LOS 92 DEL 92

Jordi Arrese: "La medalla era mi obsesión y lo hice todo para conseguirla"

El tenista catalán ganó la plata en una épica final contra el suizo Rosset a 5 sets.

Jordi Arrese, medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, regresa a la pista de la Teixonera.

Jordi Arrese, medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, regresa a la pista de la Teixonera. / JORDI COTRINA

Jaume Pujol-Galceran

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«Mi obsesión era ganar una medalla y lo hice todo para conseguirla», asegura Jordi Arrese (Barcelona, 1964) , 30 años

después de haber ganado la plata en la final ante el suizo Marc Rosset.

Estuvo muy cerca del oro. Una nube que se posó sobre la central de la Teixonera durante el quinto set asegura que le impidió

la remontada final. «Ese día la temperatura en Barcelona era de más de 35 grados y Rosset estaba fundido. Le tenía...Pero se

fue el sol y al final se recuperó». El tenista suizo, que llegó a ser 9 mundial, le derrotó por 7-6 (2), 6-4, 3-6, 4-6 y 8-6, después

de cinco horas. «Paró 10 minutos en el quinto set, cuando le había remontado un 4-1. Eso me enfrió. Fue listo» .

Arrese se entregó en cuerpo y alma a su reto. Estaba en el mejor momento de su carrera tenística y renunció a competir en

varios torneos para preparar los Juegos Olímpicos. «Era una oportunidad única. Se jugaban en mi ciudad y decidí ir a por

todo», cuenta.

8.500 calorías al día

Hizo una pretemporada de cuatro meses y medio con Paco Seirul•lo (expreparador físico del Barça), contrató a un psicólogo

(Joan Corominas) y una nutricionista. Corría dos veces al día por la carretera de las Aigües de Barcelona, antes de entrenar en

el gimnasio cuatro horas y cuatro más en la pista. Ingería 8.500 calorías al día para ganar musculatura. Hizo terapias mentales

para relajarse y visualizar los partidos. Un tratamiento con minerales de cuarzo. «Lo hice todo, incluso encender un cirio en la

iglesia, aunque no soy creyente».

Por esa medalla recibió, además, 70 millones de pesetas (420.000 euros al cambio actual) que daba La Caixa a los

medallistas españoles y que, cumplidos los 50 años, se podía cobrar o disfrutar como plan de jubilación.

«Era una gran ayuda, especialmente para los deportes minoritarios. En Barcelona se hizo una gran inversión y tuvo un efecto

directo en el éxito. Es un país con ADN deportivo pero que solo invierte cuando se ve obligado. Es una pena y una vergüenza»,

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