Relaciones entre Washington y Pekín

China y Estados Unidos retoman el diálogo climático

John Kerry viaja a China para retomar el diálogo sobre el clima

Reunión entre China y Estados Unidos para tratar temas medioambientales

Reunión entre China y Estados Unidos para tratar temas medioambientales / VALERIE VOLCOVICI /PIM

Adrián Foncillas

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Los dos mayores contaminadores del mundo se han sentado a hablar del calentamiento global. No debería ser la cooperación contra una amenaza existencial común un asunto noticiable pero la protección del medioambiente no ha salido indemne de los roces geopolíticos.

La visita a Pekín de John Kerry, enviado especial de asuntos climáticos, recupera el diálogo que quedó roto el pasado año tras la visita a Taiwán de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

Kelly es el tercer emisario de la Casa Blanca que acoge Pekín en un mes. Antes había llegado el secretario de Estado, Antony Blinken, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y aún falta la secretaria de Comercio, Gina Raimondo. A Kerry le ayuda su perfil es pragmático, ajeno a los discursos más inflamados y gestiona el área con mayor margen de cooperación. Con Xie Zhenhua, su homólogo chino, ha compartido cumbres durante años.

Urgencia climática

La noche del domingo, en un raro acto en la alta diplomacia y más improbable aún en el ámbito chinoestadounidense, cenaron a solas. Más de una cincuentena de veces se han reunido, calculaba esta mañana Xie. Y a sus edades, 73 y 80 años, se les presupone más interés en dejarle un mundo mejor a las siguientes generaciones que en las mezquindades geopolíticas.

El contexto, además, subraya la urgencia de su cometido. Pekín sufre el verano más tórrido de los últimos 60 años, China encadena lluvias torrenciales y sequías y ya asoma otro tifón. Hay alertas por golpes de calor en Japón, las precipitaciones han dejado 40 muertos en Corea del Sur y se suceden las inundaciones en la India. El continente americano no está más calmado.

Es improbable que los cuatro días de Kerry en China dejen titulares porque a esta romería sólo le piden ambas partes que asiente el diálogo y frene el deterioro. A Pekín y Washington les une el interés medioambiental, enterrados ya los calamitosos tiempos de Trump, y lideran las inversiones globales en energías renovables.

Prioridad a las energías verdes

De su efecto locomotora hablan los acuerdos de París de 2015, mojón de la lucha medioambiental global, que sólo salieron adelante después de que ambos enterraran sus egoístas discusiones sobre quién debía de cortar antes sus emisiones.

En la letra pequeña surgen las disensiones. Yellen ya le pidió a Pekín la semana pasada más fondos para sufragar la transición energética global y es seguro que ahí perseverará Kelly. China responde que los mayores contaminadores históricos, y no los recién llegados, deben sufragar la factura.

Kelly ha subrayado tres asuntos en su agenda pequinesa: la deforestación, el consumo de carbón en China y el recorte de emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero que emana de los pozos petrolíferos. Pekín protestará contra los impuestos previstos a sus industrias del acero y aluminio y preguntará por qué, si las energías verdes son prioritarias, siguen vigentes los aranceles a sus paneles solares.

Energía limpia para 2030

Los expertos descartan compromisos más audaces. Llegarán, en todo caso, en la cumbre por el clima de la ONU que se celebrará en Dubai en noviembre. China ya cumple los suyos a buen ritmo: alcanzar el pico de emisiones en 2030 y la neutralidad de carbono en 2060.

La semana pasada se supo que logrará con un lustro de antelación la producción de energía limpia prometida para 2030 y ya ha desplegado más paneles solares que el resto del mundo junto. China es conocida por promesas realistas en las que empeña su palabra el presidente, Xi Jinping, y subyace la sensación de que hace más de lo que le toca. También asusta que Trump o sucedáneos anulen de nuevo los compromisos de Estados Unidos.

Un resultado exitoso de esta semana, opinan los expertos, sería un calendario de reuniones sobre medioambiente. No sería poco después de un año de silencio y su sintonía insuflaría optimismo a la cumbre de Dubai.