Reunión de la Unión por el Mediterráneo

Europeos y árabes exhiben en Barcelona sus diferencias sobre el alto el fuego y el futuro de Gaza

Cumbre del Mediterráneo en Barcelona

Cumbre del Mediterráneo en Barcelona / QUIQUE GARCÍA / EFE

Ricardo Mir de Francia

Ricardo Mir de Francia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La cumbre de la Unión por el Mediterráneo, celebrada este lunes en Barcelona con la participación de más de cuarenta países europeos y árabes, ha servido para poner de manifiesto el deseo unánime de una paz justa para israelíes y palestinos, así como de medidas urgentes para detener la matanza en Gaza y aliviar el sufrimiento de su población civil. Pero de las declaraciones de sus principales protagonistas, que no han logrado consensuar un comunicado final, también se desprenden algunas diferencias notables a la hora de alcanzar los objetivos comunes. La primera de ellas tiene que ver con los tiempos para acabar con la guerra; la segunda, con el futuro de Gaza. Para los europeos, Hamás tiene que desaparecer del mapa para que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ocupe su lugar, un objetivo que no necesariamente comparten todos los países árabes. 

La buena sintonía ha prevalecido de puertas afuera, así como las ganas de afrontar de forma conjunta el principal desafío que enfrenta la región euromediterránea. “La reunión no ha estado exenta de dificultades, pero nos vamos de Barcelona con un mensaje fuerte de paz y esperanza para que la estabilidad vuelva a Oriente Próximo y la paz se instale definitivamente”, ha dicho el anfitrión de la cumbre, el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares. Esa paz pasa indefectiblemente por la solución de dos Estados, según se ha repetido una y otra vez después de que todas las partes condenaran los “ataques atroces” de Hamás del 7 de octubre. Pero también “el castigo colectivo” sobre la población de Gaza, el “desprecio” de Israel hacia el derecho internacional humanitario y la matanza masiva e indiscriminada de civiles en la Franja. “Esta locura se tiene que acabar”, ha dicho gráficamente el secretario general de la Unión por el Mediterráneo, Nasser Kamel. 

A falta de un comunicado final, distintos líderes han dejado caer los puntos de consnso de la reunión, enteramente consagrada a abordar la situación en Gaza. Primero, tratar de extender la tregua que esta misma noche expiraba -- y que se ha extendido dos días-- para que se pueda liberar a todos los rehenes y eventualmente conduzca al cese de las hostilidades. Segundo: intensificar la presión política y los recursos para que aumente la ayuda humanitaria para la devastada población del enclave. Tercero: rechazo unánime al desplazamiento forzoso de la población de Gaza y la reocupación israelí de la Franja, un escenario que defiende particularmente la extrema derecha en el gabinete de Binyamin Netanyahu. Cuarto: recordarle a Israel que tiene que cumplir con el derecho internacional humanitario. Y por último, la apertura de un horizonte político para negociar la creación de un Estado palestino. 

“Hemos recordado que la guerra tiene también sus leyes y que Israel tiene que respetar el derecho internacional humanitario (DIH). El horror creado por Hamás no puede justificar otro horror”, dijo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. El español recordó que antes de la tregua para el intercambio de prisioneros habían muerto en Gaza más de 15.000 personas, incluidos más de 5.000 niños. Otras 35.000 están heridas y el 60% de los edificios de la Franja han sido destruidos. “Como nos recuerda el fiscal de la Corte Penal Internacional, respetar el DIH no solo es un imperativo moral, es una obligación legal”, apostilló Borrell. 

Albares condena los ataques israelíes a Sánchez

Ningún representante israelí quiso estar en la reunión, a pesar de que el Estado judío es miembro de pleno derecho en la Unión por el Mediterráneo. También se descolgó a última hora el ministro de Exteriores de Qatar, el principal mediador en esta crisis y uno de los pocos países árabes que mantienen sintonía y afinidad con Hamás. La espantada israelí fue justificada por la decisión de centrar la cumbre en Gaza, aunque posiblemente haya pesado también la crisis bilateral abierta a raíz del viaje del presidente Pedro Sánchez a la región. 

Israel ha acusado a España de "apoyar el terrorismo" y el domingo convocó a su embajadora en el Estado judío para reprenderla por las críticas de Sánchez a los excesos israelíes. Madrid ha reaccionado con la misma medida y, durante la jornada, Albares reiteró su condena a la postura de Tel Aviv. "Repetiré lo que dije el viernes, las palabras hacia el presidente son inaceptables y completamente falsas", dijo el ministro.

A pesar de los consensos alcanzados, también quedó patente que los árabes no están contentos con la predisposición de la Unión Europea a extender la guerra, limitándose a reclamar “pausas humanitarias” temporales. “Lo que está ocurriendo en Gaza entra dentro de la definición del genocidio. Y aun así, algunos de nosotros se niegan a pedir un alto el fuego”, dijo Ayman Safadi, ministro de Exteriores jordano. Safadi subrayó que la destrucción masiva de Gaza no es más que “otra manifestación del horror que la ocupación israelí ha infligido a los palestinos” durante décadas. “Ellos simplemente niegan su derecho a existir. Esto es terrorismo”, añadió. 

Futuro de Gaza

El otro punto discordante tiene que ver con el futuro de Gaza. Mientras Borrell y Albares insistieron en que Hamás tiene que desaparecer de la ecuación posbélica para que la ANP de Mahmud Abás se haga con el control de la Franja, como defiende también Estados Unidos, los árabes apenas se pronunciaron al respecto. “Si excluimos la recolonización israelí, si excluimos abandonar el territorio a su suerte y si ni Egipto ni otros países árabes quieren hacerse cargo de su control, ¿qué nos queda? La ANP”, dijo Borrell. El problema es que Abás no tiene hoy apenas ninguna legitimidad entre los palestinos tras haber cooperado durante años estrechamente con la ocupación israelí y haber gobernado como en su feudo como un autócrata

Ninguno de los líderes árabes se atrevió a decirlo en esos términos, pero a nadie se le escapa que será difícil encontrar una solución sin Hamás, bastante más respetado hoy en los territorios ocupados y la diáspora que la ANP. “Para los europeos Hamás es una organización terrorista, pero para otros es una idea que no puedes matar”, reconoció Borrell. El tiempo dirá cómo se resuelve el dilema. De momento, la guerra continuará, por más que pueda extenderse unos días la tregua.

No está en manos de Europa ni de los árabes acabar con ella, por más que ambos tengan a su alcance más herramientas de influencia de las que han querido utilizar: desde las sanciones a la suspensión de relaciones. Si no lo han hecho es en parte porque este mundo árabe suní -con excepción de Siria, Líbano e Irak, el eje iraní-- ha entendido que Israel es parte irreversible de su geografía y su estabilidad y quiere vivir en paz. En esas estaban --la normalización con Arabia Saudí- cuando Hamás lanzó el ataque del 7 de octubre.