Tensión bélica

Polonia corta el suministro de armas a Ucrania en medio de la disputa por los cereales

Zelenski urge a profundas reformas del Consejo de Seguridad y a quitar el poder de veto a Rusia

Archivo - Imagen de archivo de un campo de cereales en Ucrania.

Archivo - Imagen de archivo de un campo de cereales en Ucrania. / Europa Press/Contacto/Adrien Vautier - Archivo

Gemma Casadevall

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Mientras desde la OTAN, sea Washington, Bruselas o Berlín, se insiste en que se brindará apoyo militar a Ucrania "todo el tiempo en que sea necesario", Varsovia ha anunciado el fin de los suministros de armas a Kiev. "Polonia no entrega más armas a Ucrania porque se está rearmando a sí misma", ha afirmado el primer ministro de ese país, Mateusz Morawiecki, en una entrevista a la televisión Polsat News. Polonia se propone incrementar el gasto en defensa a un 4% de su producto interior bruto (PIB) en 2024 y en los últimos meses ha cerrado contratos para la compra de material bélico a Corea del Sur y Estados Unidos, entre otros países. La defensa nacional se ha convertido en asunto prioritario, como lo es la protección de su frontera con Bielorrusia.

Más allá de esos intereses nacionales, de la noche a la mañana parece que Ucrania ha perdido al que hasta ahora fue su más firme y solidario aliado europeo, sea como puerta de entrada en territorio comunitario de millones de desplazados ucranianos como para la entrega de tanques, cazas o munición que reclama Kiev.

La decisión del Gobierno de Varsovia llega en plena disputa por las exportaciones de cereales ucranianos .

La entrevista a Morawiecki fue el miércoles por la noche. El jueves por la mañana, Varsovia matizaba un tanto las declaraciones del primer ministro a través del portavoz del Gobierno, Piotr Müller. Los suministros no se interrumpen abruptamente, puesto que hay contratos firmados que van a cumplirse y también consensos políticos a escala de la OTAN, recordó.

Entre el revuelo causado por las palabras de Morawiecki y el matiz de su portavoz no hay en realidad tantos abismos. Polonia se convirtió en el primer valedor de las reclamaciones de Ucrania no desde el minuto cero de la invasión rusa, sino incluso desde antes. Compartía con Kiev el reproche en dirección a países más cautelosos, principalmente Alemania, de haber "consentido" durante años las hostilidades de Vladímir Putin a cambio de su gas barato.

Cazas y tanques

Varsovia se comprometió a enviar 14 de sus MiG29 de fabricación soviética cuando el grueso de los aliados consideraba la entrega de cazas a Ucrania como una línea roja. Empezó a suministrar tanques asimismo de fabricación soviética -hasta superar los 300 blindados- mientras la Alemania de Olaf Scholz aún dudaba si dar luz verde a sus Leopard. Y fue el primer punto de acogida para los desplazados por la guerra procedentes del país vecino.

Pero la solidaridad polaca empezó a flaquear ya la primavera pasada. Fue a raíz del veto unilateral a las exportaciones de grano ucraniano a través de su territorio, con el argumento de que ello perjudicaba los intereses del campo polaco. Desbloquear las toneladas de cereal del mayor exportador del mundo era clave para evitar nuevas crisis alimentarias a escala global, pero su paso por rutas alternativas terrestres al mar Negro implicaba daños colaterales. No solo para el campo polaco, sino también para otros países de tránsito, como Hungría, Rumanía, Eslovaquia y Bulgaria.

La solidaridad incuestionable contra el gran enemigo común que es Rusia se resquebrajó. En lugar de eso, Varsovia se unió al veto húngaro -es decir, el socio de la UE con mayores cercanías a Putin-. La UE limó algunas asperezas para permitir el tránsito del cereal ucraniano. Pero con el vencimiento el pasado 15 de septiembre de la prohibición a la importación de cuatro productos agrícolas ucranianos se desataron de nuevo las tensiones entre Varsovia y Kiev. Polonia mantiene el veto, diga lo que diga Bruselas y por mucho levante la voz en contra Volodímir Zelenski, el presidente ucraniano al que Polonia ha recibido repetidamente con devoción. La queja de Kiev ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra ese embargo unilateral no quita el sueño a Varsovia, según su Gobierno.

Elecciones en octubre

Todo eso ocurre a menos de un mes de las elecciones generales polacas, con el ultraconservador partido Ley y Justicia (PiS) de Morawiecki y el hombre fuerte del país, Jaroslaw Kaczynski, liderando los sondeos, pero lejos de la mayoría absoluta. Se le pronostica una intención de voto sobre el 32%, siete puntos por encima de la oposición liberal del expresidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. En pugna por la tercera posición está la llamada Confederación, una formación más claramente ultraderechista que el PiS, cuyo electorado tratan de atraerse Morawieki y Kaczynski. Las elecciones son el 15 de octubre y coincidirán con un referéndum que incluirá cuatro consultas, una de ellas referida a la política migratoria de la UE. La defensa de los intereses del campo polaco y el rechazo a la reubicación obligatoria de peticionarios de asilo planteada por Bruselas son los dos caballos de batalla del PiS en una precampaña que está siendo ya bastante cruda.

El mismo portavoz que matizó a Morawiecki en lo referido a los suministros de armas ya contratados se encargó de recordar que los subsidios que perciben los más de un millón de ucranianos que se establecieron en el país -es decir, los que no siguieron hacia otros estados miembros de la UE – son "temporales" y que pueden "replantearse" con la entrada en 2024.