Guerra de Ucrania

Diamantes, gas natural licuado y energía nuclear, los grandes olvidados por la UE en las sanciones a Rusia

Polonia, los países bálticos, e incluso Berlín, presionan a Bruselas para que incluya a la industria nuclear rusa en la undécima ronda de sanciones

La central nuclear de Zaporiyia.

La central nuclear de Zaporiyia. / BAI XUEQI / XINHUA NEWS / CONTACTOPHOTO

Silvia Martinez

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La Comisión Europea acelera las negociaciones de una nueva batería de sanciones contra Rusia, la undécima desde que el presidente Vladimir Putin diera la orden de invadir Ucrania hace poco más de un año, con el foco puesto en cerrar brechas y evitar que el Kremlin encuentre vías de escape. Los “confesionarios”, reuniones bilaterales a puerta cerrada en las que cada delegación puede expresar sus líneas rojas, han arrancado este viernes. Varias capitales europeas, desde Varsovia hasta Vilnius pasando por Berlín, presionan a Bruselas para que la nueva ronda no solo combata la elusión sino que hinque sus colmillos en sectores que hasta ahora se han librado de las sanciones: diamantes, gas natural licuado y, sobre todo, la energía nuclear.

“Necesitamos aumentar la presión de las sanciones sobre Rusia”, advertía este viernes el ministro polaco de Exteriores, Rau Zbigniew, antes de la reunión de ministros de Exteriores de este lunes en Luxemburgo que tratará de avanzar hacia un acuerdo político sobre la undécima ronda. Varsovia, lo mismo que sus vecinos bálticos, considera que luchar contra la elusión no basta, que es necesario seguir golpeando la economía rusa, y que eso pasa por castigar sectores como el nuclear ruso restringiendo la importación de combustible nuclear, limitando las inversiones en nuevos reactores de fabricación rusa e imponiendo medidas restrictivas contra los dirigentes y miembros del consejo de administración de Rosatom, el gigante estatal de la energía nuclear que controla actualmente la central ucraniana de Zaporiyia.

Los cuatro llevan un año presionando y exigiendo medidas restrictivas en este terreno pero sin éxito debido al veto de países como Hungría -que ha cerrado un contrato con el gigante ruso para expandir su central nuclear de Pak- y la dependencia de alguno socios del este y norte de Europa que siguen operando reactores nucleares de fabricación rusa, como es el caso de Finlandia, la República Checa, Eslovaquia y Bulgaria. Es decir, prohibir la importación de combustible nuclear ruso -750 millones en 2022- podría convertirse en un problema a corto plazo sin otras alternativas. “Francia no tiene dependencia en este punto pero hay otros Estados miembros que lo son y son claros en su oposición. No es evidente poner punto final a la dependencia pero los países trabajan en ello”, aseguran fuentes diplomáticas francesas. 

En las últimas semanas los defensores de castigar a la industria nuclear rusa han sumado un aliado poderoso: Alemania. “Es importante que empecemos y no rehuyamos una acción decisiva en este ámbito”, defendía la semana pasada el ministro alemán de Economía, Robert Habeck. “No es justificable que siga recibiendo un trato preferente. La tecnología nuclear es un ámbito extremadamente sensible y Rusia ya no puede considerarse un socio fiable en él”, aseguraba sobre un país que en 2021 era el tercer país que más uranio suministró a la UE, por detrás de Kazajistán y Niger. En Berlín, reconocen, que cortar de la noche a la mañana es imposible y apuestan por empezar a avanzar “paso a paso”. Un camino siempre incierto dado que cualquier decisión exige la unanimidad.

Caída de la “fortaleza rusa”

Más allá de la industria nuclear, los cuatro países que exigen mano dura con Moscú también aspiran a que la UE prohíba las importaciones de diamantes de Rusia y las importaciones de gas natural licuado. “Las sanciones adicionales podrían aumentar la presión”, apunta en su último análisis el think tank ucraniano KSE Institute que considera que la "fortaleza de Rusia" se está resquebrajando bajo las sanciones, gracias a la fuerte caída de los ingresos de la energía, el creciente déficit presupuestario y la depreciación del rublo, y que el golpe podría ser aún mayor de expandir las sanciones. Por ejemplo, la exportación de diamantes hacia la UE le reporta cada año a Rusia cerca de 2.000 millones de euros. Según el ministerio de economía belga, el 21% de los diamantes que llegaban a Amberes procedían de Rusia. La empresa minera Alrosa, cuyo 33% está en manos del Estado ruso, tampoco está entre las empresas sancionadas hasta ahora.

Otro sector que se ha quedado hasta ahora al margen de las sanciones es el del gas natural licuado (LNG), cuyos envíos a la UE habrían crecido aunque siguen siendo inferiores a las importaciones de gas a través de gasoducto (155.000 millones de metros cúbicos antes de la guerra). Prohibir la importación de LNG ruso, la importación de gas ruso a través de los gasoductos que controla Moscú e imponer un precio más bajo a los productos petrolíferos (de 50 dólares) en la próxima revisión reduciría los ingresos de Rusia en 49.000 millones de dólares adicionales en 2023 y 69.000 millones en 2024, según las estimaciones del KSE Institute, que considera que los Veintisiete tienen margen para aumentar más la presión restringiendo el comercio de diamantes, mineral de hierro, uranio, madera y productos siderúrgicos, además de limitar el precio de los fertilizantes salvo si se exportan a través del puerto de Odesa. También ayudaría a reducir “significativamente” la capacidad rusa una imposición de sanciones totales a Gazprom y las petroleras rusas, así como sanciones personales a los miembros de su consejo de administración además de la expulsión de Gazprombank del sistema de pagos Swift.

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