Tensión en el Estrecho de Formosa

China promete represalias por el viaje de la presidenta taiwanesa a Estados Unidos

La finalidad oficial del viaje es estrechar los lazos con Belice y Guatemala, dos de los escasos aliados que conserva Taiwán

Tsai Ing-wen

Tsai Ing-wen / EFE

Adrián Foncillas

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No había despegado el avión de la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, y ya tronaba la tormenta. China prometía represalias, Taipei aclaraba que ninguna presión le aislará del mundo y Washington acusaba a Pekín de sobreexcitada. Es seguro que los truenos se acentuarán tras la previsible reunión de Tsai con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy.

La finalidad oficial del viaje es estrechar los lazos con Belice y Guatemala, dos de los escasos aliados que conserva Taiwán. La oficiosa y más relevante es estrecharlas con Estados Unidos a pesar de la teórica ausencia de relaciones diplomáticas. La casuística resuelve la contradicción haciendo pasar las visitas de Tsai a Estados Unidos por paradas de transición o escalas técnicas durante su periplo latinoamericano. Tsai pasará por Nueva York al principio de su viaje y Los Ángeles al final. La reunión con McCarthy, ni confirmada ni desmentida, será en California.

“Sería otra provocación que violaría seriamente el principio de una sola China, dañaría la soberanía y la integridad chinas y destruiría la paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán”, ha adelantado Zhu Fenglian, portavoz de la Oficina de Asuntos Taiwaneses de Pekín. “Nos oponemos a esa reunión y tomaremos represalias”, ha continuado sin explicitarlas. Zhu ha desmontado el trampantojo del tránsito recordando que Tsai no esperará a sus vuelos en el aeropuerto ni el hotel.

Presiones externas

Tsai respondía desde el aeropuerto internacional de Taoyuan: “Las presiones externas no rebajarán nuestra determinación de abrirnos al mundo”.  “Cuando la comunidad internacional necesita a Taiwán, Taiwán contribuye. Y si Taiwán se enfrenta a dificultades, nuestros aliados nos apoyan”, continuó.

Washington ha desdramatizado el viaje apelando a la costumbre. Es habitual, ha recordado, que Tsai se reúna con congresistas y representantes de la diáspora taiwanesa en Estados Unidos. “Así que no hay ninguna razón para que Pekín use como pretexto el inminente tránsito para emprender acciones coercitivas o agresivas contra Taiwán”, ha pedido un alto funcionario estadounidense.

Es cierto que la práctica no es inédita. También lo es que nunca habían estado tan deterioradas las relaciones sinoestadounidenses y que Washington no acostumbraba a premiar a Tsai con reuniones con tan relevantes cargos como el presidente de la Cámara de Representantes. La última gran crisis en el estrecho de Formosa fue desatada, precisamente, por el viaje a Taiwán de Nancy Pelosi, la predecesora de McCarthy. China aisló de facto la isla con las mayores maniobras militares en décadas.

Líneas rojas

Pekín atiende con estupefacción e inquietud a la tozuda ignorancia de Washington de las líneas rojas que antes respetaba. McCarthy, de hecho, pretendía reunirse con Tsai en Taipei, con olímpico desprecio de las previsibles consecuencias, pero la última le convenció de que el escenario estadounidense le sería más digerible a Pekín. La crisis que se desatará esta semana será, con toda seguridad, menor a la que habría provocado la cumbre en Taipei.

Tsai parte a Latinoamérica unos días después de que el establecimiento de relaciones diplomáticas de Honduras con China recortara su nómina de aliados a trece. La decisión ha generado tanta pesadumbre en Taiwán como éxtasis en la prensa nacionalista china. El viaje de Tsai coincide con el de su predecesor, Ma Ying-jeou, a China. Ma, artífice de la mayor armonía en el estrecho en décadas, pasará semana y media en el continente para honrar la memoria de sus padres, promover los contactos universitarios y hablar de la paz. Ha repetido que se trata de una visita personal y sin reuniones oficiales previstas pero que tampoco desatenderá las peticiones de su anfitrión. Es seguro que un encuentro de Ma con algún alto cargo comunista avivará la tormenta.