El conflicto de Oriente Próximo

El patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa: "En la calle se ve miedo y odio profundo entre israelíes y palestinos"

Última hora de la guerra entre Israel y Hamás

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El patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, oficia una misa de Navidad en la Iglesia de la Natividad de Jerusalén.

El patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, oficia una misa de Navidad en la Iglesia de la Natividad de Jerusalén. / ABED AL HASHLAMOUN / EFE

Irene Savio

Irene Savio

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El patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, responde a la solicitud de entrevista con rostro sombrío y avisando de que no tiene mucho tiempo. El inesperado estallido de violencia bélica entre Israel y Hamás ha roto de nuevo los frágiles equilibrios de la convivencia religiosa en Israel y Palestina, y ahora una de sus principales actividades es intentar mantener a salvo a los alrededor de 280.000 cristianos que viven allí. Un malabarismo no siempre fácil ya que la gran mayoría de los cristianos son palestinos y los cristianos han tenido en los últimos meses desencuentros con las autoridades israelíes por diversos episodios de acoso y ataques a esta comunidad por parte de colonos. "Sí, pero no es el momento de las polémicas", advierte en esta entrevista este religioso que vive en la zona desde 1990 y recientemente ha sido nombrado cardenal por el Papa, al subrayar que ahora mismo lo más importante es que "callen las armas".

¿Cuál es la situación de los cristianos en este momento? ¿Ha habido muertes después de la ofensiva de Hamas? ¿Hay cristianos secuestrados?

La comunidad de cristianos locales está bien, pero han muerto algunos trabajadores extranjeros, al menos cinco filipinos. También hemos perdido el rastro de otros dos, que probablemente han sido secuestrados. Trabajaban en esos kibutz donde hubo matanzas. Pero no sabemos más, ni por qué [los habrían secuestrado]. Hay mucha confusión.

En Gaza vive una pequeña comunidad de cristianos. ¿Sabe cómo y dónde están?

Los cristianos en Gaza son alrededor de 1.000, en su mayoría son ortodoxos pero también hay unos 150 católicos. De estos, unas 50 familias se encuentran ahora en el complejo de la parroquia latina [de la Sagrada Familia] donde también hay una escuela. Los demás están dispersos por ahí, no pueden moverse porque en este momento hay un asedio total, y hay un toque de queda total. Están agotados.

La mayoría de los cristianos son palestinos, ¿verdad?

Sí. Unos 130.000 viven en Israel y alrededor de 45.000 están en Palestina. Estos son los locales. A esta cifra hay que añadir a otros 100.000 que son población migrante.

¿Y las iglesias siguen abiertas?

Sí.

La embajada de Israel ante el Vaticano acusó a los patriarcas de Jerusalén de mantener una postura "ambigua", por un comunicado que se emitió después del ataque de Hamás.

Probablemente fue un error enviar un comunicado tan rápido, cuando aún no teníamos plena conciencia de las atrocidades cometidas [por Hamás]. Dicho esto, también los palestinos se enfadaron mucho con nosotros, lo consideraron demasiado parcial a favor de Israel. Lo que quiero decir es que no es el momento de las polémicas, pero también creo que tendremos que ser más claros en la condena contra Hamás, no hay justificación para lo que han hecho.

Usted está aquí desde los años 90. ¿Había visto antes la violencia extrema de estos días?

No. Nunca. Y nunca pensé que veríamos la misma violencia que padecen Siria o Irak.

Pregunta muy compleja: ¿cómo se ha llegado hasta aquí?

Es difícil responder porque son muchas las causas que han llevado a la situación actual. En primer lugar, se debe decir que el pueblo palestino lleva esperando una respuesta desde hace 70 años. Esta respuesta no ha llegado y la población [palestina] vive en condiciones muy pobres también en lo social y económico. Además de ello, el fundamentalismo religioso está creciendo y por parte de Israel ha habido mucha miopía al no comprometerse de verdad en dar al pueblo palestino las perspectivas a las que tiene derecho. También hay muchas otras concausas internacionales.

¿Qué ve en la calle en este momento?

Veo odio profundo, desconfianza, miedo que se percibe en cada momento de la vida cotidiana, incluso al ir de compras, al conducir el automóvil. Se percibe este odio profundo, esta desconfianza entre israelíes y palestinos, un miedo mutuo, es lo que está determinando todo en este momento.

En las semanas y meses previos a esta guerra, los líderes de las comunidades cristianas advirtieron sobre los continuos ataques de los colonos israelíes. ¿Teme que esta guerra radicalice aún más ese tipo de fundamentalismo?

Lamentablemente, el riesgo de que esto ocurra en los dos bandos existe y es muy alto, incluso que se inicie una caza al árabe o al judío. Es un peligro que existe, sí, lastimosamente. 

¿Podría afectar a los cristianos?

Como dije, la mayoría de los cristianos son árabes.

¿Cuál es su mayor preocupación?

El después, cuando habrá que reconstruir lo que ha sido destruido, no tanto lo material, sino estas relaciones destruidas de una forma muy marcada.

¿Qué puede hacer la comunidad internacional?

Ayudar a desescalar, en la medida de lo posible.

¿Y el Papa?

Lo mismo, aunque los márgenes son muy limitados. Lo que podemos hacer es intentar mantener abierto el diálogo, hablar con las distintas autoridades diplomáticas y políticas, razonar con ellos.

¿Se ha intentado abrir un canal de comunicación con las partes involucradas en el conflicto?

No puedo responder a eso.

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