Los favoritos de Serrat

El autor de 'Mediterráneo' nos habla de sus músicas predilectas y nos recomienda a sus autores de referencia, de Charles Aznavour a José Alfredo Jiménez, para descubrir, o redescubrir, en estos días de confinamiento

Aznavour, durante un concierto en Barcelona en el 2016.

Aznavour, durante un concierto en Barcelona en el 2016. / periodico

Jordi Bianciotto

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Esta información se publicó el día 27 ABR 2020. El contenido hace referencia a esa fecha.

Serrat se nos pone al teléfono, como harán otras figuras públicas en las próximas semanas, para hablar de las músicas de su vida, las que le han influido como autor, o que le han dado pautas de vida, y que estos días podemos descubrir, o redescubrir, a través de esos pozos sin fondo que son las plataformas digitales. O rescatando compactos o vinilos: escuchar música en un formato separado de la red procura otra clase de intimidad, una pausa en la conectividad permanente. Serrat conserva los viejos álbumes “por amor”, si bien confiesa tener una deuda con las viejas agujas de su tocadiscos, que procederá a cambiar cuando salgamos de esta, para “volver a las raíces”.

Las circunstancias no le empujan a crear música por ahora. “Mi parte creativa está muy afectada por la realidad, como lo está todo”, confiesa. Ahora priman las necesidades de su “pequeño mundo”, así lo llama. “Las tareas de casa, que es un lugar de supervivencia al que mi mujer y yo dedicamos tiempo, y tratando de estar con la gente”. Pero la música sigue ahí como “algo fundamental”. En primer término, gracias a esa vieja compañera llamada la radio. “Hay profesionales muy sensibles que saben el lugar que la música ocupa en las vidas de la gente”, señala sin dar nombres.

Una figura maltratada

Hablando de música, Serrat aboga por la amplitud del gusto sin regirse por parcelas estilísticas, gremios y tribus. “La música es un mundo muy amplio y no es ni clásico, ni culto, ni popular, sino una mezcla de todo ello”, y la mirada hacia autores y obras “debería ser cualquier cosa menos sectaria”. Quizá por eso destaca a sendas figuras de la ‘chanson’, ese imaginario situado en la base de la ‘nova cançó’, que podríamos considerar alejadas: Georges Brassens y Charles Aznavour. El primero llegó en su tiempo a “los universitarios y las capas más cultas”, mientras que Aznavour creó éxitos de gran alcance. ¿Canción ligera, o no tanto? “Fue un gran melodista y un intérprete muy sólido, maltratado y al que se le negaron parte de sus cualidades”. Serrat recomienda la antología ‘40 Chansons d’or’ y recuerda que los franceses fueron pioneros en el cultivo de los ‘coffrets’ (hoy se les llama ‘box sets’), las cajas que reúnen obras integrales.

Destaca también a Édith Piaf y a Jacques Brel, “dos de los artistas más capaces de conmover en un escenario”. Y saltando los Alpes, a Paolo Conte, ese autor que pasó largos años sin atreverse a dar la cara ante el público, haciendo “canciones extraordinarias, como ‘Azzurro’, que la gente ha cantado en los balcones en Italia”. Si La Voss del Trópico “era el químico que canta”, recuerda, Conte es “el ‘avvocato che suona il piano’; un gran hombre de la música que no trabajó para el estrellato”.

De la Pampa al Brasil

El otro caudal inspirador de Serrat lo encontramos en Latinoamérica, y ahí se fija en “los autores-cantantes”. El argentino Atahualpa Yupanqui y su imaginario folclórico de la Pampa; la chilena Violeta Parra, “gran investigadora de la música popular y una fantástica artista de entoldado”, y el mexicano José Alfredo Jiménez, con su “puro estilo ranchero”. Y aún tres nombres más con marchamo brasileño: Chico Buarque, Caetano Veloso y el padre de toda esa generación, Dorival Caymmi.

A todas esas músicas podemos ahora acceder con facilidad para soñar con nuevos horizontes. Estas y muchas más, porque “en el mundo de la música cabe siempre mucha más gente de la que hay”, indica Serrat. Y todo esto pasará, nos dice, y “ojalá lo que estamos viviendo nos haga más sabios”. La posibilidad está ahí. “¡Sí, como que el Poble Sec suba a Tercera Regional!”.