Ayudas europeas

Comunidades energéticas y recursos para la inserción laboral de mujeres: el impacto de los Next Generation en Catalunya

El valor de estar en la UE. Cómo formar parte de Europa beneficia a las autonomías

Next Generation, una palanca para "transformar" Catalunya y ayudar a "transformar Europa"

El vehículo compartido de la comunidad energética Balenyà Sostenible.

El vehículo compartido de la comunidad energética Balenyà Sostenible. / CEDIDA

Laura Puig

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Si algo ha caracterizado a los fondos Next Generation EU, destinados a ayudar a la recuperación de los Estados miembros de la Unión Europea de la crisis provocada por la pandemia del covid-19, es su efecto de amplio espectro, pues además de haber beneficiado a grandes empresas y corporaciones locales, han servido para financiar proyectos de pequeñas comunidades que han tenido un impacto directo y palpable sobre los ciudadanos.

Es el caso de Balenyà Sostenible, una iniciativa que busca "dar el paso hacia una economía verde y sostenible" en esta población de la comarca de Osona, según explican en su página web. El impulsor de la idea es Ramon Roig, un vecino del municipio. "Vi que hacía falta un cambio de modelo, que si nos creemos esto de la transición energética había que desarrollar un proyecto", explica a EL PERIÓDICO.

Roig, que ya tenía vínculos con el mundo cooperativo, se puso manos a la obra cuando descubrió que había muchas propuestas de transición energética en los fondos Next Generation. El objetivo que se propuso junto a otros emprendedores fue crear 50 comunidades energéticas en 50 municipios de la comarca. Arrancaron Balenyà y Olost, que crearon sus propias cooperativas, y enseguida se les sumó Sant Pere de Torelló. "Al hilo de lo que estábamos creando se fueron apuntando más municipios (...) hasta llegar a una treintena. Hoy en día las comunidades energéticas creadas en la comarca aglutinan al 96% de la población", explica, y en toda Catalunya son ya medio centenar.

Placas solares instaladas en tejados de Balenyà.

Placas solares instaladas en tejados de Balenyà. / CEDIDA

Placas y coche compartido

La comunidad energética de Balenyà reúne a 175 socios y ofrece servicios de autoconsumo energético compartido. Han instalado placas solares en tejados públicos y también en algunos edificios de empresas privadas, cuentan con un coche eléctrico de uso compartido (3 euros/hora o 30 euros/día) y seis puntos de recarga de vehículos eléctricos en el municipio (de uso público y con una tarifa más reducida para los socios). Asimismo, destinan el 10% de la energía generada a familias vulnerables y cuentan con un proyecto de cooperación internacional para financiar iniciativas en países en vías de desarrollo.

"Hace dos años no hubiéramos pensado que hoy estaríamos aquí. Estamos muy contentos y orgullosos. Y también satisfechos de haber ayudado a impulsar otras comunidades", afirma Roig.

Igualmente satisfecha se declara Sandra Melús, de la Fundació SURT, que consiguió fondos europeos para un proyecto de apoyo a mujeres en el ámbito rural y urbano ('Dones RIU') que busca facilitar la inserción laboral en los sectores de las economías verde y digital.

"Trabajamos mucho en la autonomía de las mujeres, en su empoderamiento, sin caer en el paternalismo", explica Melús.

Actualmente, la Fundació SURT trabaja en tres territorios: Girona-Figueres, Tarragona-Reus y Piera-Igualada. En total, atiende a 240 mujeres, 40 en cada municipio, que siguen un mínimo de ocho sesiones grupales e individuales. El objetivo es ampliar los puntos de atención en futuras convocatorias.

Sandra Melús, orientadora de la Fundació SURT.

Sandra Melús, orientadora de la Fundació SURT. / MARC ASENSIO

Usuaria y trabajadora

El caso de Melús es paradigmático porque ella fue una 'dona RIU'. En 2022 acababa de ser madre y trabajaba en Barcelona, pero vivía en Girona. "No fue muy compatible la maternidad, humanamente se me hizo muy cuesta arriba y decidí dejar el trabajo y buscar algo en mi ciudad", explica. Acostumbrada al mercado laboral de Barcelona, se vio perdida en Girona y entendió que tenía que reinventarse. Llegó al programa 'Dones RIU' a través del Servei d'Ocupació de Catalunya.

"Recuerdo que pregunté si podía acogerme a esta ayuda o si estaría quitando la plaza a alguien que realmente lo necesitaba. Yo no pertenecía a un colectivo vulnerable, tenía una red de apoyo y ahorros". Pero era mujer y se había quedado sin trabajo, así que encajaba en el perfil. Con el paso del tiempo, surgió una vacante en la fundación y les gustó su perfil, por lo que decidieron contratarla y hoy trabaja como orientadora.

"Atendemos a mujeres con muchas necesidades y otras que no, pero que necesitan apoyo para buscar otros horizontes (...) Lo bonito es esa heterogeneidad", explica Melús.

Si hay que poner alguna pega, señala a la parte burocrática, que obliga a cumplimentar muchos formularios, aunque se lo toma como un "control de calidad" para verificar que el trabajo se está haciendo bien. Y también lamenta la falta de publicidad del programa. Sin embargo, el balance es "muy positivo". Como usuaria y como trabajadora.