EL FUTURO DE LAS FINANZAS

El fenómeno 'fintech': ¿democratización financiera?

Oficinas de Kantox en Barcelona. Realiza cambio y gestión de divisas para pymes.

Oficinas de Kantox en Barcelona. Realiza cambio y gestión de divisas para pymes.

MAX JIMÉNEZ BOTÍAS / BARCELONA

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En los años 80, los poderes económicos de Catalunya -llamémosles así- intentaron infructuosamente hacer de Barcelona una plaza financiera capaz de competir con Madrid. No lo consiguieron, como las pruebas demuestran 35 años después. Se encontraron con un fenómeno casi geológico. La banca sumergió bajo sus aguas toda la actividad ligada al mundo de las finanzas. Desde el negocio de préstamos hasta el de intermediación bursátil o seguros acabaron en manos de las grandes entidades y sus compañías filiales. Y todo ese negocio acabó en Madrid, donde la banca tiene sus grandes estructuras o en Londres, cuna y morada de las finanzas europeas.

El proceso de centralización que se impuso entonces prácticamente dejó en los huesos a la industria financiera independiente del país: cuatro gestoras de fondos desplegadas aquí y allá en España. Pero todo puede cambiar. Y todo lo que puede cambiar, cambia -que Murphy disculpe esta poco exigente interpretación de su ley-, como ya sabe un creciente número de empresas y los clientes que operan en un sector de actividad que se denomina fintech. Dicho en palabras de Philippe Gelis, consejero delegado de Kantox y presidente de la primera asociación que agrupa a las empresas de esa actividad, «fintech son empresas que usan la tecnología para desarrollar productos y servicios financieros que compiten con la banca».

Se trata de una explicación tan simple como controvertida, porque no todo el mundo en el sector la comparte. De hecho, la que preside Gelis no es la única asociación que agrupa a las empresas tecnológicofinancieras. Hace un par de semanas se celebró la primera reunión de la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI), creada en Madrid con el objetivo de favorecer el desarrollo de las start-ups del sector de las finanzas y los seguros. «Queremos poner a España en el centro del mapa de la innovación financiera de nueva generación. Madrid y Barcelona tienen todo para constituirse en nuevos hubs de fintech, a la altura de Londres», aseguraba Pablo Gasalla, vicepresidente de la asociación y fundador.

Aunque el objetivo parece el mismo: dar a conocer el ecosistema de empresas que realizan actividades financieras gracias a la implementación de nuevas tecnologías, existen ciertas discrepancias en la forma de llegar a ello. «Empresas fintech de verdad tienes 20, aunque en la otra asociación se habla de unas 90, pero no es verdad. Dicen que son fintech para salir mejor en la foto. Son empresas de software para bancos o webs de información sobre finanzas, comparadores. Si no compites con la banca no eres fintech», defiende Gelis.

No todos los integrantes en el sector piensan igual. «Si eres un proveedor de software o un analista que desarrolla algoritmos estás participando en la innovación tipo finthech. No importa que estés en un banco o no, participas en la ola. Fintech no está limitado a plataformas innovadoras. El trabajo innovador que hace la banca se puede considerar fintech porque es tecnología y finanzas. Lo que estamos haciendo aquí es lo mismo que están deseando hacer los bancos, solo que su modelo de negocio es diferente», explica James Buckland, consejero delegado de LoanBook, una de las empresas que realiza préstamos a través de internet.LoanBook

«España es muy grande y hay muchas iniciativas. No descartamos ser miembros de las dos asociaciones. Las dos estamos definiendo qué líneas de trabajo tenemos, pero una es común y es más difusión, porque una de las dificultades para las plataformas como la nuestra es el desconocimiento». Josep Nebot, consejero delegado de Arboribus, una plataforma de crowlending, destaca que el sector necesita visibilidad. Sobre todo para generar confianza entre los posibles clientes, básicamente pequeñas y medianas empresas.

Las fintech españolas se miran en el espejo de este mismo fenómeno en el Reino Unido, donde llegó con cierta antelación y donde se ha conseguido obtener un tamaño ya considerable. «En Gran Bretaña se prestan varios miles de millones al año a través de estas plataformas y en España aún no llegamos a 100 millones», comenta Gelis. Será por eso, por su favorable fiscalidad y porque la legislación también se ha desarrollado antes que en España, que algunas de estas empresas tiene una doble sede: en Londres y Barcelona. Es el caso de Kantox (cambio de divisas) o Novi Cap (descuento de facturas para empresas)Novi Cap , entre otras.

NUEVA NORMATIVA

La legislación española ha incorporado recientemente una nueva normativa para regular la actividad de crédito y ha incluido la figura de la Plataforma de Financiación Participativa (PFP), sociedades que se dedican a levantar y prestar fondos a través de internet. Están sujetas a la doble regulación del Banco de España y de la Comisión Nacional del mercado de Valores (CNMV). Prácticamente todas las que actúan en España han tramitado la licencia.

La nueva normativa ha dado un empujón al sector hasta el punto de que algunas grandes plataformas británicas -Funding Circle- han entrado ya en España. Junto con Italia y Francia, los tres países se encuentran en el periscopio inversor de esas empresas. «El mercado de financiación de pymes en España es igual de grande que el del Reino Unido. «Unos 15.000 millones mensuales. Además tiene suficiente sofisticación: acceso a datos y recursos humanos. El sector aquí es muy maduro. Hay gente de alta calidad en análisis de riesgo, comerciales y otras disciplinas», dice Buckland.

La densificación del ecosistema de start-ups en Barcelona y Madrid ayuda a generar un entorno cada vez más maduro, al que la banca no le quita el ojo. «Algunos bancos ya vienen a ver qué hacemos e incluso para ver si encuentra formas de colaborar», explica Marc Macià, socio fundador de NoviCap. Incluso los bancos impulsan sus propias fintech.

El fenómeno representa una creciente democratización de las finanzas tanto desde el punto de vista del inversor como de las empresas. Y, aunque está claro que la banca no dejará escapar el negocio, este se desarrolla sin el corsé tradicional. Esta vez será más difícil que se repita la historia de los años 80.