ASUNTOS PROPIOS

Rolando Villazón: "Me alegro de que la cochambre salga a flote"

El tenor mexicano apuesta por erradicar la misoginia, el racismo y la homofobia de las artes

Publica la novela 'Amadeus en bicicleta'

Barcelona 21 04 2021 Contra Ojos cerrados Rolando Villazon   Foto Ferran Nadeu

Barcelona 21 04 2021 Contra Ojos cerrados Rolando Villazon Foto Ferran Nadeu / Ferran Nadeu

Núria Navarro

Núria Navarro

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Nada que ver con la masculinidad rancia del divo. Es amigo de Plácido Domingo, pero se desmarca de los abusos de poder que han campado en el mundo operístico. El tenor Rolando Villazón (México, 1972 ), lector compulsivo y escritor eventual–publica el libro 'Amadeus en bicicleta' (Galaxia Gutemberg)–, apasionado del arte en general-, encabeza una nueva generación de la lírica.

-Si un vecino no le oye cantar en la ducha, se habría perdido un tenor.

-Se habría ganado un lector mayúsculo. Desde 1999 leo un libro a la semana. No veo televisión, ni series de plataforma, y uso un Nokia que solo admite SMS.

-Pretecnológico usted.

-A los 11 años pinché tres globos con los dardos de una feria, y el premio, para mi enfado, fue un ejemplar de 'La llamada de lo salvaje' de Jack London. En un castigo por no sé qué, me lo leí de una tirada y quedé atrapado en la literatura. En los libros encontraba personajes que hablaban desde dentro.

-¿Perdón?

-Lo que veía a mi alrededor era gente muy segura de sí misma, que sabía manejarse, y yo me sentía desubicado. Un extraterrestre. Pero la lectura me descubrió a Emma Bovary, a Harry Haller y al Quijote, que me mostraban su confusión interior. Soñaba con ser un personaje. De hecho escogí residir en París porque quería vivir en una página de Julio Cortázar.

-¿La música vino después?

-Mi padre trabajaba en una discográfica y, a través de él, llegó a mis manos el 'Concierto para violín y orquesta' de Chaikovski, pero no entré en la ópera hasta los 19 años. Diría que mi esencia se ancla en el mundo de la imaginación: en los triunfos -para no estacionarme en ellos-, y en los descalabros, para tomarlos como un paso hacia adelante.

"Un quiste congénito me dejó sin voz, pero hay tragedias de gente que no tiene mis privilegios"

-Entre los "descalabros", está el haber perdido la voz.

-Un quiste congénito en las cuerdas vocales me detuvo completamente. Pero, aunque perder la voz suena terrible, hay gente que no tiene mis privilegios y vive tragedias mucho más serias, como dejar atrás México en busca de una oportunidad. Aquello para el Villazón cantante resultó terrible, pero fue maravilloso para el padre -disfruté de mis hijos-, el director de escena y el escritor. Encima, pude regresar –no sin dificultades, lo admito– a los grandes escenarios.

-¿Sin densidad humana no hay artista?

-Un gran cantante no tiene por qué ser un gran ser humano. Hay intérpretes sublimes que son inconscientes, egoístas, arrogantes, con poca ética.

"Hay intérpretes sublimes que son inconscientes, egoístas, arrogantes, con poca ética"

-Hablemos de Plácido Domingo, a quien conoce muy bien.

-Para mí es el más grande artista del escenario de todos los tiempos y un pilar del mundo lírico.

-Sabe que tiene un aspecto problemático.

-Lo que tenía que decir, lo comuniqué en privado. Es un territorio muy delicado.

-Los abusos de poder, en general, van saliendo a la luz.

-No los he vivido, y he cumplido 25 años de carrera. La ópera no es el cine, no haces carrera por acostarte o ser amigo de alguien. Dicho esto, me alegra que hoy día, en todos los sectores de la sociedad, la cochambre salga toda a flote para combatirla: el racismo, la homofobia, el machismo naturalizados. He dado a leer a mis hijos el libro 'Todos deberíamos ser feminista', de Chimamanda Ngozi Adichie.

-Los arquetipos operísticos piden a gritos una revisión.

-Hay que tener en cuenta el contexto histórico. Aun así, cuando dirigí 'La Rondine' de Puccini –un misógino impresionante–, hice que Magda de Civry, en vez de decir al final "no puedo vivir contigo porque soy prostituta", dijera: "No puedo porque soy libre y tu mundo burgués no me interesa".

"Fui seminarista en los hermanos de La Salle. Pero, tras muchas lectura, soy un feliz ateo"

-Bravo. Mozart decía: "Después de Dios, mi papá". ¿Qué dice usted?

-Como no hay Dios...

-¿No fue usted seminarista?

-Novicio de los hermanos de La Salle. Pero, tras muchas lecturas de filosofía y teología, coincidí con Spinoza en el panteísmo. Jesús es una gran figura, como Confucio, per no puedo creer en los mensajes homofóbicos o misóginos de san Pablo. Soy un feliz ateo.

"La manera de procesar información del tenista es la misma que la del cantante de ópera"

-Estaría bien meterse en su cerebro.

-Tampoco crea... Durante el proceso de rehabilitación de mi voz, leí el libro 'El juego interior del tenis', de Timothy Gallwey, sobre todo lo que pasa en el cerebro de un tenista durante un partido. La manera de procesar lo que es necesario es la misma que para cantar libre y bien.

-¡Qué dice!

-Tienes que volverte uno con la voz o la raqueta. Oyes a la orquesta y es como si vinieras venir la pelota, que envías fuerte, o con un 'flotadito', y te preparas para la siguiente bola... Esa es la diferencia entre los excelentes y los que no lo son.

-¿Alguna otra rareza que debamos saber?

-Me gusta montar puzzles. De 500 piezas. De Astérix y Obélix, de Snoopy. Me relajan.

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