Hubo más de un millar de muertos

El aniversario de la tragedia del complejo Rana de Bangladés reaviva la necesidad de compromisos del sector textil

Lentos avances en sostenibilidad en la industria textil

Un mundo consumido por la moda rápida

Aproximación de los centros de producción

Protesta en Bangladés por el décimo aniversario de la tragedia textil del Rana.

Protesta en Bangladés por el décimo aniversario de la tragedia textil del Rana. / AFP

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Pasados 10 años del derrumbe del complejo textil Rana de Bangladés, que costó la vida a más de un millar de personas e hirió a 2.500 personas, todavía quedan asignaturas pendientes. Es cierto que la tragedia obligó a los líderes del sector textil a escala internacional a revisar sus mecanismos de control de los proveedores pero todavía existen fábricas en el mundo que no cumplen las exigencias mínimas de seguridad. Varios cientos de trabajadores, incluidos algunos supervivientes, se manifestaron este lunes en Bangladés para exigir justicia y rendir homenaje a las 1.130 personas que murieron en el derrumbe de la fábrica textil Rana. Otras protestas se han reproducido en otras partes del mundo, incluida Barcelona. En el caso de Barcelona, en el marco de la campaña 'Roba Neta', se han concentrado en la plaza del Arc de Triomf, aunque también se han realizado actos en Madrid, Pamplona, Vitoria-Gasteiz y Granada.

Judith Talvy, portavoz de los convocantes en el acto de Barcelona, ha leído un manifiesto para exigir a compañías como Levi's, Decathlon, Amazon e Ikea que firmen el 'Acuerdo innternacional de Seguridad de la Industria Textil, que ya han firmado 200 empresas de todo el mundo.

La semana pasada se produjo el desplome de una fábrica textil en Karachi (Pakistán), donde murieron cuatro bomberos y 13 personas resultaron heridas. El accidente ha recordado lo sucedido el 24 de abril de 2013 en el desplome del edificio Rana en Bangladés. Aquel desplome es considerado uno de los peores desastres industriales del mundo. Una decena de años después apenas se constatan compensaciones a las familias de las víctimas. "Queremos una compensación completa y tratamiento médico de por vida, porque hemos perdido nuestra capacidad de trabajo", afirma Shila Akhter, de 42 años, cuya médula espinal quedó destrozada. “El gobierno debería saber por lo que pasamos. Algunos sobrevivientes se ven obligados a mendigar en las calles”, ha explicado hoy en una manifestación en Bangladés, informa AFP. Desde la tragedia, los líderes sindicales han reconocido unánimemente los avances en materia de seguridad en las fábricas de Bangladés, el segundo mayor exportador de prendas de vestir del mundo después de China.

Los procesos judiciales contra Sohel Rana, propietario de Rana Plaza, siguen abiertos. Rana supuestamente obligó a sus empleados a trabajar a pesar de que apareció una grieta en el edificio el día antes de que se derrumbara. Su juicio se reanudó el año pasado, pero es posible que el veredicto tarde varios años. "Menos del 10% de los testigos fueron interrogados", dijo a la AFP el fiscal Bimal Samadder. Tras el derrumbe del Rana Plaza, se crearon dos órganos de vigilancia para mejorar los estándares de seguridad. Los salarios de los cuatro millones de trabajadores, en su mayoría mujeres, que confeccionan ropa para los distribuidores occidentales también se triplicaron tras la tragedia. Los propietarios de fábricas de ropa de Bangladesh dicen que han invertido unos dos mil millones de dólares en la revisión de la seguridad de sus fábricas. Laura Bourgeois, de la oenegé Sherpa, sin embargo, advierte contra las auditorías encargadas de verificar el cumplimiento de las normas de seguridad, que podrían resultar "amañadas con fábricas un poco ensambladas desde cero".