Guerra en Oriente Medio

Mandos militares españoles creen que Irán no busca una escalada y que esta depende ahora de Netanyahu

El futuro de Oriente Medio, en manos de Israel

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Una mujer pasa junto a una pancarta que representa el lanzamiento de misiles con el emblema de la República Islámica de Irán en el centro de Teherán.

Una mujer pasa junto a una pancarta que representa el lanzamiento de misiles con el emblema de la República Islámica de Irán en el centro de Teherán. / ATTA KENARE / AFP

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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Pese a la alta tensión que vive la escena diplomática internacional, altos mandos militares españoles consultados por EL PERIÓDICO creen que Irán no está buscando una escalada de la guerra en Oriente Medio y que esa posibilidad depende ahora más de Israel.

Hay un detalle importante en el que repara un analista, oficial superior en el engranaje de decisión en la sede madrileña del Ministerio de Defensa, y es la forma con que Irán ha llevado a cabo su ataque sobre Israel, avisando en todo momento y dando tiempo a Tel Aviv y sus aliados a prepararse y neutralizarlo. En este caso, la forma es una señal elocuente. “Irán no quiere sangre y, aunque se ha visto obligado a una respuesta masiva, la ha diseñado para no causar bajas ni daños excesivos”, interpreta.

Esta lectura también se hace este lunes en ámbitos de la diplomacia de Defensa. En opinión de este experto, el ataque del sábado “ha demostrado que Irán cuenta con capacidades notables para alcanzar territorio israelí, pero lo ha llevado a cabo enviando primero los drones, más lentos, como preaviso”.

Teherán no buscaría una guerra de alta intensidad en la región: “La forma de llevar a cabo el ataque significa que no quiere escalar”, concluye.

Dinero en la pelea

Quizá la preferencia del régimen de los ayatolás sea la de continuar con las escaramuzas a través de proxies y no la guerra abierta con Israel. Y puede -sostiene un oficial de la Armada buen conocedor de la OTAN- que Israel “se tome su tiempo y la respuesta no sea puramente militar; por ejemplo, atacando lo que más le preocupa a Irán, su futura capacidad nuclear, quizá mediante acciones híbridas”.

Este mando militar aventura una peligrosa onda expansiva económica si la sucesión de ataques se convierte en guerra. La primera ficha de dominó en tambalearse sería la del dinero -“Tendría serias consecuencias en un incremento sustancial de costes de la energía y del comercio marítimo”, augura- y después vendrían las del tablero estratégico: “Países clave en la zona como Jordania pueden desestabilizarse, y la situación en Siria e Irak empeoraría sin duda”, lo cual es “escenario ideal para una mayor influencia y actividad de Rusia, y tal vez de China”.

Dado ese escenario, la guerra naval cobraría una gran importancia, “por el gran peso en el comercio marítimo mundial” que tiene el escenario. “Tanto Irán como Israel y sus aliados son conocedores de lo crucial que será prevalecer en el uso de los espacios marítimos de la región”, arguye.

Para el oficial de Defensa, una guerra de alta intensidad en la región llevaría a un seguro cierre del Estrecho de Ormuz, “y si se termina de cerrar el de Bab El Mandeb, el impacto económico sería dramático”.

Otro de los mandos consultados, este de la Guardia Civil y experto en armamento, apunta a otra variable económica, esta vez microeconómica, si se mantiene una campaña de ataques de Irán: “Cada dron y cada misil iraní cuestan diez veces menos que los medios empleados por Israel y sus aliados para derribarlo. Esto, en una serie sostenida de ataques, disminuye mucho la asimetría de fuerzas entre Israel e Irán”.

Imprevisible Netanyahu

Uno de los militares consultados, analista de inteligencia de misión en el exterior, secunda la teoría, que ha ido ganando espacio en medios internacionales en el fin de semana, de que en una guerra abierta Irán buscaría un desgaste económico de Israel y un éxodo de su población, primero dentro del país huyendo de zonas selectivamente amenazadas y luego al exterior, desestabilizando al Gobierno Netanyahu.

