Debate en la Asamblea

La guerra en Gaza crispa la política en una Francia con cada vez menos influencia internacional

La Asamblea Nacional francesa celebra un acalorado debate sobre el conflicto palestino-israelí, la víspera de un viaje de Macron al Estado hebreo

¿Por qué Francia teme que la guerra de Gaza repercuta en su territorio?

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante una intervención ante los embajadores franceses.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante una intervención ante los embajadores franceses. / TERESA SUAREZ / Pool via REUTERS

Enric Bonet

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Una baraúnda de declaraciones y polémicas absurdas. La guerra de Gaza ha crispado a la clase política en Francia. Las dos últimas semanas han resultado un teatrillo de escaso nivel, a pesar de la gravedad de la situación actual en el conflicto entre Israel y Palestina. Lejos de su singularidad en la escena internacional de antaño y su capacidad para hablar a todo tipo de actores, el país vecino tiene un rol secundario para apaciguar esta nueva escalada en Oriente Medio. A esta pérdida de peso internacional, se le suma la otra cara de esta moneda: un debate político y mediático polarizado sobre un conflicto complejo y trágico, que acentúa aún más las tensiones en la multicultural sociedad gala.

El último episodio de este pobre momento por el que pasa la vida política francesa ha tenido lugar este lunes por la tarde, con un acalorado y poco respetuoso debate en la Asamblea Nacional. "Somos pavlovianos de la discordia", ha lamentado el diputado centrista Jean-Louis Bourlangues. Se ha celebrado la víspera de un viaje el martes del presidente francés, Emmanuel Macron, al Estado hebreo. Aunque no hay puestas grandes expectativas en esa visita, sobre todo de que sirva para conseguir un alto el fuego y una resolución pacífica al conflicto, el dirigente aspira a lograr algún tipo de avance respecto a la liberación de los rehenes de Hamás o la entrada de ayuda humanitaria en los territorios palestinos.

“Israel tiene derecho a la seguridad, el derecho a defenderse”, ha asegurado en la apertura de la sesión la primera ministra, Élisabeth Borne. Con su discurso, ha pretendido defender una posición equilibrada, aunque también barroca y con el riesgo de tener poca incidencia. “La respuesta militar debe hacerse en el respeto del derecho internacional, especialmente del derecho internacional humanitario”, ha añadido Borne, quien ha pedido una “tregua humanitaria”. Una posición parecida a la del Gobierno español y que Francia ya defendió la semana pasada al votar la resolución de Brasil en el Consejo de Seguridad de la ONU, finalmente vetada por Estados Unidos.

Divergencias en el seno del macronismo

La primera ministra ha asegurado defender “la voz singular de Francia”. No obstante, su posición genera críticas, por un lado, desde la izquierda que la acusa de demasiado suave ante el Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu. Y, por el otro, de la derecha y sectores del macronismo, quienes aspiran a un “apoyo incondicional” a Israel, calcado al de Washington.

De hecho, el debate parlamentario ha transcurrido después de un polémico viaje este fin de semana al Estado hebreo de la presidenta de la Asamblea, la macronista Yaël Braun-Pivet, junto con Éric Ciotti, el presidente de Los Republicanos (afines al PP), y Meyer Habib, el diputado de los franceses que viven en Israel y cercano al Likud (partido nacionalista y conservador de Netanyahu). Después de que el 10 de octubre expresara el “apoyo incondicional” al Gobierno israelí, Braun-Pivet dijo esta vez que “nada debe impedir a Israel de defenderse”, a pesar de los devastadores bombardeos del Tsahal que ya han provocado la muerte de más de 5.000 palestinos. Y responsabilizó de esos decesos a Hamás al utilizar a "los civiles" como “escudos humanos”.

La posición de Braun-Pivet simboliza el alineamiento de una parte del macronismo a favor del Gobierno israelí y su dura respuesta a los sangrientos ataques de Hamás, del 7 de octubre. Heredera del viraje atlantista de Nicolas Sarkozy (2007-12), esta posición ha generado ciertas discrepancias en el seno de la diplomacia gala. El quai d’Orsay teme un debilitamiento de las relaciones con los otros países árabes. La ministra de Exteriores, Catherine Colonna, ha tomado distancias con los llamados “halcones” por el digital Mediapart —entre ellos, se encuentra Sylvain Maillard, presidente del grupo parlamentario del partido de Macron—. Y en sus declaraciones insiste en avanzar hacia la solución con dos Estados.

“Se echa en falta la voz de Francia”

“Israel debe cesar con su política de colonización”, ha criticado el centrista Bourlangues, presidente de la comisión de Asuntos Exteriores. Este representante del MoDem ha sufrido un ligero mareo al acabar su discurso, uno de los más interesantes y dignos, pero interrumpido en varias ocasiones por los insultos desde la bancada de la derecha.

“Se echa en falta la voz de Francia”, ha lamentado la insumisa Mathilde Panot. “Nuestras lágrimas no pueden guiarse por una geometría variable. (…) Debemos llorar las víctimas de todos los crímenes de guerra”, tanto de Hamás como del Ejército israelí, ha añadido la presidenta del grupo parlamentario de la Francia Insumisa (FI, principal partido de la gauche). Aunque la posición de la formación de Jean-Luc Mélenchon respecto al conflicto palestino-israelí resulta más moderada que la de Podemos o Más País, ha generado numerosas polémicas en las dos últimas semanas en Francia. 

Estas controversias se han debido a la negativa de los insumisos de referirse a Hamás como una “organización terrorista” y preferir hablar de “actos de terror” cometidos el 7 de octubre. También al hecho de denunciar “todos los crímenes de guerra”, tanto los sufridos por los civiles israelíes como los palestinos. Unas diferencias léxicas que no solo han generado ríos de tinta en los medios galos —incluso con una portada de la revista Charlie Hebdo en que presentaba a Mélenchon como un amigo de Hamás—, sino que han acentuado las discrepancias en el seno de la coalición de izquierdas NUPES. Compuesta por insumisos, socialistas, verdes y comunistas, esta alianza atraviesa su momento más delicado.

La última de estas polémicas se debió a un tuit que hizo el domingo Mélenchon en que criticó las declaraciones de Braun-Pivet desde Israel, reprochándole que hubiera “acampado en Tel Aviv” y contraponiéndolas a la concentración en apoyo al pueblo palestino que hubo en la plaza de la República en París, donde participaron entre 15.000 personas, según la policía, y más de 30.000, según los organizadores. Unas críticas que, según la presidenta del Parlamento —nieta de un polaco judío—, tienen una connotación antisemita, puesto que el verbo “acampar” forma parte de la misma familia léxica que los “campos de concentración”, según su deducción más bien alambicada. 

“Es una polémica ridícula. Pronto, no podremos decir nada”, lamentó el diputado insumiso Arnaud Le Gall en declaraciones a EL PERIÓDICO en los pasillos de la Asamblea. “Hay actualmente una batalla ideológica en Francia sobre el conflicto palestino-israelí”, ha añadido este representante. Un pulso entre la visión gaullo-mitterrandiana y la atlantista que ha quedado eclipsado por la sucesión de rifirrafes en las dos últimas semanas.