ASUNTOS PROPIOS

Rodrigo Cuevas, agitador folclórico: "La gente excéntrica de verdad está en el pueblo"

El artista asturiano lleva 'Trópico de Covadonga' al Barts de Barcelona el 24 y 25 de febrero

Rodrigo Cuevas / Contra

Rodrigo Cuevas / Contra

Núria Navarro

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una noche oyó un recital de 'glossadors' que cantaban tonadas mallorquinas y decidió que invertiría su capital musical–estudió en el Conservatorio de Oviedo y la Esmuc de Barcelona– en llevar lo popular a la vanguardia. Mezclando la montera picona con las medias de reja. La pandereta con la electrónica. El humor con el cañonazo político (defiende lo rural y lo 'asturianu' aquí y en Dubái). Antes de actuar en París y Miami, Rodrigo Cuevas desplegará su 'Trópico de Covadonga' en el Barts (24 y 25 de febrero).

Ayúdenos y explique quién es.

Eso es muy difícil. ¿Una señora?

Según un digital algo faltón, un "transformista supremacista asturiano".

¡Es la definición que más se ajusta a la realidad! El transformismo y el 'supremacismo' asturiano son en mí actitudes políticas. Cuando ves que tu cultura va quedando relegada porque la fagocita otra, en un proceso largo y sin que apenas te des cuenta, hay que defenderla.

Reclama la oficialidad del 'asturianu'.

Ahora parecía que había el consenso de 27 diputados para hacer un nuevo Estatuto, pero uno impuso unas condiciones fiscales que los otros no aceptaron y la oficialidad del asturiano fracasó. 

¿Por dónde más pasa su identidad?

Tengo un vínculo muy fuerte con el paisaje. Decía Jovellanos que lo más importante que tenemos en Asturias es el paisaje, la lengua y la toponimia. 

"En el centro están como cegados bajo el foco y piensan que alrededor no hay nada"

¿Cómo es?

Es un paisaje sobrecogedor, pero no a la manera pirenaica, que te convierte en una molécula. Aquí es fuerte, pero te arropa.

¿Desde el margen se ven las cosas más claras?

En el centro no saben lo que es real y lo que no. Están como cegados bajo el foco y piensan que alrededor no hay nada.

Y sí...

Los que nos quedamos en el mundo rural no somos los conformistas. ¡Lo que hacemos es resistir! Muchos se fueron pensando que no sé dónde todo iría mejor. Y otros vienen al campo creyendo que se pasarán todo el día tomando el sol y montando fiestas hasta las 5. Una de las peores cosas que hay en el mundo es tener expectativas, potenciadas además por esa mierda de que si sueñas fuerte se te cumple. Es la mayor fuente de frustración. ¿Me estaré volviendo budista?

Igual sí. ¿Cómo es su ruralidad?

Vivo en una finca pequeña en Piloña, con dos burras que me ayudan a mantenerla. En el campo no solo no veo coartada ninguna de mis ambiciones, las veo más cumplidas. No necesito ir a Madrid o Barcelona. Estar en el meollo no te hace más que perder el tiempo y estar con quien no quieres estar.

Lo popular tiene una dimensión colectiva que le interesa, dice.

Ese aura de superioridad del artista individualista es un poco 'fake'. Parte de la voluntad de ser único y especial, y eso es una mentira lo pilles por donde lo pilles.

Usted es especial y raro.

La gente excéntrica de verdad está en el pueblo, más que en un after del Raval o Malasaña. Y encima no hacen gala de ello. Te empiezan a contar su vida y te vuelves loco.

¿Entienden su lado queer?

No le dan mucha importancia, la verdad. Y con una cara amable llegas al fin del mundo. Además, yo en el pueblo soy súpernormal.

No va con liguero a quemar rastrojos.

[Ríe] Igual un día voy con las uñas pintadas de rojo, porque vengo de actuar.

¿Qué siembra en lo artístico?

Me interesa muchísimo la transmisión oral. Escuchar. La lentitud. Me voy una tarde entera con Anita de Caliao. Y trabajo la memorización, el estar presente. Los romances me están volviendo loco.

¿Cómo nació el afecto por todo esto?

Yo pasé todos los veranos de mi infancia en Rodiezmo, León. Allí mi referente era toda la comunidad. Me educaron María La Parra, Jacobina, Teodomira... Me metía por todos los patios, las cocinas, las cuadras. Luego me fui a estudiar a Barcelona y se me olvidó; pero a los 23 años, paseando por el monte, encontré una casa y dije: "Yo quería esto, tener vacas, y ovejas, y cabras".

"Lo importante es que se siga cantando en las cocinas, que se toque mucho la pandereta, que se vuelva a bailar la jota y la muñeira"

Y sacó pecho por el folclore, antes que Tanxugueiras.

Para mí lo importante es que se siga cantando en las cocinas, que la gente toque mucho la pandereta, que vuelva a bailar la jota y la muñeira, que sea consciente de lo que es la autogestión del ocio, de que no necesitamos ir a pagar no sé cuánto por un altavoz para divertirnos.

Verle tocar la pandereta es sobrenatural.

Es el instrumento a través del cual me sale el alma. ¡Es lo más!

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS