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Diego Anido, el 'descubrimiento' de 'As bestas': "Soy amable en persona y sombrío en mi obra"

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Diego Anido contra

Diego Anido contra / Juan Carlos Rojas

Núria Navarro

Núria Navarro

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Luis Zahera se ha llevado este sábado el Goya a Mejor Actor de Reparto por 'As bestas', pero el trabajo del también nominado Diego Anido –su hermano en el 'thriller' rural de Rodrigo Sorogoyen– corta la respiración. Su Loren Anta da mucho miedo. Así que resulta conmovedor encontrarse con un compostelano risueño, luminoso, adorable incluso. Un actor que lleva 20 años, pico y pala, en el teatro experimental –entre 2005 y 2015, en Barcelona–, y que ingresó en el reparto a última hora.

Anido 'As bestas'

Anido 'As bestas' / Archivo

¿Se reconoce en la pantalla?

Me veo saciado.

¿Saciado?

Yo tengo que notar que no faltan cosas, que hay suficiente calidad. De todos modos lo que el público ve, yo no lo veo.

Lo que ve es que, con una escopeta en la mano, da usted pavor.

¡Eso es por el careto que tengo!

Cuando sonríe, es otra cosa.

Es cosa de respiración.

¿No piensa en destripar corderitos o algo parecido?

Yo pruebo de todo. Pero estas contradicciones se dan. Hay un tipo de artista, como yo, que es luminoso en persona y sombrío en su obra. En mi caso tiene que ver con cómo veo el mundo, que es algo que no exteriorizo demasiado porque no conviene.

Sáltese lo conveniente.

Yo me dedico a percibir la miseria de lo que me rodea, constantemente. Y a padecerla, pero con felicidad, porque no me gusta amargarle la vida a la gente. Soy una persona amable que observa el subtexto de lo que ve alrededor. Luego, cuando trabajo, le doy salida a ese registro.

"Soy la tercera generación de gente que emigró del campo a la ciudad. Hay un sufrimiento que se arrastra"

Quizá estaría bien explicar quién es.

Soy la tercera generación de gente que emigró del campo a la ciudad. Era como en 'Amarcord': la familia discutiendo, la ropa colgada en la cocina, alguien llevando un orinal de un lado a otro. Conviví con abuelos que tuvieron que abandonar sus raíces para vivir en una ciudad que les resultaba hostil. Es un trastorno que cada uno ha llevado como ha podido. Algo que a priori no parece positivo para un niño, un sufrimiento que se arrastra.

¿De lo que quiso huir?

Igual que mi hermano –Rafa Anido, mente inquieta de la escena musical 'underground' gallega– veíamos a la familia como personajes. Él buscó el equilibrio a través de la música, y yo tuve la 'suerte' de ser muy mal estudiante: llegó un momento en que nadie proyectaba su futuro en mí. Eso me permitió decidir lo que quería hacer, siempre en el mundo de los pocos recursos.

Anido, en su espectáculo 'El dios del pop'.

Anido, en su espectáculo 'El dios del pop'. / Archivo

Fue masajista en el balneario de Pambre, en Lugo. 

El trabajo con el cuerpo y el del actor están muy ligados, no crea.

Ahora leo en Twitter: "¡Que llamen a Diego Anido para todo!".

[Ríe] En mí se han dado tres cosas: coincidencia, suerte y perseverancia. ¿Recuerda el tetris?

"En mí se han dado tres cosas: coincidencia, suerte y perseverancia"

¿El viejo videojuego?

Había jugadores que, en lugar de ir bloque a bloque, llenaban todo el cuadro y parecía que iban a perder; de repente le salían piezas lisas y hacían todas las filas de golpe. Yo noto que he tomado decisiones que tenían que ver con el rigor y el compromiso –rechacé cosas de cine por lealtad a los equipos con los que trabajaba– y , de repente, me han llegado todas las 'modificaciones' de golpe.

Ha comparado el actuar con "estar ardiendo por dentro".

Lo sentía cuando hacía danza contemporánea. Estás bailando, y el corazón va a 180, 200 pulsaciones, parece que vayas a explotar. He intentado trasladar eso a la interpretación. Eso no quita que en cada nuevo trabajo piense "¿sabré hacer esto?" "¿se habrán equivocado?".

"Al llegar al 'set' noté que había una confianza depositada en mí y apenas dudé"

'As bestas' le da la respuesta.

Fui llamado un día antes de empezar a rodar. Me leí el guion la noche anterior, notaba que el equipo necesitaba un sí de mi parte –cosa nada difícil– y vi que lo podía hacer. Al llegar al 'set' noté que había una confianza depositada en mí y apenas dudé.

Ahora patea alfombras rojas.

Es algo que deseaba desde hacía mucho. Siempre fui más público de cine que de teatro, que descubrí a los 20 años porque mis padres nunca me llevaron. Yo, como el niño de 'Aquellos maravillosos años', pasé muchas horas delante del televisor, viendo películas que por edad no me tocaban (mis padres no tenían filtro de lo que podía o no podía ver). Lo que pasa que era mucho más fácil ser autor y trabajar con tu propio material de teatro. Verme en esas fotos de alfombra roja en Cannes ha sido muy fuerte. Era como estar en el bar de 'Pulp Fiction' y cruzarte con James Dean y Marilyn Monroe. 

Le llueven trabajos y es padre de dos criaturas.

Siempre he sido disperso, lo que me ha hecho profundizar en temáticas absurdas que al final han dado buenos resultados. No tenía la 'aplicación' de priorizar instalada. Al tener hijos se ha bajado sola. Ahora puedo ubicar mejor las cosas.

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