Entender más

'Aquellos hombres grises': el batallón de oficinistas y camareros asesinos de judíos

Un documental de Netflix repasa la desconocida historia del grupo policial que, formado por alemanes de mediana edad y con poca vinculación con los nazis, se convirtió en uno de los que más fusilamientos llevaron a cabo durante la Segunda Guerra Mundial

Aquellos hombres grises

Aquellos hombres grises

Daniel G. Sastre

Daniel G. Sastre

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La imagen mental que la mayoría de gente tiene del Holocausto, del método para llevarlo a cabo, son los grandes hornos crematorios de los campos de concentración. Sin embargo, hay una parte importante de los cerca de seis millones de judíos que murieron a manos de los nazis, alrededor de un 25%, que lo hicieron fusilados. Y muchas de esas cerca de dos millones de personas fueron exterminadas en unos meses concretos –entre marzo de 1942 y febrero de 1943- y en una zona determinada: Polonia y, en menor medida, otros países de Europa del Este.

El documental 'Aquellos hombres grises', que se ha estrenado estos días en Netflix, aborda ese episodio no tan conocido de la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista de los verdugos. Esta "guerra relámpago" –así califica la matanza de judíos en ese periodo el autor del libro en el que se basa el documental, Christopher Browning- no la llevaron a cabo tropas de élite de la Wehrmacht, sino gentes corrientes de la ciudad de Hamburgo. Conductores de camión, camareros, obreros de la construcción, oficinistas y marineros, reclutados para la reserva policial, se convirtieron en "asesinos profesionales". Con la particularidad, además, de que no simpatizaban especialmente con el nazismo, sino que muchos de ellos "tenían un historial socialdemócrata" antes de la llegada de Hitler al poder.

¿Cómo estos trabajadores de mediana edad acabaron enrolados en la policía del Reich que llevó a cabo los principales fusilamientos de judíos de la guerra? Es la pregunta que trata de responder el documental. Con la circunstancia agravante de que, y esto constituye la principal novedad de la cinta, todos ellos sabían que si declinaban participar en las matanzas no les habría pasado nada. "Los mandaban a limpiar letrinas, los llamaban gallina o cobarde, pero no hay ningún caso en el que, tras rechazar integrarse en un pelotón de fusilamiento, la vida de un subordinado corriera peligro", sostiene el documental.

El Batallón de Reserva Policial 101, al mando del comandante Wilhelm Trapp –tan normal y corriente como sus hombres, hasta el punto de que tenía lágrimas en los ojos cuando comunicó a sus subordinados que su misión consistía en fusilar en masa a judíos-, tuvo opción de "dar un paso al frente" para librarse de su destino. Pero ese 13 de julio de 1942 solo una docena de los más de 500 policías reclutados lo hizo. El documental, especialmente interesante como exploración de las reacciones humanas en circunstancias extremas, concluye que la mayoría cumplió con el cometido de asesinar en pocas horas a 1.500 judíos de la localidad polaca de Józefów por solidaridad con sus compañeros y por el "fuerte impulso de no separarse del grupo".

'Acojonado' y 'pelele'

"De ninguna manera se dio el caso de que aquellos que no querían o no podían llevar a cabo la ejecución de seres humanos con sus propias manos no pudieran rehuir esa tarea. No se llevaba ningún control. Me colmaron de comentarios como ‘acojonado’ o ‘pelele’ para expresar su indignación, pero no sufrí ninguna consecuencia por mi comportamiento", explicó, durante la investigación que se llevó a cabo dos décadas después de la guerra, uno de los miembros del batallón que se negó a disparar a judíos. Muy pocos de los participantes en aquellos episodios afrontaron consecuencias penales tras la derrota nazi.

La sensación generalizada de "vergüenza y horror" de la primera noche cambió en poco tiempo. Al menos para una parte de los ejecutores. El documental identifica tres comportamientos diferentes a medida que los fusilamientos se sucedían. "Un grupo había aprendido a disfrutar de matar a otros seres humanos: volvían de los fusilamientos y comían, y bromeaban sobre el tema. Había un grupo pasivo, que actuaba cuando se lo decían. Y otro de objetores, como el teniente Heinz Bumann, que pidió el traslado a Hamburgo a las pocas semanas", afirma Browning. 

Asesinos circunstanciales

La cinta cuenta con el impagable testimonio de Benjamin Ferencz, uno de los fiscales de los juicios de Núremberg, que murió en abril de este año, a los 103 años. "Estas personas nunca habrían sido asesinos si no hubiera sido por la guerra", dijo durante ese proceso, y esa idea recorre también su lúcida participación en 'Aquellos hombres grises': que cualquiera, en determinadas circunstancias, puede cometer atrocidades de las que no se creería capaz. Los nazis crearon alrededor de 130 batallones policiales durante la guerra; de todos, el de Hamburgo, compuesto por padres de familia con trabajos anodinos, fue el cuarto con mayor número de asesinatos.

Suscríbete para seguir leyendo