ALIMENTANDO LAS ALTERNATIVAS

Hacia el consumo responsable

Barcelona busca impulsar alternativas de consumo más conscientes

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Anna Rocasalva

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Consumir bienes y servicios para satisfacer necesidades es inherente a los seres humanos. La forma como una persona consume suele ser una de las interacciones más importantes que tiene con la sociedad. Por ello, la acción de consumir no tiene una dimensión simplemente económica, sino  ética, ambiental y política.

Desde hace unas décadas se ha ido extendiendo otra manera de entender el consumo. Es el llamado consumo responsable. También conocido como consciente, crítico, ético, ecológico, transformador, sostenible, solidario o justo; cada término hace hincapié en una dimensión concreta de esta misma manera de concebir la acción de consumir. El responsable pone el acento en el valor de la responsabilidad como consumidores; el consciente, más en la consciencia del individuo, que tiene una capacidad limitada de influir en su entorno a través del consumo. El sostenible, hace referencia al respeto por el medioambiente y otros, como el comercio justo, o consumo ético, se centran en la vertiente más humana. 

El consumo responsable, en definitiva, significa una nueva mirada a las repercusiones socioeconómicas y ambientales de la acción de consumir, no sólo a nivel individual sino a la totalidad del modelo de sistema que, desde el consumo, contribuimos a construir. Asimismo, de esta mirada alternativa también nace un nuevo concepto: el ‘buen vivir’. Una reinterpretación de la calidad de vida basada en la frugalidad, que nos propone un modelo de felicidad, de bienestar, de éxito personal y colectivo alternativo al hegemónico capitalista.

IMPULSO AL CAMBIO

Tradicionalmente, las políticas de consumo de las administraciones públicas se han centrado en incentivar cualquier consumo que generase riqueza y empleo. También han velado por defender los derechos de las personas consumidoras, su salud y seguridad, y para paliar las dificultades de acceder al consumo de productos y servicios por parte de los sectores más vulnerables. Se trata, en el fondo, de una mirada al consumo centrada sobre todo en la protección de los derechos individuales de las personas consumidoras, y es por ello que muchos municipios cuentan con oficinas de información al consumidor. Hasta hace poco, la política de consumo del Ayuntamiento de Barcelona también se había centrado en estos objetivos. No obstante, ahora el consistorio trata de iniciar una nueva política local de consumo que configure un relato coherente e integrador con otros ámbitos de actuación como la vivienda, la energía, el turismo, o las finanzas; además de incorporar una nueva línea de actuación: el impulso al modelo de consumo responsable.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Espacio Consumo Responsable","text":"El Espacio cuenta con una sala polivalente con capacidad para 60 personas, una segunda sala para 25 personas, una zona para exposiciones y acceso a material divulgativo y de investigaci\u00f3n especializado en el consumo responsable. Un espacio para entidades, organizaciones, empresas, centros educativos, servicios y equipamientos municipales y ciudadan\u00eda en general."}}

El consumo consciente va más allá de comprar productos con la etiqueta ecológica. Se trata de cuestionar nuestra propia forma de consumir buscando opciones socioeconómicas y ambientales más responsables. A veces es cuestión de cambiar cantidad por calidad. Por ejemplo, en cuanto a la alimentación, llevar una dieta más rica en vegetales y legumbres y no tanto en carnes. Lo mismo pasa con la ropa. En vez de cambiarnos el vestuario cada temporada, aunque sea de producción ética y sostenible, quizá una solución alternativa puede ser ir a mercados de intercambio, tiendas de segunda mano o canjear la ropa con nuestros amigos, familiares o vecinos. 

Se trata de cuestionar cómo vivimos y buscar soluciones basadas en el sentido común. Repensar nuestro consumo para saber cuáles son las prioridades que se adaptan a nuestros valores. La buena noticia para el ciudadano es que aún hay margen de acción para el cambio; la mala es que muchas cosas no dependen de la acción individual. Todo cambio social debe ir acompañado de políticas públicas y este cambio, aunque lento, ya está a la vuelta de la esquina.

NUEVAS ESTRATEGIAS

El cambio individual conlleva la promoción de alternativas colectivas, que terminan empapando las instituciones y sus políticas públicas para que impulsen nuevos modelos de consumo. 

La ciudad de Barcelona es un buen ejemplo de ello, con el operador público Barcelona Energía, que nace inspirado por el éxito de las cooperativas ciudadanas y comercializa electricidad de origen renovable. A nivel divulgativo, existe la Feria de Navidad de Consumo Responsable y la Economía Social y Solidaria. Ubicada en Plaza Catalunya, es una estrategia con alta carga simbólica porque, hasta hace sólo dos años, el punto neurálgico de Barcelona estaba ocupado por una pista de hielo; un modelo de ocio contaminante y de uso privado que ocupaba el espacio público. Ahora, durante la Navidad, la plaza se destina a esta iniciativa municipal que quiere acercar a la ciudadanía las alternativas y las empresas de economía solidaria, y donde también se realizan actividades de sensibilización. 

El Espacio Consumo Responsable es otra novedad ilustrativa de este cambio, al complementar la información que tradicionalmente se ha proporcionado en la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC), con nuevas propuestas y promoción de alternativas de consumo responsable. La apertura del nuevo espacio ejemplifica el ensanche de la mirada al consumo de las administraciones públicas. Estas estrategias se unen a programas de larga trayectoria como el programa Barcelona + Sostenible, que cuenta con el Mapa Barcelona + Sostenible, una herramienta que acerca las alternativas de consumo responsable a la ciudadanía; juntamente con otra iniciativa impulsada desde la sociedad civil que es el mapa Pam a Pam, un plano de la economía solidaria en todo el ámbito de Catalunya. 

A nivel normativo destacan medidas como las sanciones a los propietarios de viviendas vacías o viviendas turísticas ilegales, ya que el consistorio entiende que el consumo de vivienda se tiene que poner al servicio de las necesidades de la ciudadanía. También destaca el esfuerzo para ampliar la red de carriles bicis y de transporte público; el diseño de las supermanzanas o el impulso a la contratación municipal sostenible. Y es que, finalmente, parece que el consumo responsable ha llegado a la ciudad para quedarse.