Que no pare la música

El asalto de las 'bandas tributo'

Las 'bandas tributo' prosperan en todo el mundo y en la agenda de Barcelona. Rinden honores a Tina Turner, Queen o Supertramp apelando a a nostalgia y responden a un instinto profundo, el de recuperar una antigua versión de nosotros mismos

Karin Bello, de Typically Tina.

Karin Bello, de Typically Tina. / periodico

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El anuncio de un sorprendente concierto en el Palau de la Música salta estos días de móvil a móvil y alborota grupos de Whatsapp de usuarios de mediana edad. “¡Viene Tina Turner! ¿Cuándo salen a la venta las entradas?”. Oh, algo no cuadra: la intérprete de ‘Private dancer’ está retirada desde hace diez años y, aun en el supuesto de que decidiera interrumpir su simpática vida en una mansión del lago de Zúrich para acceder a la loca idea salir de gira mundial, su actuación en Barcelona se anunciaría con mayor antelación y se programaría en un local de mayor aforo. Pongamos un Palau Sant Jordi, que la acogió en su última visita, en 1996. 

Pero, a veces, la emoción interfiere en nuestra percepción sensata de las cosas y nos creemos aquello que deseamos creernos, dando por buena una primera impresión ilusionante sin pasarla por filtros. Las ‘fake news’ se acomodan en esa disposición a dar crédito a aquello que nos gratifica y a tachar, si cabe, de aguafiestas a quien nos susurre al oído que estamos metiendo la pata. Y bien, aunque podamos morirnos de ganas de ver de nuevo a Tina Turner sobre un escenario, lo cierto es que ese cartel que corre estos días por las ‘apps’ no corresponde a un concierto suyo, sino de Tina Turner Tribute, que no es exactamente lo mismo. Bien, no se trata de una actuación, sino de dos: el 10 y 11 de enero del 2020. Y las entradas para una de las noches, la segunda, ya están agotadas.

El imitador es la estrella

La ola de las ‘tribute bands’, o ‘cover bands’, o grupos clónicos (cada categoría presenta matices), nació en los años 90, pero vive en la actualidad un nuevo empuje, quizá a medida que los grandes del pop se van quitando de en medio y se amplifican las ganas de seguir disfrutando de su aura mítica y de sus canciones. Algunos de esos divos de quita y pon, más aclamados por lo que representan que por lo que son, son estrellas: ahí está el cuarteto Björn Againpionero del ramo con su paródico culto a Abba, que en su día contó con fans como Kurt Cobain y que este año ha actuado como gran atracción en el festival de festivales, el de Glastonbury, en el Reino Unido.

La agenda barcelonesa de las próximas semanas y meses reserva un imponente desfile de esta clase de conciertos, anunciados de tal manera que quizá generen algún que otro efecto óptico. Tremendo atracón en el Palau con, entre otros, Supertramp Tribute, ‘A celebration of John Williams’, Queen Tribute, Abba Tribute, Dire Straits Tribute... Y Tina Turner Tribute, con el espectáculo ‘Typically Tina’, en el que una portentosa cantante californiana, Karin Bello, se pone en la piel de la sufrida ex de Ike Turner imitando poses, vestuario, cabellera e inflexiones vocales selváticas. Otras salas participan de la tendencia: Luz de Gas, con réplicas de Coldplay y los Rolling Stones; Bikini, homenajeando al grupo mexicano Maná; Razzmatazz, con Queen Forever, forofos de Freddie Mercury y compañía, y Upload, acogiendo a Snakebite, banda que rinde honores a Whitesnake.

Cuidado con los vivos

La mayoría de las ‘bandas tributo’ evocan a artistas que ya no están operativos o que ni siquiera habitan en este mundo. Los supervivientes de colosos como Queen, Pink Floyd o Dire Straits no suelen ver con malos ojos que se mantenga despierto su catálogo (y se estimulen las partidas anuales de derechos de autor). Pero ojo con los que aún están en activo: los abogados de Bon Jovi forzaron el cambio de nombre del cuarteto femenino Blonde Jovi, que celebraba su repertorio y que pasó a llamarse Blonde Jersey.

Como cualquier situación es susceptible si no de empeorar, sí de enrocarse más todavía y acabar siendo irreversible, ahora a las ‘tribute bands’ hay que sumar ese invento un tanto macabro llamado holograma, según el cual a ídolos ya finados como Roy Orbison Frank Zappa no se les permite el descanso en su última morada, sino que se ven abocados a dar vueltas por el mundo como espectros andantes. Llueve sobre mojado, y todo apunta que irá a más. Quizá los poderosos ‘talent shows’, asentados en el manejo de canciones muy conocidas, influyan en la tendencia a glorificar el ‘hit’ atemporal y a minusvalorar al autor que sigue trabajando.

Pero es poco práctico rebelarse contra la ley de la gravedad. Este fenómeno de los tributos puede hablarnos de nuestra tendencia a la nostalgia, a la idolatría, al riesgo cero o incluso al simulacro. Pero también apunta a algo más profundo e íntimo, a la resistencia a soltar el pasado y al instinto de recuperar una versión más joven, quizá más pura, de nosotros mismos.