360º
Sin nieve no hay paraíso en Rusia
La ausencia del blanco elemento en gran parte de la Rusia europea, junto con unas temperaturas más propias del otoño genera ansiedad, desazón y hasta denuncias en este invierno del 2020

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Marc Marginedas
Marc MarginedasPeriodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Marc Marginedas
"Sin nieve no hay paraíso". No se trata de ninguna cita literaria extraída de una novela decimonónica escrita por León Tolstói. Ni tampoco el nombre de cierta recomendable película soviética con actores sobresalientes filmada durante la guerra fría, una de esas joyas que el gran público europeo al oeste del muro de Berlin jamás llegó a disfrutar. Ni siquiera el grito de guerra de ninguna tribu ártica incapaz de conciliar el sueño cuando el temómetro supera los 10 grados centígrados.
Es el tuit y eslogan que nos propone para esta temporada invernal Daniel Utrilla, escritor español afincado en Rusia, autor del líbro 'A Moscú sin kalashnikov' y profundo conocedor y admirador de las letras rusas. Tras constatar, como muchos de nosotros, la excepcionalidad de este cálido arranque de enero, sin apenas nevadas, con temperaturas máximas y mínimas que superan los cero grados en la mayoria de los días y enormes calvas pardas en superficientes otrora cubiertas por centímetros de blancura, el prosista nos aconseja sumergirnos en el pasado y recordar que el celebérrimo novelista, autor de clásicos inmortales como 'Guerra y Paz' o 'Anna Karenina', ya vivió en su día su invierno cálido, concretamente en 1886, dedicándose entonces a compilar "un calendario nacional para campesinos con un proverbio cada día". "Al cambio climático, buena cara", nos recomienda.
La ausencia de unas Navidades blancas en Moscú, San Petersburgo y regiones aledañas -en Siberia y el Lejano Oriente ruso, la meteorología ya es otro cantar- ha sido recibido con humor, indignación y hasta desazón por los lugareños. Y todo ello, por mucho en el pasado, puntualmente en cuanto caía la 'pierviy sneg' (primera nevada), los moscovitas maldijeran como una perorata su suerte por residir en latitudes tan norteñas. Vayamos por partes.
Con ironía y jocosidad ha sido recibido todo un 'trending topic' vinculado al blanco elemento e incontestable aroma a pasadas prácticas burocráticas soviéticas. Se trata de un vídeo difundido en las redes sociales que muestra a quitanieves municipales haciendo de su capa un sayo, retirando una nieve totalmente ausente del asfalto y recuperando para los tiempos presentes aquella máxima de que en la patria de Lenin, el proletariado "finge trabajar". "Están llevando a cabo un ejercicio de entrenamiento antes de la tormenta de nieve", se mofa en Twitter Tatyana Guenadievna D. "Pintar la hierba con césped; eso aún no lo he visto", atiza Ilya Lomakin.
A perro flaco, todo son pulgas. Porque lo cierto es que la indignacion popular por la falta de nieve ha recaído sobre Dmitri Medvédev, el dimitido primer ministro, más que sobre los muchos negacionistas del cambio climatico que existen en Rusia. Unas fotografías publicadas también en una red social han mostrado como el terreno de su casa de campo a orillas del Volga, en la región de Ivánovo, está cubierto de nieve hasta el último resquicio, en contraste con los bosques pelados y amarillentos de los márgenes. Uno se puede incluso imaginar al defenestrado gobernante, reconocido amante del esquí alpino, descender a toda velocidad por esa prolongada pendiente que desemboca junto a la corriente fluvial. "¿Quién habrá pagado?" por este "pequeño milagro de Año Nuevo", se pregunta el bloguero anticorrupción, Alekséi Navalni en un 'post'.
Por último, desabrimiento y disgusto ha sido lo que han experimentando los creyentes que año tras año, el 19 de enero, coincidiendo con la fiesta ortodoxa de la Epifanía, se sumergen durante unos minutos en los ríos y lagos congelados emulando el bautismo de Jesús por San Juan. En esta ocasion, en amplias zonas de la Rusia europea, no ha sido necesario abrir un agujero en la capa de hielo porque ésta ni siquiera se había formado.
Lo dicho: en Rusia, el frío, cuando llega, se le maldice; pero cuando se hace esperar, se le añora, recuerda y hasta invoca.
La ausencia del anticiclón
Las altas presiones de Siberia son a Rusia lo que el anticiclón de las Azores es para España. Pero este año aún no se ha formado el área de altas presiones que suele existir en esta época sobre las regiones siberianas de Krasnoyarsk y Yakutia. Por esta razón, dicen los meteorólogos, los aíres cálidos del océano Atlántico penetran sin oposición, mientras que el aire frío solo se mueve en dirección hacia Alaska y Canadá.
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