que puede nutrir de datos y de información real a nuestro departamento de I+D. Por eso podemos hacer vehículos más robustos, más seguros, más fiables. Eso marca la diferencia, más allá de tener un modelo a la venta en el mercado e insertarlo en el proyecto de vehículo compartido colocándole un GPS.

¿Pueden ser una solución? 

Tenemos pruebas de ello, informes hechos por varios ayuntamientos en todo el mundo, como el de Portland (Estados Unidos), donde una cuarta parte de los usuarios deja el vehículo privado para utilizar alguno de los nuestros.

¿Por congestión o por salud?

Ambas. Ahora los ayuntamientos tienen opciones para elegir, pero en pocos años la Unión Europea no dejará elegir sino que impondrá. Es una oportunidad muy buena para los consistorios para dar por fin un golpe  sobre la mesa contra la contaminación. A día de hoy, la polución mata en Europa a más gente que el tabaco. Es un problema que no hemos digerido. Barcelona debe aprovechar el cambio de década para marcar un giro. Siempre ha sido una ciudad dinámica que aboga por la innovación y creo que debería no solo crear un marco regulatorio, sino fomentar el uso de vehículos no contaminantes como el patinete eléctrico, las bicis o las motos eléctricas. Sustitutivos de los privados.

¿En qué nivel de importancia colocaría la movilidad?

Hay que empezar a pensar que la movilidad es un derecho, más allá del negocio. Lo sabemos y también sabemos que tenemos un trabajo muy grande por hacer. Hemos hecho cosas de las que estamos muy orgullosos y otras que podemos hacer a nivel de campañas que no se han hecho. Los ayuntamientos, la DGT, todos necesitamos estar alineados y que nos vean como cómplices de este cambio. Creo que hay materias como la seguridad en las que podemos trabajar. Hay demasiados coches en las ciudades, vale, pero hay que reconocer que los estándares de seguridad en los que ha invertido el sector son en los que deberíamos fijarnos nosotros como industria. Lo que nos gustaría es que se creen una serie de estándares de seguridad para las ciudades en las que reciban tanto nuestro servicio como los de cualquier otro operador y que cumplan con estos requisitos, no solo los europeos, sino que tengan unos estándares de calidad suficientes para una ciudad como en este caso Barcelona.

¿Que problemas puede econtrar Lime en su desarrollo?

Hay dos, uno el desconocimiento y dos el aparcamiento. Tanto el ayuntamiento como la ciudadanía esperan que se aparque bien. Hay soluciones factibles. Hay una visión clara del consistorio que quiere tener los patinetes ligados a zonas de aparcamiento. Pues bien, esto no supone un problema porque si quieren soluciones al respecto, ya se las hemos planteado. Han sido válidas en ciudades como San Francisco. El tema es saber quién consume qué espacio. A día de hoy, más del 50% de la vía publica está ocupada por vehículos. Hay zonas de aparcamientos en las que los vehículos están aparcados durante el 70% del tiempo, y el 70% de estos vehículos los utiliza una única persona. Si piensas y lo comparas lo que sería desplazar a la misma gente con una menor masa y una ocupación mayor, la respuesta es clara. Hay espacio, pero hay que cambiar la proporción de uso del mismo.

¿Están en onda con el ayuntamiento para desarrollar este proyecto de movilidad?

Creemos que tiene una voluntad de cambio, y en lo que tenemos que trabajar es en el qué prioridad le damos a esto. Hemos hablado de ello y de las soluciones que se pueden dar, de cómo podemos ayudarles a encontrar una regulación que sea justa para todos, para los ciudadanos, para el ayuntamiento y para las empresas. Lo importante es que se cree un ecosistema saludable para todos y que se entienda que sí, que el transporte público es la espina dorsal y que después hay sistemas complementarios como el coche compartido (no olvidemos que tampoco tenemos en Barcelona), la bici, el patinete, la moto, sistemas que con una buena capilaridad puede ser un sustituto para el uso del vehículo privado.

¿Les pueden ver como una competencia al transporte público?

Es posible que exista un miedo intrínseco de temer la canibalización por parte del vehículo compartido sobre el transporte público. Nuestra labor es mostrar con datos que eso no es así. Nosotros donde mejor funcionamos es donde mejor transporte público hay. Un 40% de nuestros viajes son de o a estaciones de autobuses o de metro. No vamos a cubrir todos los trayectos de Barcelona, ni mucho menos, y somos conscientes de que aquí la espina dorsal es el transporte público.

¿Cree que cuando se abran las licencias habrá exceso de oferta?

No lo creo, porque precisamente está en manos del ayuntamiento cómo regularlo. Un número de patinetes limitado y que estén registrados. Nuestra labor es aconsejar cuál es el número necesario según el tipo de ciudad. Tenemos la experiencia de otras ciudades tipo Barcelona y sabemos lo que funciona y son datos que nos encantaría compartir. Es interesante hacer una limitación sobre el uso. Si se utiliza poco no debe estar ahí. Si se utiliza más, igual hay que poner más unidades. Creo que no es tan importante cuántos vehículos hay sino dónde los dejas para no molestar al no usuario, que también hay que tenerlo en cuenta.

¿Puede hablarnos de un ejemplo real de funcionalidad?

Modelos como Lisboa son muy interesantes. No queremos que se puedan aparcar en todos los espacios de la calle, y en Lisboa han dado 600 puntos de aparcamiento en la ciudad para conseguir capilaridad. Lo que se consigue es que tengas a menos de 150 metros en toda la ciudad una disponibilidad de  vehículos  con una zona de aparcamiento multimodal de bicis o patinetes. Es posible. Evitas que estén mal aparcados y le das opciones al usuario de emplear el vehículo de última milla de forma accesible. Nos gustaría que eso el ayuntamiento lo tuviese muy en cuenta. Para que un servicio funcione no lo puedes arrinconar ni esconder, si no tienes suficiente espacio para operar, no funcionará el modelo.

¿Es un mercado por descubrir?

Si el modelo de movilidad tiene recorrido, inviertes más en zonas económicamente viables. A más restricción menos innovación puedes aportar a ese mercado. No es solo ganar dinero, se reinvierte en la propia empresa. Cuanto más sostenible es el modelo, más beneficio para el usuario. Hay mucho por hacer. Estamos en la edad de bronce de la movilidad.

¿Apostaría por la educación y la formación del usuario?

La formación nunca sobra y desde Lime siempre vamos a fomentarla. Nosotros la hacemos propia y ya hemos trabajado en varias ciudades con campañas de concienciación. Somos una empresa de movilidad. Recomendaríamos que cualquier persona que utilice un vehículo en la ciudad, motorizado o no, debería tener unas nociones mínimas para usarlo.