Dos de las opiniones recogidas entre mandos militares por este diario señalan dos variables inestables.

Una consiste en que “Binyamín Netanyahu es imprevisible”, define el analista. El líder israelí es él y su circunstancia: su frente judicial, la constante amenaza sobre la estabilidad de una coalición de gobierno extremista, las presiones del ala más radical y de los ortodoxos israelíes y las, igualmente decisivas, de las familias de los secuestrados que aún están en manos de Hamás. “No es un actor estable ni mucho menos, y es en Washington donde más lo están comprobando día a día”, sostiene otro jefe de estado mayor.

La otra es el alcance de una represalia militar de Israel tras el ataque iraní del fin de semana. El raid de 180 drones y un centenar de misiles -casi todos neutralizados por la defensa israelí, británica y estadounidense- se ha saldado solo con heridos, pero “si Israel ataca a Irán, la defensa aérea iraní no tiene esas capacidades, y probablemente el ataque israelí cause daños y bajas. Eso pondría a Teherán en una situación muy difícil y le obligaría a escalar”, indica un coronel experto en la actualidad de los conflictos en marcha.

Dada esa situación, “a Estados Unidos le pondría en una situación también muy difícil”. También a Europa, "en cuya respuesta iría enmarcada la reacción de España", considera un coronel del Ejército en labores docentes.

Españoles en medio del fuego

Sin dejar de ponderar el peligro, ninguna de las fuentes militares consultadas se ha mostrado alarmada por la situación que viven los 700 militares que España tiene desplegados en territorio libanés como cascos azules entre 13.000 soldados de 31 naciones. Pero sí hay una extendida preocupación. Son 673 efectivos de la brigada mecanizada Extremadura XI desplegados en la Operación Libre Hidalgo en el este de la frontera israelolibanesa y el resto miembros del cuartel general de la misión, en la base de Naqura, que manda el general español Aroldo Lázaro.

El general Aroldo Lázaro, jefe la misión UNIFIL de la ONU, visita uno de los escenarios de intercambio de disparos entre Israel y milicias de HIzbolá en la frontera libanesa, el pasado 12 de abril

El general Aroldo Láxzaro, jefe la misión UNIFIL de la ONU, visita uno de los escenarios de intercambio de disparos entre Israel y milicias de HIzbolá en la frontera libanesa / FINUL

Los miembros de Fuerza Interina de Naciones Unidas para el Líbano (FINUL o UNIFIL son las siglas de la misión) llevan ya más de un año teniendo que bajar a búnkeres subterráneos de su base en Marjayún bajo el intercambio de cohetes, y en menor medida de artillería, entre Israel y la Hizbulá libanesa. Pero ahora tener que refugiarse del paso de proyectiles se ha ido haciendo paulatinamente más frecuente.

“No creo que se produzca un ataque directo a las fuerzas de Naciones Unidas -considera uno de los jefes de la Armada- pero, si de verdad escala el conflicto, hay riesgo elevado de que alguno de los cohetes, misiles o drones caiga en sus bases”.

No sería la primera vez en la llamada Blue Line. La pasada semana, antes del Sabat, el general Lázaro girando visitas a zonas afectadas por intercambios de disparos. El último mensaje lanzado en redes sociales por UNIFIL decía el pasado día 12: “Dado el peligro real de una escalada, subrayamos: solo una solución política y diplomática es viable”.

"Una escalada importante del conflicto haría muy difícil y peligrosa esta misión -opina el coronel con trabajo académico-. La ONU tendría que revisar sin duda el mandato y decidir la viabilidad de esta misión". Este mando militar recuerda que el riesgo no solo se cierne sobre el despliegue español en el Líbano, también sobre los militares que Defensa tiene colocados en bases norteamericanas de Irak para la Operación Inherent Resolve contra el Daesh y labores de formación y asistencia de la OTAN a las fuerzas armadas iraquíes. "Las bases americanas en Irak -recuerda esta fuente- podrían convertirse en un objetivo muy cercano en función del apoyo de Estados Unidos a la respuesta israelí".

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