Entrevista

Anahita Nassir, polítologa hispano-iraní: "El movimiento de las mujeres iraníes no ha muerto, hay brasas y falta que la chispa vuelva"

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La politóloga hispano-iraní Anahita Nassir.

La politóloga hispano-iraní Anahita Nassir. / LLUÍS VILARÓ

Marta Teixidó

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Anahita Nassir es una politóloga hispano-iraní nacida en Teherán. De pequeña su padre la llevaba a las manifestaciones contra el sha en Irán porque su familia creía en los principios de la Revolución Islámica, pero cuando se hizo patente la verdadera naturaleza autoritaria del régimen se exiliaron, primero en Italia y posteriormente en Barcelona. La nostalgia de no poder volver al país donde nació la ha llevado a basar todo su interés académico en Irán y su encaje geoestratégico en un mundo cambiante. Para que se conozca y se entienda el territorio más allá de los estereotipos.

¿Qué vinculación tiene ahora con su país?

Soy medio iraní y mi vida está relacionada con este país. Además, parte de mi familia aún vive allí, tenemos mucha relación con ellos. Durante las protestas por la muerte de Mahsa Amini en septiembre de 2022 estuvimos mucho tiempo sin comunicarnos. El régimen cortó internet para tener a la población silenciada. Mis familiares tenían mucho miedo de la represión que ejercía el Gobierno iraní y cuando pudimos empezar a hablar porque las protestas se estaban calmando, les preguntaba ''cómo estaban'' y me respondían "está nevando". Te podían detener y ejecutar si estabas en contra del régimen. Fue muy duro. Otra de mis vinculaciones con el país es mi activismo político, que siempre ha estado dirigido a dar visibilidad a las demandas de la sociedad iraní y sobre todo de las mujeres.

La muerte de Armita Garavand el pasado 28 de noviembre en manos de la policía de la moral recuerda al caso de Mahsa Amini. ¿Por qué esta vez las mujeres no han salido en masa? 

El problema es que de la muerte de Mahsa a la muerte de Armita el grado de represión del régimen ha aumentado de intensidad. Hay decenas de miles de personas que están encarceladas sin garantías legales. En las manifestaciones más de 500 personas han perdido uno o dos ojos por los balines. Siete personas han sido ejecutadas en público como muestra de lo que te puede pasar si sales a la calle a protestar. Por lo tanto, la gente tiene mucho miedo y el movimiento está cambiando de estrategia.

Manifestación contra la muerte de Mahsa Amini, el 27 de septiembre de 2022, en Barcelona

Manifestación contra la muerte de Mahsa Amini, el 27 de septiembre de 2022, en Barcelona / Lluis Vilaró

¿Cómo está cambiando el movimiento?

Ahora ya no salen miles de ciudadanos porque el Ejército o la Guardia Revolucionaria dispararían sin miramientos. En estos momentos en el país existe un nivel muy alto de desobediencia civil, de gente anónima, que cada día lleva al límite e intenta romper o encontrar la fisura en las restricciones del régimen para mostrar su descontento. Las iraníes ya no piden cambios en el régimen como al principio de las protestas de 2022, sino un cambio de régimen.

¿En qué consiste esta desobediencia civil? 

La están liderando esas mujeres que se despiertan una mañana y deciden ir a la universidad, al trabajo o simplemente salir de casa con las uñas pintadas, sin pañuelo o con él, pero asomando un mechón de pelo, o con un hiyab de colores y flores, que según la ley islámica tiene que ser oscuro. Con estas pequeñas muestras las mujeres iraníes se arriesgan a ser encarceladas, violadas y ejecutadas. Entiendo que desde Occidente parezcan simples actos sin importancia, pero para ellas son técnicas de resiliencia y en este sentido las redes sociales se han convertido en un campo de batalla virtual donde las mujeres se organizan y encuentran aliados y aliadas internas y externas, es decir, apoyo internacional.

¿Han generado cambios en el país las revueltas que ha habido desde septiembre de 2022 y la actual desobediencia civil?

