PTRIMONIO

El renacimiento de Sant Rafael

El ayuntamiento restaura la iglesia del antiguo Instituto Mental de la Santa Creu que volverá al culto cuano su interior esté en condiciones

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Natàlia Farré

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El templo que debe su advocación al arcángel cuyo nombre significa medicina de Dios. O sea,  Sant Rafael. Fue y será iglesia. Entre tanto, durante décadas, ha sido refugio de palomas, tapiz de humedades y tierra fértil de plantas varias. Además de pasto de llamas y arsenal de pirotecnia. El edificio abandonó el culto en 1998. Y en un plazo sin calendario volverá a acoger feligreses. Será parroquia pero para ello el ayuntamiento debe tramitar la licencia de actividad. También debe entregar el edificio a su actual propietario, el arzobispado de Barcelona. Aunque de hecho, la Iglesia tiene en nómina el templo desde el 2009, cuando consistorio y arzobispado hicieron una permuta: el edificio religioso por un solar que el clero tenía en Trinitat Nova. La operación obligaba al consistorio a restaurar el edificio. Y eso ha hecho, a razón de 1,3 millones de euros.

Fachada, techo, estructura y cerramientos nuevos que devuelven la estabilidad y el aspecto historicista que la iglesia tuvo cuando daba amparo a los enfermos del antiguo Instituto Mental de la Santa Creu. El que fue uno de los psiquiátricos más modernos de Europa y que sacó a los aquejados de dolencias mentales de los terapias represivas para entregarlos a actividades agrícolas, manuales y artísticas. El centro fue un modelo terapéutico y también arquitectónico. Lo proyectó, a finales del XIX, Josep Oriol i Bernadet (aunque lo levantaron Josep Artigas y Elias Rogent) siguiendo los criterios del médico Emili Pi i Molist. Un inmenso edificio neoclásico con 12 pabellones  y 11 patios que ocupaban 122 hectáreas en el antaño núcleo de Santa Eulàlia de Vilapicina del pueblo de Sant Andreu del Palomar y hoy barrio de la Guineueta del distrito de Nou Barris.    

Un pasado rural de huertos y viñas que nada tiene que ver con el actual, que está directamente relacionado con la desaparición del edificio. Solo quedan tres pabellones (además de la iglesia), el resto se lo llevó por delante la especulación y la piqueta. Donde antes había patios, galerías y enfermos ahora se levantan los polígonos de Barcinova y Calinova. Cosas de Barcelona. La iglesia a punto estuvo de acabar bajo los cimientos de otro complejo de viviendas. Pero resistió. Como en 1936 sobrevivió al saqueó que sufrió al inicio de la guerra civil. De su interior poco queda. Apenas unos vitrales que tienen suficiente enjundia como para que el arzobispado se plantee restaurarlos en lugar de sustituirlos. 

Porque ahora viene una nueva fase: la de rehacer el interior y la de levantar un edificio anexo que dé más capacidad para reunir feligreses. Para eso no hay fecha definida. Ni presupuesto. El arzobispado dibujará calendario y destinará montante cuando tenga acceso al templo. En la parte seglar no andan mucho más expeditivos. El solar que el ayuntamiento recibió a cambio de Sant Rafael tenía que acoger el ‘casal’ de Trinitat Nova, pero no ha sido así. Afirman desde la plaza de Sant Jaume que se están estudiando diferentes propuestas para el terreno. Y desde la plaza Nova afirman que están esperando las llaves de Sant Rafael. 

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