PLAN SUPERILLA BARCELONA

El Eixample se redibuja para llenar sus calles de verde

Ciudadanos conversando sentados a una de las mesas de la superilla de Sant Antoni

Ciudadanos conversando sentados a una de las mesas de la superilla de Sant Antoni / FERRAN NADEU

Xavi Datzira

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Desde que los carros tirados por caballos dejaron paso al vehículo a motor, las ciudades se han configurado en base a un reparto desigual: calles amplias para los coches y aceras estrechas para los peatones. Una idea profundamente asumida que, sin embargo, ha generado que ciudades como Barcelona sufran unos elevados niveles de ruido y contaminación que repercuten en la salud de la ciudadanía, la calidad de vida y, a nivel global, en el calentamiento del planeta. Por eso, ha llegado el momento de dar la vuelta a este concepto y la capital catalana ha decidido dar un paso adelante con el proyecto Superilla Barcelona, que supondrá la transformación de las calles de la ciudad para dejar atrás los tonos grises y que empiece a brotar el verde. Y todo ello, empezando por el Eixample.

Si hasta el momento se han llevado a cabo actuaciones en ámbitos más reducidos, como las ‘superilles’ de Poblenou, Horta o Sant Antoni, ahora el consistorio ha decidido dar un salto tanto a nivel de escala como de ritmo, poniendo el foco en un distrito entero. “El objetivo es conseguir un espacio público saludable, con más verde, más justo y seguro, que favorezca las relaciones sociales y la economía de proximidad”, remarcan desde el Ayuntamiento de Barcelona, donde añaden que el nuevo mapa de la ciudad situará a la ciudadanía “como su principal protagonista”. Para ello, se ha llevado a cabo un análisis detallado de la ciudad: flujos y movilidad, equipamientos de barrio, espacios verdes, tejido constructivo y social... “A través de esta mirada integral, se ha llevado a cabo una jerarquización viaria que permite liberar algunas calles del tráfico rodado, creando una red de ejes verdes y plazas en las que el peatón tiene la prioridad”, explican.

Guiño a Cerdà

Que este proyecto innovador comience en el Eixample no deja de ser un guiño a un distrito que significó uno de los avances más importantes de la Barcelona moderna gracias al plan ideado por Ildefons Cerdà, que supuso derribar las murallas que encerraban a los vecinos en la actual Ciutat Vella para lograr una urbe más oxigenada, saludable y con las medidas higienistas que comenzaban a instaurarse en la época contemporánea. Pero a pesar de que la trama surgida del Plan Cerdà es todo un símbolo innovador de urbanismo reconocido internacionalmente, El Eixample es la zona que sufre una presión más elevada de tráfico rodado, con mayor contaminación y ruido que en cualquier otra zona urbana. Además, también es el distrito con una mayor escasez de espacios verdes y plazas.

Los datos lo demuestran: 350.000 vehículos atraviesan diariamente la ciudad de manera horizontal, lo que supone casi el doble que el tráfico que pasa por la Ronda Litoral o la Ronda de Dalt. Además, los estudios revelan que buena parte de este tráfico no tiene origen o final en el propio Eixample, sino que simplemente tiene como objetivo cruzar la ciudad. Como consecuencia, el distrito registró unas emisiones de aproximadamente 50 microgramos/m³ de NO2 (dióxido de nitrógeno) de media durante 2019, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda que no se superen los 40 microgramos/m³.

Visión de futuro

Tanto porque la trama Cerdà facilita la transformación como por la necesidad de actuar de manera efectiva contra la contaminación, el Eixample será la punta de lanza de esta nueva visión de futuro, con una reorganización de la movilidad para generar nuevos ejes verdes y plazas en algunos cruces. “El objetivo es que los ciudadanos del Eixample dispongan de una plaza o un eje verde a 200 metros como máximo, mejorando de forma especialmente significativa la oferta de espacios de encuentro y ocio en la zona central de este distrito”, comentan desde el Ayuntamiento de Barcelona. Una vez terminado el proceso, surgirán 21 ejes verdes, que supondrán 33 kilómetros de recorrido, además de 21 nuevas plazas en los cruces, sumando 3,9 hectáreas de espacio ganado al coche para uso ciudadano. En total, ganará 33,4 hectáreas con prioridad para el peatón y 6,6 hectáreas de vegetación.

Los ejes verdes son calles pacificadas, con lugares de estancia y más verde, que permiten desplazarse a pie con comodidad, confort y seguridad. En los cruces de estos ejes verdes, y gracias a los característicos chaflanes de Cerdà, brotarán nuevas plazas, con una extensión de unos 2.000 metros cuadrados (similares a una plaza de Gràcia). Espacios que ahora están dedicados totalmente al tráfico, “que se convertirán en espacios de estancia confortables, donde el verde, los pavimentos permeables o el juego tendrán un papel principal”.

Primeros pasos

Para comenzar, el Ayuntamiento de Barcelona ya ha definido las actuaciones que se llevarán a cabo en este mandato. Si el coronavirus impulsó actuaciones de pacificación táctica  en las calles de Consell de Cent, Rocafort, Comte Borrell y Girona, ahora irán un paso más allá para reconvertirse definitivamente en ejes verdes. Asimismo, verán la luz cuatro grandes plazas en los cruces de Consell de Cent con Rocafort, Comte Borrell, Enric Granados y Girona. Un cambio que permitirá comenzar a redibujar la Barcelona del futuro y que certifica la nueva filosofía de la ciudad: el coche privado ya no puede ser el protagonista principal en las calles. Ya se han convocado los dos concursos para  seleccionar los equipos de arquitectos e ingenieros que llevarán a cabo esta reinterpretación urbana.

Barcelona se embarca así en un proyecto que debe cambiar para siempre la concepción de las ciudades. No está sola, París, Nueva York, Milán, Viena o Buenos Aires también caminan en la misma dirección. Y ya no hay vuelta atrás.