Figura polémica

Muere Henry Kissinger, controvertido e influyente exsecretario de Estado de EEUU

El último Maquiavelo eligió a sus seis líderes preferidos (Nixon y Thatcher entre ellos)

Muere Henry Kissinger, exsecretario de Estado de Estados Unidos

Agencia ATLAS

Idoya Noain

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Henry Kissinger, el secretario de Estado más poderoso que ha tenido Estados Unidos, un estratega tan determinante y emblemático como controvertido que forjó la política exterior de Washington en la segunda mitad del siglo XX, ha fallecido este miércoles en su casa de Connecticut a los 100 años. La noticia la ha dado en un comunicado de prensa su empresa de asesoría política, que no ha especificado las causas de la muerte.

Con Kissinger, un inmigrante judío de Alemania que llegó con su familia como adolescente a Nueva York en 1938 huyendo del nazismo, y se doctoró y pasó 17 años en Harvard antes de dar el salto a la política, desaparece una figura influyente y compleja que deja un legado extremadamente complicado.

Unos le recuerdan como un ideólogo y académico brillante, un hombre divertido y carismático, genio de la diplomacia pragmático y creyente en la ‘realpolitik’ y la importancia de los equilibrios de poder. Otros, en cambio, lo ven como un criminal de guerra, un político maquiavélico sin principios que trató a naciones pequeñas como peones en su obsesión contra el comunismo ignorando los derechos humanos, alguien que se esforzó por mantener la hegemonía estadounidense, protegiendo los intereses nacionales y empresariales de EEUU a cualquier precio.

De China y la URSS a Chile

Asesor de seguridad nacional y secretario de Estado con Richard Nixon y Gerald Ford, Kissinger jugó un papel fundamental en el restablecimiento de las relaciones entre EEUU y China. Fue también artífice del diseño de una política de distensión con la Unión Soviética que empezó con negociaciones de control de armamento y acabó marcando la Guerra Fría.

Gestó también las primeras conversaciones directas entre Egipto e Israel (ayudando de paso a restar a Moscú influencia en la región). Y ganó incluso en 1973 un Nobel de la Paz (uno de los más cuestionados de la historia) por el acuerdo de París que sacó a EEUU de la guerra de Vietnam.

Es el mismo Kissinger que estuvo detrás de los bombardeos secreto de Camboya y Laos que pudo haber sellado el acuerdo de París años antes; el mismo que conspiró con la CIA para acabar en Chile con la presidencia democráticamente elegida de Salvador Allende y que alentó el golpe de Augusto Pinochet, quien luego apoyó a las dictaduras latinoamericanas en la Operación Cóndor, quien ayudó a que la Casa Blanca diera luz verde a la invasión de Timor Oriental por parte de Indonesia, a la campaña militar de Paquistán en lo que hoy es Bangladesh o a la invasión de Angola por Sudáfrica.

Poder tras el poder

Kissinger, que espiaba a su propio personal y a periodistas, se libró del escándalo del ‘Watergate’ que forzó a Nixon a dimitir y siguió en el poder con Ford. Aunque desde la llegada de Jimmy Carter a la presidencia no volvió a ningún cargo oficial, mantuvo su peso como asesor de numerosos presidentes, incluyendo George W. Bush, a quien respaldó en la invasión de Irak tras los atentados del 11-S.

Fue también consultor para multinacionales (con su propia empresa establecida en 1982), prolífico autor con 21 libros bajo su firma y conferenciante. Y se mantuvo activo hasta el último momento, habiendo realizado este verano un viaje a China, donde se reunió con Xi Jinping y fue agasajado con honores.

Tras conocer su muerte, Pekín ha loado al "legendario diplomático" y "viejo amigo del pueblo chino" sin los matices ni las alusiones a su "complejo legado". El partido y su prensa han encadenado ditirambos hacia el hombre que quintaesencia todo lo que China critica a diario: la mentalidad de Guerra Fría, el imperialismo estadounidense, la arquitectura de bloques... Pero a Kissinger le agradece China aún que medio siglo atrás aceitara el deshielo con su célebre visita a Pekín que después replicaría Nixon. Es habitual que Pekín ensalce su clarividencia frente a la ceguera de los líderes estadounidenses actuales y no ha habido presidente chino que no le concediera audiencia. Lo hizo Xi en su última visita a Pekín, en julio pasado, apenas unos días después de habérsela negado a John Kerry, enviado de la Casa Blanca de Asuntos Climáticos. China celebró entonces el "doble centenario" de Kissinger, tantos años como visitas al país, informa Adrián Foncillas.