Tensión en África

Níger, el fantasma de una nueva guerra en el Sahel

¿Qué está pasando en Níger? Tres claves para entender el golpe de Estado

Manifestación en apoyo a la junta militar de Níger, este domingo en las calles de Niamey.

Manifestación en apoyo a la junta militar de Níger, este domingo en las calles de Niamey. / AFP

Gemma Parellada

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"¡Lo último que nos falta es otra confrontación!". Mariam gesticula delante la cámara del teléfono. Está indignada: porque no ve cómo una intervención militar en Níger puede favorecer a la región; y porque sus interlocutores se pisan los unos a los otros y es difícil hacerse escuchar- aunque todos piensan lo mismo. Es horario laboral en Bamako, pero el grupo de amigos -jóvenes malienses trabajadores-, se alarga en el video-debate. Y es que, si bien Niamey queda a casi 1.400 kilómetros de su ciudad, Mali y Níger comparten mucho más que río y frontera: comunidades, grupos armados, rutas, desierto y ahora la angustia por la amenaza de una posible guerra inminente.

El ritmo se ha acelerado en los últimos días. Viernes por la tarde: ocho jefes de Ejército de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) reunidos en Accra en la cita operacional crucial para definir la intervención en Níger anuncian que ya se ha decidido el "día D" y que el tiempo para la negociación se agota. Aunque de los siete países que hacen frontera con Níger, sólo dos apoyan y aportan tropas a esta hipotética intervención: Nigeria y Benin. Mientras que otros dos se alinean en cambio con la junta nigerina: Mali y Burkina Faso. Sábado: Mali y Burkina Faso desplazan aviones de combate para apoyar a Níger y hacer frente a la posible "agresión", mientras en Niamey hay varias movilizaciones. Centenares de jóvenes se alistan para ayudar a la junta si los vecinos atacan y centenares de mujeres se manifiestan en contra de la presencia francesa en el país. Sábado tarde: una delegación llega a Niamey para negociar. Domingo: nueva demostración de apoyo a la junta militar con miles de personas manifestándose en las calles de la capital.

El golpe de Estado del 26 de julio en Níger ha supuesto un terremoto regional e internacional. Aunque localmente la toma de poder -sin muertos- por parte de los militares no hizo ni cerrar las tiendas, la nueva junta ha puesto en jaque al pulmón de múltiples intereses geoestratégicos en el Sahel. Y en tres semanas, la "preocupación por la democracia" ha vestido las amenazas de todos aquellos países que van a perder mucho si su gran aliado, Mohamed Bazoum -el presidente derrocado, que sigue retenido en manos de los golpistas- no es su interlocutor. Francia, la expotencia colonial, ha reinstalado recientemente en Níger a la mayoría de sus soldados expulsados de Mali y Burkina Faso en los últimos dos años, y con otra junta que sigue la misma tendencia, podría perder este último vestigio.

Uranio y comida

Poco acostumbrado a la atención mediática, este vasto país saheliano, transitado por camiones que sacan uranio y aviones que traen comida, se encuentra de repente en el ojo del huracán, al borde de una explosión de peligrosa onda expansiva. Sin embargo, a sus 25 millones de habitantes lo que más les está afectando desde el golpe de Estado son las sanciones. Aplicadas por el órgano económico regional, la Cedeao, el bloqueo está disparando los precios de la comida, en un país donde la mitad del país vive en la pobreza, y en cambio no ha hecho ni cosquillas al general Abdourahmane Tchiani y a los nuevos mandatarios, que han ido normalizando su posición y ya han nombrado nuevo Gobierno.

Mariam y sus amigos están viendo un dejà vu y se preocupan por sus hermanos nigerinos: "¡A nosotros, los ciudadanos, que nos dejen en paz!". Los malienses también sufrieron las penurias de estar aislados por sus vecinos como castigo a su golpe -el primero de la región, el que abrió la serie en 2020, a pesar de tener un enorme apoyo civil-. Y por eso muchos han perdido el respeto a la Cedeao, una organización "que acepta toquetear las constituciones si convienen terceros mandatos pero no que la población decida rendir cuentas a sus líderes corruptos", grita la ceja de Abdurrahman -está tan alterado que ha perdido el control del ángulo de su teléfono-.

En tres semanas, el arroz se ha hecho incomprable en Níger; y los ataques de grupos armados se han intensificado, sobre todo en la zona de la triple frontera. Ese vértice que une al triángulo de aliados: Burkina Faso, Mali, Níger. El Ejército nigerino ha disminuido sus contingentes en la región, para reforzar la capital, en vistas a la posible intervención de la Cedeao, y Estado Islámico y el JNIM, lo están aprovechando. "Cedeao, Cedeao,... -Mariam ha retomado la palabra- ¿ya me diréis por qué no movilizan a estos mismo militares para ayudarnos contra el terrorismo?".

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