Proceso histórico en EEUU

Morbo, detalles y enfado del juez en el testimonio de Stormy Daniels en el juicio contra Trump

El magistrado lamenta que la estrella haya explicado pormenores "innecesarios" pero rechaza la petición de la defensa de anular el juicio

La guía del histórico proceso penal en Nueva York contra el expresidente y candidato de facto republicano

Ilustración de la declaración de Stormy Daniels, este martes, en el juicio contra Donald Trump en Nueva York.

Ilustración de la declaración de Stormy Daniels, este martes, en el juicio contra Donald Trump en Nueva York. / JANE ROSENBERG / REUTERS

Idoya Noain

Idoya Noain

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La historia de la relación sexual que la estrella del entretenimiento adulto Stormy Daniels asegura que tuvo con Donald Trump en 2006, que él niega, se ha contado infinidad de veces y a menudo con infinidad de detalles morbosos, desde algún azote hasta la brevedad del encuentro sexual o su calidad. Nunca, sin embargo, el escenario de la narración en primera persona de Daniels había sido tan relevante y potencialmente trascendental como el de este martes.

Pese a los esfuerzos de la defensa de Trump por evitarlo, Daniels (cuyo nombre no artístico es Stephanie Clifford) ha sido la testigo estrella en la decimotercera sesión del histórico juicio penal en Nueva York contra el expresidente y candidato de facto republicano para noviembre.

Las primeras horas de su declaración en respuesta a preguntas de Susan Hoffinger, una de las abogadas de la fiscalía, no han decepcionado a quienes anticipaban que su comparecencia sería el mayor espectáculo, al menos de momento, en este proceso, donde Trump enfrenta 34 cargos nacidos precisamente de la falsificación de documentos para ocultar el pago de 130.000 dólares con que se silenció a Daniels antes de las presidenciales de 2016. 

Ha habido por su parte detalles, demasiados incluso en opinión del juez Juan Merchan, y prejuiciosos según la defensa de Trump, que por ello ha pedido que se anulara el juicio. Y aunque Merchan no ha accedido a esa petición, ha estado de acuerdo en que en el testimonio de Daniels, "ha habido cosas que habría sido mejor que no se dijeran".

Dinámicas de poder y consenso en duda

En el centro de las protestas de la defensa de Trump han estado partes del recuento pormenorizado de Daniels de aquel episodio, que se produjo después de que ella y Trump se conocieran en un torneo de golf en el lago Tahoe y él le invitara a la habitación de hotel.

Allí él le recibió en un batín de seda o raso, según ha recordado. Ella le instó a vestirse y lo hizo, después de lo cual cenaron en el cuarto, manteniendo una conversación que, siempre según el relato de Daniels, incluyó que Trump le dijera que no se preocupara por su esposa Melania ( "ni siquiera dormimos en el mismo cuarto") o que le comparara con su hija Ivanka. También hablaron sobre su trabajo en la industria porno o las posibilidades de que entrara en 'The Apprentice', el reality show de Trump.

Fue después de ir al baño y salir con la idea de marcharse cuando se encontró a Trump en calzoncillos en la cama. Y ahí se ha iniciado un relato en el que ha hablado de una dinámica de poder complicada que pone en terreno movedizo la idea de que lo que mantuvieron la mujer de entonces 27 años y el hombre de 60 fuera una relación consentida.

"Al principio me quedé sorprendida, y entonces tuve un momento en que sentí como si la habitación girara a cámara lenta y sentí que se me cortaba la circulación de las manos y los pies, casi como cuando te levantas muy deprisa", ha explicado. Luego ha hablado de algo comparable a "quedarse en blanco", aunque aclarando que "no estaba borracha ni drogada". Después llegó el vacío de la memoria y, en algún momento, se vio "desnuda en la cama en posición misionero", manteniendo sexo sin condón.

Daniels ha hablado también de no decir nada, de sentir vergüenza por lo ocurrido. Pero ha sido su entrada en detalles lo que ha provocado al menos en dos ocasiones la reprimenda directa del juez Merchan, que le ha afeado dar detalles "innecesarios" y ha aceptado muchas más objeciones de la defensa que de costumbre. Mientras, Trump ha reaccionado a las declaraciones de Daniels haciendo numerosos comentarios a sus abogados y, en alguna ocasión, con audibles interjecciones como: "¡gilipolleces!" Su mayor enfado lo ha mostrado cuando el juez ha decidido no anular el juicio.

Impacto

El potencial impacto del testimonio de Daniels, no obstante, va más allá de los elementos más sensacionalistas de su relato, especialmente al hablar de las interacciones posteriores que mantuvo con Trump. Y el hecho de que él le invitara a partir de aquel encuentro a varios actos públicos, le llamara con frecuencia y le presentara a gente (incluyendo en la torre Trump a Karen McDougal, la modelo de ‘Playboy’ que también asegura haber mantenido una relación sexual con él) puede contribuir a desarticular ante el jurado una idea promovida por su defensa: que el pago casi una década después para silenciarla tuvo como objetivo proteger a su familia y su reputación (la fiscalía argumenta que lo hizo con motivos electoralistas).

Tras las preguntas del ministerio público se ha iniciado el turno de la defensa, un contrainterrogatorio liderado por la abogada de Trump Susan Necheles que, desde los primeros acordes, ha dejado claro que su objetivo es desmontar la credibilidad de la testigo y retratarla como una mujer que solo ha buscado dinero y fama. y quiere "vengarse" de Trump y verlo en la cárcel. "Quiero que rinda cuentas", ha respondido en uno de sus combativos cruces Daniels, que sí ha reconocido "odiar" al acusado.