Agenda ultra

La Ley Ómnibus de Milei sufre un duro revés en el Congreso de Argentina

El Gobierno estudia convocar una consulta popular para sacar adelante su proyecto en claro desafío al Parlamento

Milei quiere ir más lejos que Trump y mudar la embajada argentina a Jerusalén

La "cola contra el hambre" llama a la puerta del Gobierno de Argentina

Vista general de la sesión plenaria de la Cámara de Diputados de Argentina, durante la discusión del articulado de la denominada "ley ómnibus".

Vista general de la sesión plenaria de la Cámara de Diputados de Argentina, durante la discusión del articulado de la denominada "ley ómnibus". / EFE/Matías Martín Campaya

Abel Gilbert

Abel Gilbert

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"(Javier) Milei sin ley". La frase se ha convertido en un lugar común en las redes sociales. El ambicioso proyecto de la ultraderecha de reconvertir la vida política, económica y social argentina a través de 386 artículos se hundió este martes en la Cámara de Diputados. El anarcocapitalista montó en cólera y desde Israel acusó de traidores a propios y extraños del fracaso. El Gobierno sufrió un fuerte revés en el Congreso porque no pudo avanzar en la discusión, artículo por artículo, de la llamada Ley Ómnibus, una iniciativa que busca otorgar al presidente facultades excepcionales, penaliza las manifestaciones, atenta contra el medio ambiente y, según artistas e intelectuales, destruye la cultura al quitarle financiación pública.

El proyecto madre de Milei tuvo el peor de los resultados esperados: debe volver a la comisión parlamentaria, como si las semanas de discusiones, con la aprobación "en general" del proyecto, el pasado viernes, no hubieran tenido lugar. Un escenario impensado días atrás para la herramienta a través de la cual el mandatario quería tener las manos libres para tomar deuda externa y privatizar bienes del Estado. El camino comienza otra vez desde cero. El artículo 155 de la Cámara de Diputados establece que cuando un proyecto vuelve a comisión debe ser nuevamente sometido a debate en las comisiones respectivas de Asuntos Constitucionales, Legislación General, y Presupuesto y Hacienda. Nunca en la historia de la Cámara de Diputados había sucedido algo semejante.

Milei hizo saber de su rabia desde Jerusalén. "La casta se puso en contra del cambio que los argentinos votamos en las urnas". En la madrugada israelí reconoció "que no va a ser fácil cambiar un sistema donde los políticos se hicieron ricos a costa de los argentinos". El anarcocapitalista, quien en la primera vuelta electoral había obtenido un 30% de los votos, invocó el 56% de las adhesiones que tuvo en el segundo turno. Ese es el porcentaje de argentinos que, aseguró, sostiene su programa. "No estamos dispuestos a negociarlo con quienes destruyeron el país". Por último, advirtió: "Vamos a continuar con nuestro programa con o sin el apoyo de la dirigencia política que destruyó nuestro país".

Consulta popular y venganza

El ministro del Interior, Guillermo Francos, no descartó que el mandatario convoque a una consulta popular en abierto desafío al Parlamento. De inmediato, numerosos legisladores le recordaron que para que un plebiscito tenga efectos vinculantes debe ser antes aprobado por el Congreso y por una amplia mayoría que los "libertarianos" no tienen en ninguna de las cámaras.

"Hay una intención de obstruir la acción del Gobierno", dijo el ministro Francos. "Seguiremos gobernando con los elementos que tenemos". El presidente no debió dormir porque siguió lanzando dardos desde Jerusalén. Calificó a los diputados de "delincuentes" y se atribuyó la decisión de "levantar el proyecto". No contento, prometió escarmentar a los que le impidieron cantar victoria en el Congreso. Dijo que "el pueblo jamás olvidará los nombres" de aquellos que provocaron el naufragio de la megaley. "Aquí la lista de los leales y los traidores que usaron el discurso del cambio para poder rapiñar un curul", hizo saber a través de X.

El diputado centrista Julio Cobos expresó su perplejidad. "Incitar al odio que puede generar violencia es repudiable en cualquier persona y más aún en un presidente. ¿Dónde está la anunciada libertad?". Nicolás Massot, un legislador de derechas que forma parte de los aliados críticos del Gobierno señaló que la explosión de ira de Milei "recuerda las épocas más oscuras de la historia contemporánea". El traspié parlamentario, añadió, "es exclusiva responsabilidad de su impericia, falta de diálogo y nula vocación por construir consensos".

Derrota anunciada

Al comenzar la sesión, la ultraderecha, con la ayuda de la derecha tradicional y otros compañeros de ruta, habían aceptado otorgar "superpoderes" a Milei para poner en marcha la desregulación absoluta de la economía y subastar los bienes estatales. Sin embargo, al momento de discutir los detalles de esas atribuciones, los diputados fijaron fuertes límites en materia económica, energética y de seguridad. El oficialismo comenzó a percibir que algo andaba muy mal. Ya había hecho numerosas concesiones a sus aliados, entre ellas retirar el paquete de medidas de índole fiscal. El tema de las privatizaciones terminó de hundir el proyecto. El ministro de Economía, Luis Caputo, blandió la espada de la venganza. "¿Cómo vamos a lidiar con eso (la derrota parlamentaria)? Profundizando el ajuste".

El peronismo lideró el rechazo. Victoria Tolosa Paz señaló que el Gobierno se ha dado cuenta de que "llevarse puesta (embestir) la democracia y las instituciones no le va a resultar fácil" porque "no se puede gobernar de espaldas al pueblo".

Todo puede empeorar

"La libertad no avanza", aseguró el analista político Ignacio Fidanza. A su criterio, un presidente "muy mal asesorado" termina por dilapidar su capital político. Milei ha desgastado la relación con los diez gobernadores provinciales de Juntos por el cambio (derechas) y los tres bloques aliados. "Queda en estado de debilidad política, en el preciso momento que todos los sondeos indican una tendencia consistente de caída de su popularidad".

Joaquín Morales Solá se inclinó por descartar una conjura de los partidos que rechazan a la ultraderecha. "Una conspiración opositora es inverosímil; sencillamente, un complot necesita de una oposición organizada, cosa que a todas luces no existe. Estamos frente al espectáculo de un Gobierno caminando a los tropezones".