muy seriemente

'Don't F**k With Cats', el vicio de asomarse a la 'Deep Netflix'

La cacería del aspirante a asesino en serie Luka Rocco Magnotta narrada en tres capítulos logra, que ya es decir, que 'Tiger King' parezca a su lado un documental de David Atenborough

zentauroepp53210979 gatos200423153325

zentauroepp53210979 gatos200423153325 / periodico

Carles Cols

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Luka Rocco Magnotta quiso hace ocho años añadir su nombre al santoral demoniaco de los asesinos en serie. Comenzó su carrera delictiva como Ed Kemper, que practicó primero su pulsión necrófila con indefensas mascotas antes de pasar a las personas. Magnotta tenía además, o eso creía él, la magnética belleza de Ted Bundy, el yerno perfecto, un referente sin duda en esta sórdida materia. También se creía listo como el Asesino del Zodiaco, que dejó traviesas pistas a la policía y que, pese a ello, jamás fue capturado. Magnotta no pasó de beato del crimen serial porque, en realidad, solo se anotó una víctima mortal. ¡Pero de qué manera! En junio del 2012 se reseñó en este diario y en los de medio mundo su captura en Berlín, algo lógico, pues aunque solo había segado una vida hasta entonces, logró, como quería, llamar la atención. No todos los criminales envían porciones de sus víctimas a las sedes de los principales partidos del país, en su caso, los de Canadá. A un entonces poco conocido Justin Trudeaux, por ejemplo, le llegó por correo una mano dentro de una caja. Que aquel infeliz que cumple cadena perpetua en Quebec haya recuperado ahora la notoriedad que tanto anhelaba es responsabilidad de lo que a estas alturas podemos ya llamar la ‘Deep Netflix’.

La carrera criminal de aquel aspirante a Ed Kemper cabe en solo tres capítulos, los dos primeros adictivos, el tercero, un despiporre

‘Don’t F**k With Cats’, engañoso título sobre las correrías criminales de Magnotta, es uno de los más notables éxitos recientes de la ‘Deep Netflix’. Son solo tres capítulos. Un pispás seriófilo. Interesantes son los dos primeros. Asombroso es el tercero. Adictivos los tres, pese a lo que en ellos se muestra. ¿Por qué? A esa pregunta respondieron Tomás de Aquino en el siglo XIII y, mucho antes, Tertuliano, otro chupacirios, en el siglo II. Lo que ambos dijeron lo encontraran al final del texto. Los impacientes pueden ir ahí directamente si lo desean, pero se perderán un par de humildes consideraciones.

Veamos. Por una parte está el Netflix de ‘Roma’, que con 10 nominaciones se llevó tres premios Oscar. Es la misma plataforma que con ‘Historia de un matrimonio’, otro peliculón, cosechó una de las seis estatuillas a las que aspiraba. No hay que olvidarse, claro está, del Netflix que por capítulos gratamente sorprende con ‘Unorthodox’, el que enamora con ‘El método Kominsky’ y el que rompe moldes con la última relectura de ‘Drácula’. Netflix aspira a ser la Biblioteca de Alejandría del Audiovisual. Pero luego está su otra alma, la telecinquera, la que ya ha puesto en su punto de mira el mercado mundial de consumidores de ‘reality show’, la que quiere suplantar a la tele convencional incluso en la peor de sus versiones. En esta trigesimotercera entrega de ‘muy seriemente’ se pretendía inicialmente hacer una inmersión a pulmón en un cenagal llamado ‘Too hot to handle’, último ‘reality’ de moda, seis mozos y seis mozas con un intelecto inversamente proporcional a sus ganas de fornicio, todos ellos reunidos en una lujosa mansión playera, a los que se tienta por sorpresa con un premio de 100.000 dólares si resisten un mes de abstinencia sexual. La apnea, qué le vamos a hacer, duró solo un capítulo. El final será probablemente el imaginable. Hay bonobos más castos que aquella docena de concursantes.

Hay más subproductos parecidos en la ‘Deep Netflix’. ‘The circle’ y ‘Love is blind’, por ejemplo. Allá ustedes. El caso es que a punto de tirar la toalla en ese propósito de retozar en el barro llegó una sugerencia desde el otro lado del Atlántico (gracias de nuevo, Idoya), pues parece que la fama de ‘Don’t F**k With Cats’ está creciendo exponencialmente en Estados Unidos, entre otras razones porque ‘Tiger King’ a su lado parece un documental de David Attenborough, lo cual se dice pronto.

La solución policial del caso fue deplorable, pero Netflix pasa el cedazo y saca oro de un yacimiento inexplorado

Luka Rocco Magnotta fue detenido por la policía de Berlín el 5 de junio del 2012. Su fotografía, con el correspondiente 'se busca', apareció en las portadas de Europa. El dueño de un cibercafé berlinés le reconoció. La búsqueda y captura de un aspirante a asesino en serie es, para el periodismo de sucesos, un premio gordo. Magnotta, además, era un tipo listo. Antes de viajar a Berlín pasó primero por París. Volvió locos a los gendarmes, pues (y eso es algo que no se menciona en la serie) dejó pillamente su teléfono móvil en un vagón de metro y los agentes iban de punta a punta de la ciudad persiguiendo un fantasma. Finalmente cayó porque la fama que tanto deseaba conseguir se volvió en su contra.

La esencia de la serie, sin embargo, no es el quehacer policial en este sórdido caso, pues la resolución no fue precisamente brillante, sino la búsqueda que desde dos años antes llevaron a cabo un par de internautas ofendidos con los primeros pasos que Magnotta dio como asesino de gatos. Sorprende la astucia detectivesca que ambos demostraron tener. La policía ignoró sus advertencias hasta que ya fue demasiado tarde. Intuían que, como le ocurrió a Ed Kemper, pronto pasaría a presas mayores, dejaría en paz a los gatos y buscaría satisfacción con la muerte de personas. Magnotta siempre supo que aquellos internautas iban tras él y, desafiante, fue dejando un rastro de migas de pan, canciones y películas, sobre todo, un cluedo de pistas que tuvieron poca o nula importancia durante el juicio que le condenó por asesinato, pues el resto de pruebas eran apabullantes, pero que ahora, reunidas por Netfix, montadas como un puzle en la sala de edición, ofrecen una perspectiva inédita sobre aquel insensato aspirante a asesino en serie. Lo dicho antes, el tercer capítulo es pasmoso, con un clímax desopilante, con Magnotta revisitado por los guionistas como una paródica copia de Sharon Stone en una de sus más celebradas películas. No digamos nada más.

Hay que ser consecuente si uno decide asomarse al abismo de la ‘Deep Netflix’, saber de antemano que la contemplación de las ciénagas de la sociedad tiene algo irresistible. Es lo que contaron Tertuliano y Tomás de Aquino en siglos diferentes pero con enfoques idénticos, que el paraíso, o el cielo, como se le prefiera llamar, no es placentero por la compañía de los seres queridos y el aleteo de ángeles y querubines, sino porque desde allí es posible contemplar los sufrimientos de los malditos en el infierno, ya sean Joe ExoticLuka Rocco Magnotta o los 12 tontos bonobos de ‘Too hot to handle’.

Suscríbete para seguir leyendo