Catástrofe natural

Los supervivientes del terremoto de Marruecos temen la llegada de la lluvia y el frío: "El clima es muy duro aquí"

La súplica de los afectados por el terremoto de Marruecos: "Tenemos pan y agua, pero necesitamos tiendas de campaña"

EL PERIÓDICO, en el epicentro del terremoto de Marruecos: "No hemos recibido ninguna ayuda de las autoridades"

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Marc Ferrà

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La pizarra ha caído al suelo y un trozo de pared se ha desprendido. La escuela de Talat esta plagada de grietas. Cinco de los treinta alumnos que estudiaban murieron en el seísmo que el pasado viernes sacudió esta región del Atlas marroquí. Habían empezado el curso escolar cinco días antes. Los que sobrevivieron no saben cuándo podrán estudiar de nuevo, el profesor es de otro población y ha decidido marcharse con su familia. Nadie en el pequeño pueblo de un centenar de habitantes sabe qué va a pasar con los más pequeños. Ahora pasan el dia paseando y corriendo por las tiendas de campaña que se han convertido en su nueva casa

Tampoco saben cuánto tiempo van a pasar en esta situación. Su nuevo techo es de plástico o lona, ahora estan bien, pero están preocupados. “El invierno está llegando y el clima es muy duro aquí. Hace mucho frío”, explica Zakaria, vecino del pueblo. También les preocupa que llueva estos próximos días, no estan preparados. “Pedimos al Gobierno que nos ayude a arreglar los daños en nuestras casas, también la escuela, para que los niños puedan estudiar”, añade. 

En Talat, donde murieron uno de cada cuatro habitantes, han logrado encontrar el cuerpo de Fátima, la última persona que restaba desaparecida. El martes la pudieron enterrar en el cementerio. La encontró su hijo, Hakim, que no ha parado hasta dar con ella. El lunes, un equipo de rescate de Sevilla estuvo también ayudando a los vecinos a localizarla con perros de rescate, pero no lograron localizarla. Fueron los únicos que echaron una mano a estos vecinos. 

Campamentos de tiendas de campaña

Cinco días después del terremoto, las autoridades han repartido tiendas de campaña en los pueblos más afectados. Son de plástico, de color azul o amarillo. Los mismos damnificados las han empezado a levantar como setas en las afueras de muchos pueblos. En Tourkine, han organizado un campamento donde está previsto que vivan 800 personas, según las autoridades. A media tarde, los vecinos empezaban a cargar con burros los muebles y colchones que han podido recuperar de entre los escombros para estar más cómodos. 

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m / Marc Ferrà

Durante el día también han repartido sacos de dormir. Hasta el momento, estos vecinos habían subsistido gracias a la solidaridad de sus compatriotas. De muchas ciudades de Marruecos han salido camiones y furgonetas cargados de mantas, comida y otros productos para distribuir entre los que se han quedado sin nada. El Gobierno marroquí estima en unas 3.000 las víctimas mortales, mientras que la cifra oficial de heridos no ha dejado de aumentar y el martes superaba ya las 5.500.

Cinco días después del seísmo, de magnitud 6,8, las operaciones de rescate "están llegando al final", habida cuenta de la escasa probabilidad de encontrar a supervivientes entre los escombros, como explica el coordinador de emergencias de la oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF) en Marruecos, John Johnson.

Reconstruir el pueblo

“La solución en reconstruir el pueblo”, explica Jean Thedenat, ingeniero de construcciones. “En esta primera evaluación hemos encontrado que hay casas en las que no hay lugar a dudas: hay que demolerlas. En las otras hay muchas grietas importantes y daños estructurales, esto las hace inhabitables”. Este hombre está haciendo este trabajo como voluntario. Junto a otro compañero, van marcando con un círculo rojo las casa que han revisado. “Por desgracia no es un pueblo que tenga muchos medios, la ayuda y la generosidad son absolutamente necesarios”, explica. 

Las casas de adobe se han derrumbado con facilidad tras el seísmo y se han convertido en trampa mortal. Los equipos de rescate explican que dejan muy poco margen para poder encontrar a supervivientes; en cambio, en las de hormigón hay más esperanzas de encontrar a personas con vida. El barro y el adobe son los materiales más habituales en los pequeños pueblos amazighs dispersos en la cordillera del Atlas. En la construcción de estas viviendas también utilizan caña y vigas de madera, alguno incluso tienen varias plantas.

El Ministerio de Turismo y los profesionales del sector acordaron inspeccionar y establecer una lista de los hoteles cerrados en Marrakech, Agadir y Uarzazate para estudiar la posibilidad de reabrir algunos de ellos para realojar a las poblaciones siniestradas.

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