No. El único cambio que ha habido ha sido el aumento indiscriminado de la represión por parte del régimen hacia los civiles, pero en especial contra las mujeres. Si no cumplen con los códigos de vestimenta islámica, les llegan a confiscar el coche, el móvil, a bloquear las cuentas bancarias, pueden hasta despedirlas del trabajo y finalmente, después de todas estas medidas, a la mayoría las llevan a la cárcel, un infierno en la tierra, y las someten a torturas, violaciones e incluso las castigan obligándolas a limpiar cadáveres.

¿En estos momentos qué representa ser mujer en Irán? 

Significa ser de una subcategoría, significa ser un ciudadano de segunda, porque todo el sistema judicial, penal, educativo, legislativo, económico y político está dirigido a infantilizarla, para crear un ser que necesita de la tutela masculina. Una mujer en Irán no puede renovar el pasaporte o viajar el extranjero sin el permiso de una figura masculina, que puede ser el padre, el hermano o el marido.

Mahsa Amini y el movimiento 'Mujer, Vida y Libertad' han ganado el premio Sájarov 2023. ¿Qué importancia tiene para las mujeres iraníes?

El premio Sájarov es el mayor homenaje de la Unión Europea a la lucha por la defensa de los derechos humanos, por lo tanto, es un reconocimiento muy importante para todas las mujeres que han muerto, que morirán, las que están luchando y las que están en las cárceles. Para cualquier mujer que está sacrificando su vida en esta lucha en un momento en el cual la atención mediática ya no está puesta en Irán. Representa también un reconocimiento institucional, ya que la mayoría de gobiernos han llegado tarde al apoyo real al movimiento. 

Manifestación contra la muerte de Mahsa Amini, el 27 de septiembre de 2022, en Barcelona

Manifestación contra la muerte de Mahsa Amini, el 27 de septiembre de 2022, en Barcelona / Lluis Vilaró

¿Y para el régimen?

Para el régimen es una demostración de que se está convirtiendo en el enemigo mundial. Pero realmente no le preocupa mucho porque sabe que los intereses económicos a nivel internacional predominan entre los estados frente a la moral.

¿Por qué los padres de Mahsa no pudieron ir a recoger el premio?

Porque el régimen los retuvo en el aeropuerto de Teherán y les confiscó los pasaportes. Por ese motivo lo recogió el abogado de Mahsa, que también está acusado, y dos activistas. Una de ellas perdió un ojo en las manifestaciones.

¿Cuáles son las principales problemáticas que afronta hoy la sociedad civil de Irán?

La principal es la brutal represión que está ejerciendo el régimen. Ahora mismo, las personas más importantes e influyentes para el futuro y el cambio en Irán están en la cárcel. Entre ellos, un gran número de intelectuales, abogados, defensores de los derechos humanos, estudiantes, deportistas que simplemente han levantado la voz a favor de las demandas de la población y se han convertido en presos políticos. El régimen ha conseguido eliminar cualquier voz disidente, toda persona que se postula en contra acaba en la cárcel o ejecutada. Irán es una máquina de ejecutar y de detener sin garantías legales. Como régimen dictatorial está utilizando la pena de muerte como arma política. Además, a este problema se le suma una corrupción institucionalizada, una economía completamente desmantelada, una inflación disparada, pocas salidas profesionales y esperanzas laborales, sobre todo para la gente joven.

¿Cree que ante esta situación se necesita más atención mediática y apoyo internacional?

Sí, debe haber una atención mediática más concreta y mejor dirigida porque el cambio de foco informativo provoca que un régimen como el de Irán aproveche para reprimir aún más a su población. En ese sentido se necesita una mejor y menos estereotipada visión de la realidad iraní por parte de la prensa internacional.

¿Ha sido olvidada la revolución de Irán?

Más que olvidada es que hay otros frentes importantes hoy en día y resulta muy difícil realizar una buena cobertura de todos ellos. El movimiento de Irán que nació después de la muerte de Mahsa parecía que iba a traer un cambio inminente, pero ha tenido que cambiar de estrategia y bajar de intensidad, por este motivo ha pasado a segundo plano. Aunque no está muerto, hay brasas y falta que la chispa vuelva, hasta lograr mejorar las condiciones de vida de su población. La solución la tienen los propios iraníes, sobradamente preparados para ello. La diáspora debemos seguir siendo su altavoz.