LOS 92 DEL 92

Los fotógrafos del 92: la tribu de los viejos cacharros a cuestas

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Jordi Cotrina

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Recordar, pasados 30 años, los Juegos Olímpicos que se celebraron en 1992 en nuestra ciudad, Barcelona supone un trabajo de memoria complicado. Creo que coincidiremos que la cobertura gráfica de los diarios deportivos y generalistas del país fue espectacular, y en concreto, la de El Periódico, sin limitaciones. Esto se tradujo en que éramos 5 o 6 fotógrafos acreditados para cubrir la parte deportiva. Para la parte social, la del público local y visitante circulando por la ciudad, en un recorrer paralelo, fue también de 5 o 6. Y nunca fuimos suficientes para cubrir las 48 páginas del especial ‘El Periódico de los Juegos’ que se editaba diariamente. Todos entregados a la misión de traducir en imágenes aquello que pasaba en Barcelona desde la misma tarde, a las 22.38 horas del 25 de julio de 1992, en que Antonio Rebollo lanzó su flecha para encender el pebetero del Estadio Olímpico Lluis Companys hasta su clausura, el 9 de agosto. 

En mi caso, el primer recuerdo es para Jordi Arrese y su medalla de plata brillantemente conseguida en las pistas de la Teixonera. Mis comienzos en el mundo de la fotografía de deportes fueron a partir de mis colaboraciones para una revista de tenis, así que por decisión propia, me agencié la cobertura de la competición de tenis. Y fue en las pistas de la Vall de Hebrón donde me pasé la mayor parte de esos excitantes días, empapado por las temperaturas altas, obvio para el mes de julio, pero principalmente por la altísima humedad, y también por el ‘precioso’ chaleco que teníamos que llevar para poder trabajar cerca de los deportistas.

El primer oro

Y era, una vez concluída la jornada en las pistas de tenis en esos días infinitos ( las jornadas para cubrir unos Juegos Olímpicos son inacabables), cuando también tuve tiempo para la primera medalla de oro española, la del ciclista José Manuel Moreno en el Velódromo de Horta, o de acercarme al Estadi Olímpico y retratar la llegada del marchador Dani Plaza en primer lugar, o la salida de la prueba reina en la competición de atletismo, los 100 metros lisos, en los que estuve colocado en los primeros 20 metros de la línea de salida, por cuestiones organizativas, mientras que dos fotógrafos más cubrían la parte central de la carrera y la llegada al final de la recta del estadio (la foto de Linford Christie con los brazos abiertos celebrando su triunfo).

Entretanto, otras imágenes que me vienen a la cabeza es la de un ‘minúsculo’ Tomás Jofresa tratando de superar al ‘gigante’ Pat Ewing en el Olímpico de Badalona en otra de las exhibiciones del ‘dream team’ norteamericano de baloncesto o la del equipo de tiro con arco colgándose la medalla de oro de esa prueba, quizás siguiendo la estela dorada de la flecha que encendió el pebetero. 

Y, ya en el tramo final, minutos antes de la petición de Constantino Romero de ‘atletas, bajen del escenario’ con la que se clausuraban los Juegos de Barcelona 1992, visualizo al equipo español de waterpolo alrededor de la piscina Picornell visiblemente decepcionado al perder la final olímpica ‘más larga de la historia’ ante Italia.

Hubo otras fotografías de la vida alrededor de la Villa Olímpica, los nombres de Cacho, López Zubero, la competición de vela, la selección de fútbol, Miriam Blasco, el equipo de hockey femenino, quizás más presente en la memoria de mis compañeros

De la vida social en la ciudad, no existe recuerdo, solamente horas frente a los deportistas e infinidad de carretes revelados para tratar de reflejar de la mejor manera posible los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, mis primeros Juegos, los Juegos en mi ciudad.  

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